Es una delicia oír que en algunos lugares lo llaman «el Señor San José»
Revista Ecclesia |
Antes de terminar el año jubilar, nos
detenemos a evocar los sueños que guiaron la vida y la misión de este sencillo
artesano, descendiente de la estirpe real de David.
- Aún no vivían juntos. Pero María estaba desposada
con José cuando se comenzó a hablar de su próxima maternidad. José se hizo
mil preguntas. Pero en sueños el ángel del Señor le explicó la presencia
del Espíritu sobre su esposa. Él sabía que el Espíritu era el principio de
la vida y el impulsor de los elegidos por Dios. Y eso significaba la
revelación.
José comprendió que había de conferir al
Niño los derechos del linaje mesiánico. Y le impuso el nombre de Jesús, que
significa «El Señor salva». Tal vez se parecería al antiguo Josué, el guía que
con el mismo nombre había introducido a Israel en la tierra de las promesas.
- Con la llegada de los Magos de oriente llegó
también el temor. De nuevo el ángel del Señor le habló en sueños para
decirle que tomara al niño y a su madre y fuera a buscar refugio en
Egipto, porque Herodes buscaba al Niño para matarlo.
Todo indicaba que aquel Niño resultaba
molesto a los poderes de su tiempo. Apenas nacido, su vida era ya discutida.
Evidentemente, aquel niño estaba llamado a repetir la peripecia del exilio de
su pueblo. Pero Dios velaba por Jesús.
- Muerto Herodes, el ángel del Señor de nuevo se
apareció en sueños a José en la tierra de Egipto. Esta vez le indicó que
regresara con el Niño y con su madre a la tierra de Israel.
Pero el sucesor de Herodes era violento
como su padre. Y avisado de nuevo en sueños, José se retiró a la región de
Galilea, y fue a vivir en Nazaret, para que se cumpliese el oráculo de los
profetas: «Será llamado Nazareno».
- José hizo de Jesús un carpintero como él. Así lo
presenta Felipe a Natanael: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron
Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús, el hijo de José, el de
Nazaret».
Ante opiniones que no reconocen a Jesús
como humano, el evangelista evoca su filiación y su lugar de origen. José es
una prueba de la humanidad del que se presentaba como el Camino, la Verdad
y la Vida.
- Jesús volvió un día a su aldea. Enseñaba el
sábado en su sinagoga de tal manera que sus vecinos preguntaban admirados:
«¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el
hijo del carpintero?»
El Señor San José ha pasado en silencio
por los evangelios. Es solo un creyente que acoge el querer de Dios, que
se admira ante la presencia del misterio en su Hijo, que le pasa la herencia de
David y la raíz de humanidad que él ha querido abrazar para siempre. Le bastaba
prestar atención a los sueños.
José Román Flecha
Andrés
Fuente: Revista Ecclesia