Este clásico manual católico escrito en el siglo XVI por Lorenzo Scupoli muestra una eficaz estrategia con 4 claves para alcanzar la santificación
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En
muchas de las cartas que escribió san Francisco de Sales,
recomendaba a sus amistades: “lea El combate espiritual”.
Dijo el gran santo que este valioso manual fue su director espiritual por
muchos años.
Este texto, escrito por el padre Lorenzo Scupoli en
1589, nos plantea un gran reto: batallar por conseguir la santidad, a la
cual TODOS estamos llamados.
Para dar una idea general del contenido de este libro, he dividido
esta reseña en 4 partes, que he llamado con títulos de películas famosas.
¿Por qué? Porque cada vez que combatimos nuestras malas
inclinaciones, como plantea este manual, somos como los héroes del
cine: ¡extraordinarios!
De entrada, el título de este libro sugiere que nos van a hablar
de lucha, exigencia, coraje, batallas sin tregua…
Pero ¿dónde es el combate? ¿Contra quién? Es en nuestro
interior y contra nuestro peor enemigo: nosotros mismos.
Dice el padre Scupoli que muchas personas creen que la vida
espiritual consiste solamente en muchas misas, penitencias, oraciones y
devocionales. Gran error.
Opina que todo eso es muy útil y necesario, pero que la esencia de
la vida espiritual consiste en “reformar pensamientos, sentimientos y
actitudes, no dejar que las malas inclinaciones se
desborden libremente» (pág. 5).
Queda
claro que el
combate es contra nuestra natural inclinación al mal: imperfecciones
y defectos agravados por el excesivo cariño que nos
tenemos; esa tendencia comodona a darnos gusto en todo, incluso escogiendo
hasta “las
prácticas piadosas que nos agradan y rechazando las que nos parecen molestas”.
Este libro nos ayuda a reconocer que estamos muy lejos de hacer la
voluntad de Dios, y a lanzarnos de cabeza por la santidad.
Y nos recuerda que “todo lo que vale, cuesta” y que
el premio que recibiremos es muy grande: la corona de la santidad que Dios
tiene preparada cada uno.
De entrada, dice el padre Scupoli que este es un libro para gente
con aspiraciones. Entonces nos anima a ser valientes y tomarnos muy en serio
las palabras de Jesucristo:
“Si alguno
quiere venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo”
Mt. 16,24
Además, nos dice que la victoria está garantizada.
Como el Señor combate con nosotros, y Él lo hace casi todo, quien
persevere en esta batalla, lo logrará.
Porque lo que se premiará es el esfuerzopor permanecer fieles a la
voluntad de Dios, no la perfección.
No importa cuántos combates perdamos; mientras batallemos contra
nuestro pecado, al final, el Señor nos premiará.
Por si alguno todavía cree que no tiene nada que corregir en su
interior, el texto nos facilita una serie de “señales”, para evaluar qué tal
vamos en nuestro camino espiritual. Aquí las transcribo a manera de test:
- ¿Desea
que lo prefieran sobre los otros?
- ¿Es
caprichoso y rebelde, obstinado en su propio parecer?
- ¿Está
pendiente de las faltas y miserias ajenas?
- ¿Si
alguien lo critica, estalla indignado?
- ¿Se
enoja cuando le dicen que lo importante no es estar rezando, sino su amor
a Dios y al prójimo?
- Cuando
el Señor, “para llevarle a mayor perfección”, permite que le lleguen
pruebas (enfermedades, contrariedades), ¿estalla en quejas y protestas?
Entre mayor sea el número de respuestas afirmativas a estas
preguntas, más bajo estamos en la escalera de la santificación.
¿Qué sigue? Identificar cuáles son nuestras debilidades
y escoger nuestro defecto dominante para combatirlo como
dice otra famosa película: Sin Piedad.
Aquí aplica aquello de “divide y reinarás”; dice el manual que
debemos atacar nuestras imperfecciones de una en una, y jamás
olvidar que solos, fracasaremos, pero con la ayuda de Dios, triunfaremos.
En el texto encontramos muchos ejemplos claros y concretos, sobre
cómo podemos atacar los defectos que nos alejan de la santidad, haciendo
cada día algo a favor de la virtud que estamos tratando de conseguir, y en
contra del vicio que queremos evitar.
Este combate es muy largo. Debemos batallar los 365 días del año y no dejar de
luchar, sino hasta cuando el Señor nos llame “a calificar
servicios”.
Tendremos momentos difíciles; seguramente perderemos muchas
batallas, pero al final, lo lograremos. La clave está en nunca confiar
en nuestras propias fuerzas.
Además, este manual detalla todas las armas que
tenemos: la ayuda de la santísima Virgen, san Miguel Arcángel,
la oración, la eucaristía, la mortificación,
las jaculatorias y
lo más importante, la humildad.
La
indicación es clara: no rendirnos nunca. Por más desesperada que sea nuestra
situación, “aunque parezca que nos sangra el corazón y el alma agoniza de
sufrimiento”, hay que perseverar.
El padre Scupoli nos invita a escoger la puerta estrecha,
que es la que conduce a la santidad.
Es un camino exigente, pero también muy gozoso porque vemos que cada defecto
que se encomienda al Señor, enseguida mejora.
Siempre que nos llevamos la contraria, por amor al Señor, es
decir, con la única intención de agradarle, estamos cumpliendo el primer
mandamiento; entonces vivimos en estrecha amistad con Dios, y la vida es muy
bella así.
Este es un libro muy provechoso, y se encuentra en la web.
Contiene una estrategia sencilla para alcanzar la santidad: combatir cada
día por agradar a Dios y con la ayuda de Dios. Infalible.
Un último mensaje esperanzador: así tengamos 99 años, podemos
santificarnos. No olvidemos la “Parábola de los obreros de la viña” (Mt. 20 1,
16).
Allí dice que el Señor pagó a todos por igual, a los que llegaron
temprano y a los que llegaron de último. El Señor es inmensamente generoso y
quiere que todos seamos santos.
Sigamos el sabio consejo de san Francisco de Sales, consultemos
este valioso manual y vamos, ¡a por esa corona!
Claudia Elena Rodríguez
Fuente: Aleteia