Un monje comparte sus experiencias de dulzura y paz relacionadas con la muerte y unas sabias reflexiones sobre el final de la vida
| Shutterstock | Photographee.eu |
¿Es
mejor morir sin darte cuenta o poderte preparar? ¿Y si después de años temiendo
el momento de la muerte, te encuentras que cuando llega es una experiencia
llena de amor?
Confiar en Dios me parece la manera de vivir la muerte con paz.
Pero ese paso que damos cuando acaba nuestra vida es un misterio lleno de
preguntas.
Hay personas que han encontrado algunas respuestas y las han
compartido. Como un monje que escribió esta carta llena de sabiduría:
«Buena muerte»
«Es
efectivamente la muerte la que nos plantea las preguntas esenciales. Algunos
prefieren no pensar en ello y desean una muerte imprevista, súbita e
inconsciente. “Tuvo una buena muerte, no se dio cuenta de que moría”.
¿No deberíamos reconocer que es para
nosotros, en primer lugar, para quienes la agonía es insoportable?
La sociedad la considera demasiado
penosa, demasiado larga y demasiado cara.
Ahora bien, el hombre, al
determinar la hora de la muerte, toma el lugar de Dios y se
corta de toda trascendencia.
Sólo existe la
materia. Es el materialismo
ambiente de los dueños de este tiempo.
Esquivamos y disimulamos la muerte llamándola «eutanasia» que en realidad significa «buena muerte».
Un recuerdo que me marcó: ese perro
viejo al que había que pinchar… el veterinario -amigo de los animales- y yo nos
quedamos muy conmovidos. ¿Y dejaríamos con indiferencia morir a los
humanos?
El mundo reclama una muerte
súbita e imprevista. Los cristianos dicen: «de una muerte imprevista y súbita
líbranos, Señor».
Algunos recuerdos que han marcado mi
existencia:
A los 13 años,
todos los meses, en el dormitorio, de los salesianos: el ejercicio de
la buena muerte.
Rosario, las manos juntas sobre el pecho, el cuerpo erguido, los ojos cerrados. No sé cómo, pero para mí era un momento feliz y de paz. Cercanía de Dios.
Patricia Navas
Fuente: Aleteia





