El sacerdote de la diócesis de Abeokuta (Nigeria), P. Luke Adeleke, de 38 años, fue asesinado la noche del 24 de diciembre, víspera de Navidad, cuando regresaba a casa luego de celebrar la Misa de Gallo de Nochebuena
Según
indicó Fides, el P. Adeleke, que fue ordenado sacerdote el 19 de agosto de
2017, fue alcanzado por una bala de un tiroteo cercano originado por una banda
de hombres armados en la localidad de Ogunmakin Obafemi Owode, una zona
peligrosa.
La portavoz del Comando de la Policía
Estatal, Abimbola Oyeyemi, confirmó
la muerte del sacerdote y remarcó que el incidente ocurrió en
Ogunmakin, donde el sacerdote había celebrado Misa.
“Los policías dispararon contra
los hombres armados. Algunos de ellos escaparon con heridas de bala”, agregó.
La muerte del P. Adeleke es la
última de una serie de ataques que parecen tener como blanco a clérigos y
cristianos en la nación de África Occidental, en donde se produce una ola de
inseguridad desde el año 2009, cuando inició la insurgencia del grupo
terrorista Boko Haram para convertir a Nigeria en un Estado Islámico.
El lunes 6 de diciembre, el P.
Joseph Ajayi, sacerdote de 49 años de la diócesis católica de Ondo, fue
secuestrado a lo largo de la carretera Akure-Ikere. La comunidad local llamó a
orar por su liberación.
Luego de 10 días, el P.
Godfrey fue liberado sin rastros de haber sido violentado. El Obispo
de Umuahia, Mons. Lucius Iwejáru Ugorji, afirmó que el regreso seguro del
sacerdote fue la respuesta de Dios a “nuestras oraciones”.
El 11 de octubre, un grupo de
hombres armados atacó el Seminario Mayor Cristo Rey de la Diócesis Católica de
Kafanchan y secuestró a tres seminaristas, que dos días después fueron
liberados.
En diciembre de 2020, el Obispo
Auxiliar de la Arquidiócesis de Owerri, Mons. Moses Chikwe, fue secuestrado y
también liberado ileso.
El 7 de octubre, líderes
cristianos de varias denominaciones en la parte sureste de Nigeria expresaron
su preocupación por el aumento de la inseguridad y la violencia en la región, y
sostuvieron que parte de Nigeria estaba cayendo en la anarquía.
Por Harumi
Suzuki
Fuente: ACI Prensa