Como decía Clint Eastwood en uno de sus guiones, “el mundo se divide en dos categorías: los que hacen la cama y los que no”
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¿Eres
de hacer la cama cada día? o ¿eres de los que no le importa ver la cama
deshecha? Pues, como decía Clint Eastwood en uno
de sus guiones, “el mundo se divide en dos categorías: los que hacen la cama y
los que no”.
Hacer la cama es de ganadores
Tengo una amiga que, de vez en cuando,
nos saca una sonrisa con la manera que tiene de recordar a sus hijos que hacer la cama
es de ganadores. Y sí, así es: ¡es de ganadores! ¡No os
imagináis lo importante que es hacer la cama!
Pero, ¿por qué es bueno hacer la
cama?
Pero ¿qué más hay de importante en
hacer la cama? Hacer la cama denota fortaleza, disciplina y autocontrol.
Nos ayuda a prestar atención al cuidado de los detalles, del orden, de las
cosas bien hechas. Es una tarea muy simple, pero es capaz de enorgullecer tanto
al niño de 3 años como al anciano de 90.
Como
estamos viendo, hacer la cama esconde muchas y variopintas virtudes. Pero, como
nos decía Santo
Tomás, para que exista virtud “hay que atender a dos cosas: a
lo que se hace y al modo de hacerlo”. Y es aquí donde, como decía mi amiga,
hacer la cama es verdaderamente de ganadores. Porque tanto los mayores como los
pequeños, en esos minutos y con ese gesto, estamos ganando a nuestra pereza y a
la desidia. Estamos enfrentándonos cara a cara con nuestra holgazanería. Es en
ese instante de inapetencia cuando entra en juego lo trascendente y empieza a
resonar en nuestra cabeza “hazlo por Amor”.
Un reto
Pero, como dirían los hijos de mi
amiga ¿mamá, la cama?, ¿pero qué importa la cama? Hacer la cama es uno de los
muchísimos campos del día a día que se nos regalan para nuestro
crecimiento espiritual. Obedecer a mamá o superarse a sí mismo
por Amor se transforma en un detalle casi heroico. Y es que así, realizando las
cosas por Amor, no hay cosas pequeñas: todo en la vida, hasta hacer la cama, es
algo grande.
En unos días, la Iglesia celebra la
fiesta de todos los Santos. Seguramente a muchos de ellos, como a
nosotros, les costaba “hacer la cama”. Pero supieron ver que en la
vida pocas veces hay lugar para hechos deslumbrantes, que suelen presentarse en
contadas ocasiones. Sin embargo, todos fueron capaces de descubrir que, por
suerte, no nos faltan ocasiones para demostrar, a través de lo sencillo y
aparentemente insignificante de las acciones diarias, el Amor a Dios.
Hacer bien la cama seguramente no
te llevará más de 5 minutos. Se trata de un modo precioso de ofrecer
el día, de vencer ciertas debilidades y de completar con éxito la
primera tarea de la jornada. Si te cuesta, aprovéchalo como un
momento de oración, de ofrecimiento que te sirva para dar gracias a Dios y
prepararte para afrontar de la mejor manera posible toda la retahíla de
acciones que vendrán a lo largo de la jornada. Porque ya lo decía mi amiga:
hacer la cama es de ganadores. Y tú, ¿de qué equipo eres?
En unos días, la Iglesia celebra la
fiesta de todos los Santos. Seguramente a muchos de ellos, como a
nosotros, les costaba “hacer la cama”. Pero supieron ver que en la
vida pocas veces hay lugar para hechos deslumbrantes, que suelen presentarse en
contadas ocasiones. Sin embargo, todos fueron capaces de descubrir que, por
suerte, no nos faltan ocasiones para demostrar, a través de lo sencillo y
aparentemente insignificante de las acciones diarias, el Amor a Dios.
Hacer bien la cama seguramente no
te llevará más de 5 minutos. Se trata de un modo precioso de ofrecer
el día, de vencer ciertas debilidades y de completar con éxito la
primera tarea de la jornada. Si te cuesta, aprovéchalo como un
momento de oración, de ofrecimiento que te sirva para dar gracias a Dios y
prepararte para afrontar de la mejor manera posible toda la retahíla de
acciones que vendrán a lo largo de la jornada. Porque ya lo decía mi amiga:
hacer la cama es de ganadores. Y tú, ¿de qué equipo eres?
Miriam Esteban Benito
Fuente: Aleteia