La persecución religiosa desencadenada en el año 1936 le sorprendió en el Seminario de Baeza
| Aciprensa |
El próximo sábado 30 de octubre
tendrá lugar la beatificación de 4 sacerdotes operarios que murieron mártires
durante la persecución religiosa de la Guerra Civil Española. El más joven de
los mártires era el P. Aquilino Pastor Cambero que hacía tan sólo un año que
había sido ordenado sacerdote y que entregó su vida por no renunciar a
Cristo.
El P. Aquilino nació en Zarza de
Granadilla, Cáceres (España). Era el menor de cinco hermanos.
Desde pequeño Aquilino tenía una
gran inclinación hacia el sacerdocio, jugaba a celebrar la misa en pequeños
altares que él construía y llamaba a sus amigos para que acudieran.
Ingresó en el Seminario de la
Diócesis de Coria-Cáceres en el curso 1923-1924, como su familia era humilde y
no podía asumir todos los gastos del seminario, el párroco se comprometió, a
partir del tercer curso, a ayudarles económicamente a ello.
Su padre falleció en abril de
1934 y el joven Aquilino tuvo que convencer a su madre de su vocación de
operario, comprometiéndose a velar para que nunca le faltase nada.
Entró en el mes de septiembre a
la Casa de Probación que la Hermandad tenía en Tortosa. Un compañero de curso
escribió
“Vivimos juntos en una comunidad
pequeña y por consiguiente de vida íntima, en la que reinaba la caridad, la
comunicación constante y la fraternidad entrañable. Por ello pude advertir y
admirar en él su buen carácter, su naturalidad y sencillez en todo, su
afabilidad en el trato y su delicadeza en la conversación franca y admirable.
En suma, era un dechado de seminarista mayor, por su piedad y su ansia de
formación de un candidato perfecto al sacerdocio”.
Fue ordenado sacerdote en
Plasencia el 25 de agosto de 1935 y celebró su primera Misa en Zarza de
Granadilla tres días después, el 28 de agosto. Su madre vivió la ceremonia
emocionada y su párroco, don Celestino, fue su padrino.
Fue destinado por sus superiores
al seminario de Baeza, Jaén (España) como prefecto de alumnos y profesor.
Además de su dedicación al Seminario, trabajaba apostólicamente con los jóvenes
Tarsicios y con los de la Acción Católica, multiplicándose para todo lo que
supusiera gloria de Dios y de las almas.
“Tenía un trato con la juventud
del pueblo de Baeza, que atraía por su edad, organizando actos de piedad,
fortaleciéndolos en el espíritu eucarístico y preparándoles para ser futuros
adoradores nocturnos. Todo esto lo alternaba en vacaciones de Navidad,
organizando obras de teatro y otras actividades que nos ocupaba el tiempo de
ocio a los jóvenes y a los seminaristas”.
La persecución religiosa
desencadenada en el año 1936 le sorprendió en el Seminario de Baeza, en su
puesto de trabajo, a pesar de estar en pleno verano y los alumnos de
vacaciones. La Guerra Civil comenzó de manera oficial el 17 de julio y el 20 de
julio quedó violentamente clausurado el Seminario.
Don Aquilino y su compañero, don
Manuel Galcerá, que era director espiritual, fueron acogidos por una familia
amiga. A los pocos días, los milicianos invadieron la casa y llevaron a la
cárcel al dueño de la casa y a sus hijos así como a los sacerdotes P.
Manuel Galcerá y P. Aquilino Pastor.
Los dos sacerdotes operarios
fueron encarcelados en lugares distintos.
El día 28 de agosto de 1936,
cuando se cumplía un año de la celebración de su primera misa, y sin que
mediara juicio ni proceso alguno, el P Aquilino fue conducido en un camión
hasta el Cerrillo del Aire, a unos nueve kilómetros de Baeza, donde fue
asesinado.
Una religiosa carmelita de Baeza,
Sor Teresita del Niño Jesús, cuenta que oyó decir que el P. Aquilino iba con un
semblante alegre, pronunciando fervorosas jaculatorias y dando vivas a Cristo
Rey.
Así celebró el primer aniversario
de su Primera Misa, con su inmolación cruenta y su misa eterna en el cielo.
Aquel día fue como Jesús, Sacerdote y víctima.
Por Blanca Ruíz
Fuente: ACI Prensa





