María “ha debido sostener ‘el escándalo del pesebre
Aciprensa |
En su primera homilía del año nuevo 2022, en la Solemnidad de María Madre
de Dios, el Papa Francisco alentó a ser como la Virgen, que ante el “escándalo
del pesebre”, es decir ante la realidad de haber dado a luz al Salvador del
mundo en un lugar para animales, no se desanima sino que asume la actitud de
custodiar y meditar; algo que es ejemplo para todos.
Sobre el hecho de que el
Niño Jesús nace en Belén y es acostado en un pesebre, el Papa dijo: “¡Dios
viene allí! ¡No hay una vía preferencial, ni siquiera hay cuna! Esta es la
belleza de verlo acostado en un pesebre”. Y María “ha debido sostener ‘el
escándalo del pesebre’”.
“¿Cómo tener juntos
el trono de rey y el pobre pesebre? ¿Cómo conciliar la gloria del
Altísimo y la miseria de un establo?”, cuestionó el Papa.
El Papa destacó que,
“mientras otros, frente al escándalo del pesebre, estarían tomados por la
desesperación, ella no: custodia meditando. Aprendemos de la Madre de Dios esta
actitud: custodia meditando. Porque también a nosotros nos toca tener
que soportar algunos ‘escándalos de pesebre’”.
“Esperamos que todo vaya
bien y luego llega, como un rayo en el cielo sereno, un problema inesperado. Y
se crea un doloroso choque entre la expectativa y la realidad. También ocurre
en la fe, cuando la alegría del Evangelio se pone a prueba por una
situación dura en la que se debe caminar”.
Ante esto, continuó el
Papa Francisco, “hoy la Madre de Dios nos enseña a obtener un beneficio de este
choque. Nos muestra que es necesario, que es el camino estrecho para llegar a
la meta, la cruz sin la cual no se resucita. Es como un parto doloroso
que da vida a una fe más madura”.
“Me pregunto, hermanos y
hermanas, ¿cómo cumplir este pasaje, cómo superar el choque entre lo ideal y lo
real? Actuando, justamente, como María: custodiando y meditando”.
El Santo Padre resaltó
que “antes que nada María custodia, es decir no se dispersa. No rechaza
lo que sucede, conserva en el corazón cada cosa, todo lo que ha visto y
oído. Las cosas bellas, como lo que le había dicho el ángel y lo que le había
contado los pastores, pero también las cosas difíciles de aceptar: el peligro
de estar embarazada antes del matrimonio y la angustia desoladora del establo
donde ha parido”.
“Esto hace María: no
selecciona sino que custodia. Acoge la realidad como viene, no intenta camuflar
ni cambiar la vida, sino que custodia en el corazón”, dijo Francisco.
Hay además una “segunda
actitud. ¿Cómo custodia María? Custodia meditando. El verbo
empleado en el Evangelio evoca la relación entre las cosas: María confronta
experiencias distintas, encontrando los hilos escondidos que las unen”.
El Papa subrayó que la
Madre de Dios, “en su corazón, en su oración cumple esta operación
extraordinaria: relaciona las cosas bellas y aquellas feas, no las separa sino
que las une. Y por esto María es la Madre de la catolicidad”.
“Podemos, forzando el
lenguaje, decir que por esto María es católica, porque une, no separa.
Y así aferra el sentido pleno, la perspectiva de Dios. En su corazón de madre
comprende que la gloria del Altísimo para por la humildad: acoge el designio de
la salvación por el cual Dios debía estar en un pesebre”.
El Papa indicó que “esta
mirada inclusiva, que supera las tensiones custodiando y meditando en el
corazón, es la mirada de las madres, que en las tensiones no separan, las
custodian y así crece la vida. Es la mirada con la que tantas madres abrazan
las situaciones de los hijos”.
“Y María va así, hasta
el calvario, meditando y custodiando, custodia y medita. Me vienen a la
mente los rostros de las madres que asisten a un hijo enfermo o en dificultad.
¡Cuánto amor hay en sus ojos, que mientras lloran saben infundir motivos para
esperar!”.
La suya, dijo Francisco,
“es una mirada consciente, sin ilusiones, y sin embargo junto al dolor y los
problemas ofrece una perspectiva más amplia, la del cuidado, del amor
que regenera la esperanza”.
El Santo Padre señaló
luego que “la Iglesia es madre, es madre así, la Iglesia es mujer y mujer así.
Por esto no podemos encontrar el lugar de la mujer en la Iglesia sin reflejarla
en este corazón de mujer-madre. Este es el lugar de la mujer en la Iglesia, el
gran lugar del cual derivan otros más concretos, más secundarios. Pero la
Iglesia es madre, la Iglesia es mujer”.
Después Francisco pidió
detener la violencia contra la mujer y aseguró que “herir a la mujer es ultrajar a Dios”, por
lo que pidió trabajar juntos para superar este mal que afecta a muchas en el
mundo.
Para concluir, el Papa
alentó a invocar a la Virgen “como hacía el Pueblo de Dios en Éfeso, repitamos
tres veces su título de Madre de Dios, todos juntos: ‘¡Santa Madre de Dios,
Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!’”.
Por Walter Sánchez Silva
Fuente: ACI Prensa