Siempre tuvo claro que su lugar eran las misiones
El misionero Agustín Cuevas
falleció el pasado 7 de febrero, en Madrid, a los 77 años tras pasar casi 50
años en África ayudando a aquellos que más lo necesitaban. Trabajando por los
más débiles en situaciones difíciles como en el conflicto armado en República
Centroafricana
Agustín
Cuevas nació en Belmonte, Cuenca, el 25 de noviembre de 1944. Con 29 años se
ordena sacerdote en Salamanca, el día 22 de abril de 1973. Don Agustín pasó por
las casas salesianas de Béjar (Salamanca) y el Paseo de Extremadura (Madrid).
Pero siempre tuvo claro que su
lugar eran las misiones. Y ya en 1973 nos lo encontramos en
Guinea Ecuatorial, en la primera presencia salesiana en este país, en Bata.
Desde ese momento, África se adueñó de su corazón y de sus manos.
Ya sólo le veríamos en España para pasar unas breves vacaciones y estar unos
días en familia.
En República Centroafricana paso una de las
épocas más difíciles ya que tras estallar la guerra en el país, la misión de
Galabadja que él dirigía, tuvo que acoger a más de 60.000 personas que huían de
la violencia.
Fueron momentos complicados porque había que organizar, dar de
comer y hacer letrinas para todas esas personas. Además, Agustín contaba a los medios de
comunicación que “entraban personas con armas que podrían ser para
defenderse o para atacar, tuvimos que organizar cacheos y turnos de guardia
durante la noche para evitar asaltos”.
Durante
todo ese tiempo, el misionero salesiano fue nuestras manos para ayudar y
nuestros ojos para ver todo lo que estaba ocurriendo.
Estrechó las manos del Papa Francisco cuando visitó el país en 2015. Nunca tuvo
miedo. Podías estar hablando con él por teléfono y escuchar tiros por detrás,
pero siempre decía que “todo va bien. No podría estar en otro sitio”.
En Camerún, pasó sus últimos años de misión más
tranquilo y dando su testimonio de vida a los Salesianos más jóvenes del
Teologado de Yaoundé.
Desde el 7 de febrero, Agustín nos sigue viendo con su mirada azul
y acompañándonos desde el Cielo. ¡Descansa en paz, querido Agustín!
Misiones Salesianas
Fuente: Aleteia