La fe de los niños aumentó pese a perder todas sus cosas materiales
David y Belinda Goodwin, con sus nueve hijos |
La numerosa familia Goodwin, un matrimonio australiano con nueve
hijos, no olvidará aquella tarde del pasado mes de septiembre en el que la
desgracia les pudo haber sacudido gravemente. Faltó muy poco. Su casa ardió con la madre y
todos los hijos menores, el padre y el hijo mayor estaban trabajando, mientras
estaban dentro de la casa. Finalmente lograron salir y este
acontecimiento les sirvió para afianzar la ya de por sí fuerte fe católica de
esta familia de Brisbane.
“Nadie resultó
herido por la gracia de Dios”, confiesa la madre Belinda, recordando aún
como todos descalzos y al otro lado de la calle observaban cómo su hogar se iba
calcinando.
En un momento dado los niños notaron “algo que brillaba en la caja
de juguetes que estaba contra la pared”, cuenta la madre. Los pequeños decidieron mover la
caja y entonces una llama entró en la habitación.
Corrieron a buscar a su madre, la despertaron y ella fue corriendo
a aquel cuarto. “Vi que la pared estaba llena de ampollas”, recuerda. Ante la
situación que se cernía sobre ellos, agarró a los niños y bajó corriendo escaleras gritando para
avisar al resto de hijos que había en casa.
Uno de ellos estaba en el sótano rezando el Rosario y escuchó los
gritos. “Llevé a los niños al otro lado de la calle y cuando miré hacia atrás, todo el
piso de arriba ya no se veía”, agrega la madre.
Tal y como cuenta al Catholic Leader, en cuestión de minutos, el fuego
se había extendido y traspasado la pared, y el piso superior era "una bola de fuego".
David Goodwin estaba en la ciudad en una reunión cuando recibió el
aviso de su hija de que la casa estaba en llamas. “Asegúrate de que los niños estén fuera y cuéntalos de nuevo”, le
dijo. Hasta en seis ocasiones el padre llamó para pedir que nuevamente contara
si estaban todos los hijos.
El padre de familia tiene grabada la imagen que vio cuando llegó
corriendo a su hogar. “De un lado estaba la casa en llamas y del otro la
familia. En una fracción
de segundo ves lo que es realmente importante”, cuenta.
Aquel día la familia perdió muchas cosas: amados recuerdos
familiares, ropa, joyas, libros, uniformes, dispositivos electrónicos… “Fue un
día increíblemente malo cuando nuestra casa se quemó, pero honestamente no puedo decir que hayamos tenido un mal día
desde entonces”, agrega el padre de familia.
La experiencia de la
providencia
Porque lo que no podían esperar es el apoyo de los vecinos, y
sobre todo de la parroquia. En cuestión de horas, la comunidad católica había dado todo lo necesario para
poder ir sobreviviendo.
"Fue la primera vez que vi una amabilidad realmente enorme y
abrumadora... gente que
tenía mucho menos que nosotros dándonos tanto", afirma emocionada
Belinda.
Cuando David Goodwin tuvo la oportunidad de ver después del
incendio lo que quedaba de sus pertenencias pudo confirmar que la casa había
sido destruida. Cualquier
cosa que no hubiera sido tocada por el fuego fue dañada por el agua esparcida
por los bomberos.
Hallazgos muy sacramentales
En la planta de arriba quedó todo destrozado. Tras subir con la
ayuda de una escalera, David encontró de manera providencial su anillo de
bodas, y otras dos cosas: sus copas de bautizo. "De todo el piso de arriba, eso es todo lo que quedó, un anillo
de bodas y dos copas de bautizo, supongo que es bastante sacramental",
afirma divertido el padre de familia.
En tres semanas, la familia pudo encontrar un alquiler adecuado
para nueve niños. La comunidad los ayudó con sofás, frigoríficos, la escuela de
ballet local volvió a equipar todos los uniformes de ballet, la escuela se hizo
cargo de los uniformes y fiambreras, libros…
Pero lo que más llamó la atención de los padres fue que el fuego
sí había cambiado en algo a sus hijos: se tomaban más en serio su fe. Querían
rezar más, querían tener más tiempo de adoración… “Si resulta que todo esto sirvió para que uno de nuestros hijos
esté mejor y mantenga su fe, entonces lo volveríamos a hacer”, asegura
Belinda.
Los Goodwin han pasado esta Navidad con familiares en otra casa, y
han vuelto a experimentar la providencia. "Dios no vino a una familia
rica, vino en una muy pobre. Y para todo el camino, José y María fueron
provistos; tenían que dar
un paso constante en la fe y eso es lo que creo que los católicos tenemos que
hacer”, dice el padre sobre el suceso que han vivido.
“Cuando pasas por uno de estos (eventos de la vida), es un
recordatorio fresco y realmente rápido de lo que realmente cuenta. Y Dios provee, realmente lo hace",
agrega.
Una familia con las cosas
claras
Esta familia ya era conocida en
la diócesis de Brisbane antes del terrible incendio que asoló su casa.
Tiempo antes habían hablado de su fe y de cómo enfrentarse con tantos hijos al
mundo actual sin necesidad
de tener televisor en casa, ni teléfonos móviles con redes sociales para los
hijos.
"Nuestros
hijos no están exentos de defectos", contaba la madre de Thomas,
Emma, Samuel, Charlotte, Lily, Sarah, Lucy, Maximilian y Gretel. “(Pero)
no les importa la presión de los compañeros, el mayor problema que tengo es que
se queden despiertos hasta tarde hablando todas las noches”.
Los hijos han aceptado sin problema la regla de "no televisión, videojuegos,
teléfonos inteligentes, tabletas o dispositivos musicales personales así
como un acceso limitado al ordenador".
Belinda afirmaba que se comprometieron a resistir las “presiones modernas para darles dispositivos a los
niños” pero a la vez permaneciendo en el mundo real. “Los niños
mayores tienen direcciones de correo electrónico, principalmente para el
trabajo escolar. A excepción de Tom, que terminó la escuela, los otros niños no
están en las redes sociales. Los dispositivos pueden ser dañinos y peligrosos,
y simplemente no son necesarios”, agrega la madre.
En su opinión, “sin
un televisor, los niños no ven muchas de las formas inmorales en que vive la
gente y, en cambio, pasan sus años más formativos siendo instruidos
por nosotros en lo que está bien y lo que está mal. No están expuestos a
imágenes o comportamientos inapropiados que sus ojitos simplemente no deberían
ver".
Ella explica que los hijos están bien ocupados con "una
combinación de estudio, violín, baile, liga de rugby, debates y actividades
extraescolares", mientras pasan su tiempo libre "jugando al aire
libre, leyendo un libro o hablando y jugando".
Por ello, cree que una
biblioteca en casa con "una gran selección de libros" es clave para
su diversión y adquisición de conocimientos. También lo son las
relaciones entre pares con "jóvenes de buen carácter".
La transmisión de la fe
“Nuestros niños asisten a Misa, rezan el Rosario con la familia
todos los días, asisten regularmente (al sacramento de) la confesión y visitan
(a Jesús en) el Santísimo Sacramento. Hemos enseñado a nuestros hijos a ser fuertes, a ser líderes y a
defender siempre lo que es correcto, incluso si nadie más lo cree".
Sabe que sus hijos no son perfectos, que tienen defectos, como
ella misma. Belinda dijo que ella tampoco. “Rezo para que Dios me ayude a ser una mejor madre y esposa. Me
he acostumbrado a orar por la voluntad de Dios en mi vida y en la vida de mi
familia... porque al hacer la santa voluntad de Dios, es cuando seremos más
felices”, afirmaba.
J. L.
Fuente: ReL