El Papa ha pedido a sus colaboradores trabajo en equipo y colaboración para superar las «divisiones, facciones» y el ver al otro como enemigo
El Papa se dirige a los miembros de la Curia en su mensaje de Navidad. Foto: Vatican News |
El Papa Francisco ha pedido
humildad a los miembros de la Curia y los ha animado a trabajar juntos y evitar
que se creen «divisiones, facciones y enemigos», durante su tradicional mensaje de felicitación de la fiestas de Navidad.
Francisco ha recordado que esta
ocasión suele servir para dar un repaso de los males que aquejan a la jerarquía
católica. «Es también para cada uno de nosotros un momento de reflexión y de
revisión, para que la luz del Verbo, que se hace carne, nos haga ver cada vez
mejor quiénes somos y cuál es nuestra misión», recoge Efe.
En esta ocasión, el Papa ha
destacado que «este tiempo parece haber olvidado la humildad, o haberla
relegado a una forma de moralismo, vaciándola de la fuerza desbordante que
posee». En el aula de las Bendiciones, Francisco ha puesto a los responsables
del gobierno de la Iglesia el ejemplo del Naaman, el general enfermo de lepra
que aparece en el Antiguo Testamento. «Cada uno ha de tener la valentía de
quitarse la propia armadura, de desprenderse de los ropajes del propio papel,
del reconocimiento social, del brillo de la gloria de este mundo, y asumir su
misma humildad».
Corresponsabilidad
«Somos todos leprosos. Leprosos
en espera de ser curados», ha dicho el Papa a los prelados. Les ha recordado
que «lo contrario de la humildad es la soberbia» y que «sin humildad no podemos
encontrar a Dios ni experimentar la salvación» ni «encontrar al prójimo».
También les ha indicado, como
palabras clave, las tres que forman el lema del proceso sinodal iniciado en octubre: participación,
comunión y misión para un «estilo de humildad al que hay que aspirar».
Les ha indicado la necesidad de
la «corresponsabilidad» en su trabajo, para que «cada uno de nosotros se sienta
partícipe y corresponsable del trabajo, sin limitarse a vivir la experiencia
despersonalizadora de llevar a cabo un programa establecido por otra persona».
Salir de la complicidad y los
intereses
Ha instado asimismo a «construir
relaciones que vayan más allá del mero trabajo y fortalezcan los vínculos de
bien ayudándonos mutuamente». «Sin esto, corremos el riesgo de ser solo
extraños que trabajan juntos, rivales que intentan posicionarse mejor». Sería
incluso peor que, al establecerse relaciones entre ellos, «parecerían tomar el
aspecto de la complicidad por intereses personales, olvidando la causa común
que nos mantiene unidos».
Porque, ha advertido el Santo
Padre, «la complicidad crea divisiones, facciones y enemigos». En cambio «la
colaboración exige la grandeza de aceptar la propia parcialidad y la apertura
al trabajo en equipo, incluso con aquellos que no piensan como nosotros».
También ha exhortado a sus
colaboradores a salir de «la inmanencia y los intereses», pues alejan de la
verdadera misión de la Iglesia: «La pasión por los pobres, es decir, por los
carentes: aquellos que carecen de algo no sólo en términos materiales, sino también
en términos espirituales, emocionales y morales».
Conversión a la sobriedad
Respecto al próximo Sínodo sobre
la sinodalidad, Francisco les ha instado a no quedarse «encerrados en sus
propias convicciones, en sus propias experiencias, en la coraza de sus propios
sentimientos y pensamientos». «Sería un error pensar que el Sínodo es un
acontecimiento reservado a la Iglesia como entidad abstracta, alejada de
nosotros. Y nosotros miembros de la Curia, debemos ser los primeros en
comprometernos a una conversión a la sobriedad», les ha indicado.
Asimismo les ha requerido que
sean los primeros «en intentar vivir con transparencia, sin favoritismos ni
grupos de influencia». Para ello es necesario convertirse a «un estilo
diferente de trabajo, de colaboración, de comunión; y esto solo es posible a
través de la senda de la humildad».
El último consejo del Papa a la
jerarquía ha sido recordar «su lepra» y huir «de la lógica de la mundanidad que
nos priva de las raíces y las ramas». «Dejémonos evangelizar por la humildad
del Niño Jesús», ha exhortado. «He aquí la lección de la Navidad: la humildad
es la gran condición de la fe, de la vida espiritual, de la santidad».
Fuente: Alfa y Omega