El Pontífice subrayó que cuidar a las personas con discapacidad “no es un gesto unidireccional, sino un intercambio de dones
| El Papa Francisco bendice a una joven con discapacidad en la audiencia de hoy. Captura de Youtube de Vatican News |
El Papa Francisco afirmó ayer por la mañana, en el Aula Pablo VI del
Vaticano, que “toda persona humana es preciosa, tiene un valor que no
depende de lo que tiene ni de sus capacidades, sino del simple hecho de que es
una persona, la imagen de Dios”.
Así lo indicó el Santo
Padre en la audiencia que concedió a los miembros del Instituto Seráfico de
Asís, con motivo del 150 aniversario de su fundación. Esta obra promueve y
desarrolla actividades de rehabilitación, psicoeducativas, y sanitarias para
niños y jóvenes con discapacidad física e intelectual.
El Papa resaltó que “si
la discapacidad o la enfermedad hacen la vida más difícil, esta no es menos
digna de ser vivido y vivida en plenitud. Después de todo, ¿quién de nosotros
no tiene límites y no se enfrenta, tarde o temprano, a limitaciones,
incluso graves?”.
El Papa Francisco
destacó luego que “es importante mirar a la persona con discapacidad como uno
de nosotros, que debe estar al centro de nuestro cuidado y preocupación, y
también al centro de la atención de todos y de la política. Es un
objetivo de la civilidad. Al adoptar este principio, uno se da cuenta de
que la persona con discapacidad no solo recibe, sino que da”.
En ese sentido, el
Pontífice subrayó que cuidar a las personas con discapacidad “no es un gesto unidireccional,
sino un intercambio de dones. Los cristianos encontramos en el
Evangelio del amor, pienso en la parábola del buen samaritano, una razón más
para todo esto. Pero el principio es válido para todos, inscrito como está en
la conciencia, lo que nos hace sentir nuestra condición de unidad entre todos
los seres humanos”.
El Papa también recordó
la visita que hizo al Instituto en 2013 en Asís, y recordó el ejemplo de San
Francisco, que “se hizo pobre, siguiendo el ejemplo de Jesús, para estar
plenamente del lado de los más pequeños. Su abrazo a un leproso
encierra el sentido de toda su vida. En su testamento dice que fue con ese
abrazo que comenzó su conversión. En aquellos enfermos y marginados vio a
Jesús, se inclinó sobre sus heridas”.
Al hacer eso, continuó
el Papa, San Francisco “los puso en el centro de la atención de la sociedad,
incluso entonces tentado por esa ‘cultura del descarte’ que hace que la riqueza
se concentre en manos de unos pocos, mientras que muchos quedan al margen, percibidos
como una carga, apenas digna de una limosna”.
“San Luis de Casoria,
como verdadero franciscano, había asimilado el mensaje del Seráfico Padre. En
su caridad creativa y generosa, no lo pensó dos veces cuando, en peregrinación
a Asís, rezando ante el Crucifijo, escuchó su voz que, con un triple ‘sí’,
confirmó su inspiración para fundar un instituto dedicado a los ciegos, sordos
y mudos, categorías que en ese momento carecían del apoyo social necesario”,
dijo el Papa sobre el origen de la institución.
Francisco indicó además
que no solo los padres y las personas de buena voluntad deben asistir a las
personas con discapacidad, sino que “el Estado y la administración
pública deben hacer su parte. Muchas familias no pueden quedarse solas,
obligadas a luchar para apoyar a los niños en dificultad, con la gran
preocupación del futuro que les espera cuando ya no puedan acompañarlos más”.
El Papa resaltó luego
dos iniciativas del Instituto Seráfico: la adoración Eucarística permanente,
que tuvo que ser suspendida temporalmente por la pandemia; y una escuela
sociopolítica para “estimular a la sociedad a repensarse a partir de los
últimos.
“Queridos hermanos y
hermanas, sigan las huellas de los santos. Que su trabajo tenga
siempre el sabor y la alegría de la misión. Cada sonrisa de sus hijos será la
sonrisa de Dios para ustedes. Los bendigo de corazón y les pido que recen por
mí”.
Por Walter Sánchez Silva
Fuente: ACI Prensa





