La enfermedad hizo sufrir mucho a Marc pero también le permitió centrarse en lo que siempre le había hecho feliz
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El
pasado 5 de octubre de 2021, el PCR salió positivo: Marc que tenía coronavirus.
Ahí empezó su calvario, que fue a la vez su camino de renovación.
Pensando
que, a sus 47 años y con una buena salud, pronto se curaría, se quedó confinado en
su casa de Berga, una pequeña ciudad de montaña en la provincia de Barcelona
(España).
Pero al cabo de cinco días, empezó a ahogarse y casi no se podía mover.
Por eso acudió al ambulatorio, donde dijeron que estaba muy mal, con neumonía bilateral.
Una ambulancia lo llevó al hospital de su ciudad,
pero a causa de su gravedad, lo trasladaron al de Manresa.
6 días cruciales
Allí pasó seis días en la Unidad de
Cuidados Intensivos (UCI) y vivió una intensa experiencia que le
permitió redescubrir el propósito de su vida, según explicó a Aleteia.
«Esos seis días han sido los peores
seis días de mi vida en cuanto a sufrimiento corporal pero han sido también los
seis mejores días espirituales de mi vida.
Ha habido un antes y un
después. Ha habido una ruptura en mi vida a través de la cual
he vuelto a ser el que Dios quiere que sea».
Marc aprendió una gran
lección espiritual: que para reencontrar tu misión tienes que
eliminar las cosas que te impiden lograr tu objetivo, y acompañar ese proceso
con la oración.
Gracias también por el Covid
Ahora,
todavía cansado y con secuelas del Covid, ha querido compartir con todos su
experiencia en un video publicado en su canal de Youtube:
Venía de un
tiempo de dejadez espiritual; a mí esto realmente me pesaba. Yo quería volver a ser aquel Marc, aquella persona comprometida
con el Corazón de Jesús que enfoca
toda su vida en difundir esta devoción tan preciosa.
Es una alegría saber que uno tiene un
objetivo y que este objetivo es santo.
Cuando llegué al hospital sentía que
eso era lo que me correspondía en ese momento y que el Señor quería que lo viviera
en la acción de gracias.
En esa pecera de cristal, el poder de
vivirlo en la acción de gracias haría que lo viviera en paz y en felicidad.
«Nada puede pasarme que Dios no quiera
y todo lo que Él quiere por muy malo que nos parezca es en realidad lo mejor»,
decía santo Tomás
Moro. Si vivimos esta frase viviremos en la alegría y en la paz.
Me costaba mucho rezar oraciones como
el Rosario, solo
decía: «Gracias, Señor. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío».
Y estaba sufriendo corporalmente, sí.
Pero ese
sufrimiento lo convertí también en ofrenda.
Me convertí en ofrenda viva por todos
aquellos que estaban rezando por mí. Era como un intercambio.
Sentía que había muchas personas
rezando por mí, que era muy querido. Y yo, al convertirme en ofrenda, de alguna
manera les devolvía a ellos ese amor que ellos expresaban a través de la
oración.
Estos días en el hospital, he visto
aquellas cosas que estaban por medio siendo tropezones en el camino, que impedían que
yo hiciera mi tarea.
Hay que eliminar las cosas que son
impedimento para el objetivo. Cuantas más cosas elimines más centrado
estarás y más el objetivo se cumplirá.
Ello además acompañado con la oración
para estar continuamente en el corazón de Jesús y en el corazón de María.
El objetivo final es: todos centrados en el Señor, en la paz y en la alegría. Seremos felices llenando nuestra vida de Él mismo y vaciándola de esas distracciones que no nos llevan a ningún lado.
Patricia Navas
Fuente: Aleteia





