¿Cómo responder a quien nos acusa? Con misericordia, siempre
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“Moisés hizo una serpiente de bronce y
la puso en un poste. Cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba la
serpiente de bronce y se sanaba”.
Números, 21
Mi abuela materna “Mamita”, era maravillosa,
una mujer muy devota del Sagrado Corazón de Jesús.
Tenía una casona de madera en san José, Costa Rica, y en ella una
imagen bellísima del Sagrado Corazón que lo representaba con una mano a la
altura del pecho.
Era una imagen muy común en los hogares católicos de la época.
Colgaba en la pared del fondo. La recuerdo bien. Me hacía sentir especial.
Recordaba una de las Promesas del Sagrado
Corazón: “Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea
honrado”.
Una acusación y un perfil anónimo
A los días alguien dejó silencioso esta nota debajo de
la foto:
“No te harás
escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que
hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No
te postrarás ante ellas ni les darás culto”.
¡Interesante! ¡Una cita bíblica! Es la fórmula
usual que algunos emplean para arrinconarte, desarmarte. Parece imbatible. ¿Qué
haces cuando te cuestionan así?
Tuve curiosidad y visité el sitio de
la persona que me dejó el mensaje. Encontré una cuenta sospechosa,
recién abierta, con cero seguidores. La ilustraba la foto
de una máscara roja y se identificaba bajo un seudónimo.
Era evidente, hay cuentas muy sutiles creadas para estos fines, confundir y
cuestionar a los católicos.
Un diálogo y una bendición
Le escribí con amabilidad:“La cita
es correcta, pero está mal usada, te sales de contexto.”
Sutilmente replicó: “Lo dice la
Biblia”.
Le expliqué: “Es como si dijeras que no podemos
tener fotos de nuestros seres amados en casa. Creo que todos guardamos gratos
recuerdos en fotografías. Estamos claros que besar una foto no es adorarla. La
foto me recuerda al ser amado. El beso trasciende hacia la persona amada, a la
que representa la fotografía”.
Siguió con las
objeciones usuales, llegó al punto que estaba esperando y sentenció: “Los católicos adoran imágenes”.
¿Cómo
responder a estos acusadores? Con misericordia,
siempre.
Le expliqué su error y lo invité a estudiar el Catecismo de la Iglesia
Católica y conocer nuestra fe. Terminé con un “Dios te
bendiga”. Se fue al extremo y concluyó el corto debate.
Querido lector católico, cuando te encuentres en estas situaciones
polémicas o dudes y no sepas qué responder, ora, pide al Espíritu Santo que te
ilumine y consulta siempre fuentes confiables: “un
sacerdote, la Biblia y el Catecismo de la Iglesia Católica”.
El Catecismo, ¿qué dice al respecto?
Abramos nuestro Catecismo. Hay varios
puntos que te explican el tema. Ésta es la conclusión:
2132 El culto cristiano de las imágenes no es
contrario al primer mandamiento que proscribe los ídolos. En efecto, “el honor
dado a una imagen se remonta al modelo original”. “El que
venera una imagen, venera al que en ella está representado”.
El honor tributado a las imágenes sagradas es una “veneración respetuosa”, no una
adoración, que sólo corresponde a Dios.
Ahora todo está claro.
Que nadie te
confunda. Los católicos NUNCA adoramos imágenes,solo
adoramos a Dios.
Pon un Sagrado Corazón
Sabemos que las pinturas e imágenes religiosas no pasan de ser “representaciones
quenos ayudan a recrear y recordar la vida de santidad de los
grandes santos a quienes representan”. Por tanto, no tengas
reparos en colocar un cuadro del Sagrado Corazón en tu casa.
Cada vez que lo miras te acuerdas de
Su amor por ti y la humanidad y del llamado que nos hace Jesús
a vivir el Evangelio, ser santos.
Yo, a pesar de esta curiosa experiencia,
veo siempre con ternura aquel antiguo cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que mi primo Oscar Julio guarda como un tesoro
familiar en su casa.
Me ayuda a recordar las 12 promesas del
Sagrado Corazón a la Humanidad y la estupenda infancia que pasamos con nuestros
primos en el Barrio La Dolorosa de Costa Rica.
Me lleva al pasado y veo a mi dulce
abuelita –me hace tanta falta…-, quien todas las tardes rezaba el
Rosario por nosotros.
Luego nos reunía amorosamente en el comedor
para que tomáramos un vaso grande de leche fresca y disfrutáramos galletas
recién horneadas de la panadería “La Espiga de Oro”. ¡Qué
buenos tiempos!
Mientras escribo, me brota del alma esta
hermosa jaculatoria:
¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!
Reza por nosotros amable lector. En Aleteia rezamos
por ti.
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia