El nuevo obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, monseñor José Ignacio Munilla, ha tomado posesión este sábado 12 de febrero en la Catedral de Orihuela
| Monseñor Munilla entra en Orihuela, según la tradición, montado en una mula blanca |
Allí estuvo acompañado por un nutrido grupo de obispos
venidos de toda España entre los que no faltó el Cardenal Cañizares, don Luis
Argüello Secretario General y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, ni
el Nuncio del papa en España, don Bernardito Auza.
La jornada fue muy intensa para Monseñor Munilla pues
cumplió con el protocolo ceremonial cuyo origen se remontan a la creación del
Obispado de Orihuela, por parte de su primer prelado, Gregorio Gallo de
Andrade, en marzo de 1566. Se trata de una entrada pública que a día de
hoy solo se conserva en Sigüenza y Orihuela.
La jornada comenzó con una primera parada, a las 11:30
horas, en Cox, como marca la tradición desde que el Obispo Tormo inaugurara
allí un Palacio Episcopal en 1733. Una vez en Orihuela, el obispo entrante
visitó la ermita de San Antón y desde allí se dirigió hasta las puertas
históricas de la ciudad a lomos de una mula blanca, entrando en la Catedral
pasadas las 17:30 horas. El día siguiente, el domingo 13 de febrero, el nuevo
obispo oficiará la misa de recepción en la ciudad de Alicante, en la
Concatedral de San Nicolás.
“¡Jesús, Jesús, Jesús!”
El nuevo obispo de Orihuela-Alicante inició su homilía
señalando que “todo cuanto queremos decir hoy al mundo se resume en una
palabra que es un nombre propio: ¡Jesús, Jesús, Jesús!”. Por ello invitó a
todos los presentes a compartir con él “estos tres gritos de fe: ¡Viva Jesús!,
¡Viva la Madre de Dios!, ¡Faz Divina!...”, a los cuales toda la asamblea respondió
con tres “¡Viva!”. Y añadió que “con estas tres jaculatorias que hemos elevado
al cielo, bien podría dar por concluido esta homilía, ya que es imposible que
diga nada que pueda mejorar el grito de gozo y gratitud por el misterio del
amor de Dios al mundo”.
Sin embargo, don José Ignacio manifestó su deseo de
profundizar en un reciente mensaje que envió a redes sociales: “Baila como
si nadie te estuviese mirando. Ama como si nunca te hubiesen herido. Trabaja
como si no necesitases dinero”.
“Baila como si nadie te estuviese mirando”
El nuevo obispo en este primer punto de la homilía
propuso esta reflexión porque “en realidad, lo único importante es la mirada de
Dios… ¡Las cosas son lo que son para Dios, y nada más!”. En última
instancia, “actuar en conciencia es lo mismo que vivir en presencia de Dios, ya
que nuestra conciencia no es otra cosa que la mirada latente de Dios en nuestra
vida”, señaló el prelado donostiarra.
Es importante actuar así, pues “de lo contrario, la
vanidad acaba siendo el motor de nuestra vida, o los miedos y temores al
fracaso nos terminan por paralizar, o incluso nuestra propia autoestima se
resiente gravemente, hasta el punto de hacernos entrar en profundas crisis de
identidad”.
Ama como si nunca te hubiesen herido
En este segundo punto de su mensaje en las redes y
ahora hecho homilía, el prelado puso sobre la mesa las muchas heridas del mundo
actual “provocadas por habernos fallado profundamente los unos a los otros”.
Pero también recordó que el corazón de las personas “no es de quien lo
rompe, sino que el corazón es de quien lo repara”, y por tanto, “nuestro
corazón tiene dueño, y es el Corazón de Jesús”.
Por tanto invitó a todos a poner el amor en el centro:
“Amar a fondo perdido no es de tontos -explicó-, sino que es de sabios.
Jesús nos dijo aquello de: ‘No devolváis mal con mal, al contrario, venced el
mal a fuerza de bien’ y ‘amad a vuestros enemigos’, y ha llegado el momento de
ponerlo en obra”.
La tarea no será fácil, el nuevo obispo es consciente
de ello, pues vivimos en una sociedad en la que “hay poco espacio para el
diálogo y para el encuentro de diferentes. A quien no piensa como nosotros hay
que silenciarlo”. Es la cultura de la cancelación que “el Papa
Francisco ha puesto al descubierto en su discurso de inicio de año ante el cuerpo
diplomático internacional acreditado en la Santa Sede”.
Pero aunque esto sea así, “estamos ante una
oportunidad histórica única para mostrar ante el mundo que la Iglesia es un
espacio de encuentro y diálogo en el que todo el mundo tiene cabida, tal y como
estamos subrayando en la fase diocesana del Sínodo sobre la
sinodalidad, sin que ello suponga ceder al relativismo; sino haciendo del
encuentro entre diferentes un seudo ‘sacramento’ para la expresión del
mandamiento cristiano del amor al prójimo”.
Trabaja como si no necesitases dinero
El tercer momento de su homilía lo dedicó a la
importancia del trabajo hecho como vocación de servicio: “La tarea de la
Iglesia se encuadra más en la categoría de la vocación que en la de la
profesión”. Y de hecho, los católicos “estamos llamados a presentarnos ante
el mundo, no apoyados en los medios humanos, sino en la fuerza del Espíritu
Santo”.
Y dando un paso más allá explicó que “la pobreza
evangélica no se refiere solamente al dinero –que también— sino a todo apego
que nos impida tener un corazón desprendido para poder amar a Dios. Por
ejemplo, es clave que vivamos la pobreza de ambiciones y de honores humanos”.
¿Cuál debería ser pues la correcta actitud? Don José
Ignacio señaló que “la tarea de la evangelización requiere de nosotros
que compitamos por ocupar el último puesto. Competiremos por coger la
escoba y por servir a los más humildes. Cuando los pobres, los enfermos, los
ancianos, los presos, los solitarios, los depresivos… llegan a cambiar nuestros
horarios, planes, previsiones, el estado de nuestra cuenta corriente, entonces
habrá entrado Jesús en nuestra vida”. Y pidió a Dios “que nos libre de los
criterios mundanos que hacen infecunda la tarea de la evangelización”.
Finalmente concluyó como empezó: invocando tres veces
“¡JESÚS, JESÚS, JESÚS!”, y continuó: “Podéis olvidar todo lo que he dicho en
esta homilía, menos la invocación del nombre de Jesús, que es el único que
puede salvarnos (cfr. Hch 4, 12)”.
A continuación puedes ver la ceremonia de toma de
posesión en el siguiente vídeo:
Fuente: ReL





