Clarisas, carismáticos, Chesterton... el camino de fe de la pintora Michelle Paine
![]() |
La pintora Michelle Paine cuenta su testimonio de conversión al catolicismo, con una experiencia espiritual en una misa |
Michelle Arnold Paine es una pintora norteamericana educada en una
familia protestante devota, que estudiando arte en Italia se planteó lo que significaba la
comunión y la unidad en Cristo. Ha contado su testimonio de
descubrimiento de la fe católica en CHnetwork.
Una niña protestante con fe
De niña, en casa rezaban, leían la Biblia e iban los domingos a
una iglesia protestante. Le
gustaba lo que aprendía sobre Dios en la escuela dominical y memorizó varios
versículos.
Su abuelo materno era católico practicante: él iba a misa por su cuenta, solo, muy pronto por la mañana. La madre de Michelle explicó a su hija algunas cosas sobre los católicos: que iban a misa, que se confesaban y que no comían carne los viernes. Pero no sabía mucho más. De niña, Michelle sólo estuvo en una misa católica, en un funeral.
Ella no tuvo más contacto ni interés por el catolicismo hasta que
estuvo en Italia como estudiante.
En Italia, carismáticos
católicos y clarisas
"Los estudiantes estábamos en Orvieto, alojados en una casa de religiosas.
Hablábamos con ellas y con la gente del pueblo. Me invitaron a la oración de la noche en las
clarisas, en el convento local. Y también a un encuentro de oración carismática católica".
Dos años después, con la universidad recién terminada en EEUU,
Michelle volvió a Orvieto como ayudante en un programa de arte y estudios, sin
saber muy bien qué hacer a partir de ahí. El futuro era como "un lienzo en
blanco".
Decidió que quería
conocer mejor a la comunidad carismática católica que había visitado dos años
antes. Pensó que podía orar con estos
carismáticos de vez en cuando. "Tenían un corazón lleno de fuego,
eran cálidos y hospitalarios. Y podía también hablar con las hermanas en el
convento".
Crecer en la fe en Orvieto
Orvieto tiene unos 20.000 habitantes. No tiene muchos jóvenes, y
los estudiantes de intercambio
que llegaban cada año de universidades protestantes norteamericanas
destacaban en la ciudad.
Muchas veces las religiosas veían a los chicos americanos leyendo la Biblia y rezando con
ella por las escaleras o jardines. "Cada mañana abrimos la capilla,
si queréis podéis rezar allí", decían ellas. "Les gustaba ver que
muchos tenían una rutina de devociones matinales, pero les asombraba que no se
focalizara en la iglesia [edificio]", dice Michelle.
En su cuenta de Facebook,
Michelle explica que en
esta segunda estancia en Orvieto leyó el libro de G.K. Chesterton sobre
san Francisco de Asís. "Leyéndolo, empecé a pensar en la Redención de
una nueva forma. La Redención no es sólo quitar el pecado y cancelar una deuda;
la redención significa una
renovación completa y radical, una restauración de la Creación maravillosa y
asombrosa que Dios siempre quiso que fuéramos". Para un artista,
la idea de crear nueva belleza siempre será más inspiradora que la de cancelar
deudas.
El punto clave de la conversión de Michelle le sucedió acudiendo a misa a la catedral de Orvieto, una
joya gótica del siglo XIV, que abre cada día y recibe a la vez devotos y
turistas.
El milagro eucarístico de
Bolsena
En una capilla de la catedral de Orvieto se guardan los corporales
-unos paños de lino- manchados de sangre del milagro
eucarístico de Bolsena, bastante bien documentado.
En 1263, un sacerdote llamado Pedro de Praga, se detuvo en la
iglesia de Santa Cristina en el pueblo de Bolsena, volviendo de una
peregrinación a Roma. La peregrinación no había borrado sus dudas sobre la
presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Entonces, en
la consagración, la Hostia empezó a sangrar. El sacerdote, al finalizar la
misa, envolvió la Hostia en los corporales de lino y la guardó, aunque
unas gotas de sangre cayeron al suelo de mármol (en Santa Cristina marcan el
lugar). Pedro acudió al Papa Urbano IV, que estaba en Orvieto. El obispo de
Orvieto acudió a Bolsena, recuperó la Hostia y los corporales y la Iglesia reconoció el
milagro. De hecho, la catedral de Orvieto se construyó para custodiar esta
Hostia y corporales, que se guardan en esa capilla lateral.
Urbano IV declaró al año siguiente, 1264, que toda la Iglesia universal
celebrase la fiesta de Corpus Domini, que había nacido en Lieja en 1247 y
hasta entonces sólo tenía una extensión local.
Unos 750 años después, Michelle, estudiante de arte de un continente que Pedro y Urbano
no podían ni imaginar, cristiana de una iglesia sin eucaristía, estaba
en misa en esa catedral.
"Sentí como si Dios me
hablara"
Al acabar la misa, saludó a un par de sus amigos católicos devotos y
alegres que estaban allí. Y sintió "como si Dios me hablara y me dijera: 'Sé que no estás convencida
del paño ensangrentado, pero ¿dudas de la vida de estas personas y de
lo que estás experimentando, de la experiencia del amor del Cuerpo de Cristo como
Iglesia? ¿Dudas de lo que pasa en el altar, y de lo que está pasando aquí,
ahora mismo, de la acogida que has encontrado?"
"Me di cuenta de que sí creía. Creía que Cristo está presente en la Eucaristía y que está
presente en la Iglesia. Y que es a través de la Eucaristía que podemos
ser hermanos, ser uno en todo el mundo", explica Michelle.
Se dio cuenta de que ella y otros estudiantes, siendo cristianos
protestantes, ya por el bautismo habían experimentado esa acogida. Pero intuía
que esa unidad podía ser mucho mayor, "sacramentalmente", con la
Eucaristía.
De vuelta a Estados Unidos, se dijo: "No puedo volver a Italia igual, siendo hermana, pero hermana
separada".
Acudió a la parroquia que tenía más cerca y habló con el párroco.
Por primera vez podía hablar sobre la fe en inglés. Entendió que hacerse católica era una decisión de por vida
y para todos los aspectos de la vida. No era como ir a un colegio
episcopaliano por la mañana, a un servicio pentecostal por la noche y a una
iglesia metodista los domingos, algo que muchos protestantes verían como
perfectamente normal.
"¿No será Italia, el
vino y los geranios?"
Había que plantearse en serio si en la Iglesia Católica estaba la
verdad. ¿No sería que ella
sufría de "una romantización italiana, afectada por el vino y los
geranios"? ¿Qué es lo que Dios pedía de verdad?
Durante medio año estudió la fe en serio y se reafirmó en su
convencimiento en la unidad a través de los sacramentos y la Iglesia. Después volvió a Italia y se confirmó y
entró en plena unión con la Iglesia en la misa de Pascua en la catedral de
Orvieto y asistieron sus amigos estudiantes. Era la primera
confirmación de un adulto en Pascua en mucho tiempo en ese templo.
En Italia siguió estudiando y conociendo, por ejemplo, a los
santos "ya no como
turista, sino como peregrina; ya no era a un nivel intelectual, sino de corazón".
María como Nueva Eva y como Escalera de Jacob
Entre los temas que desde entonces le fascinan, explica
entrevistada en Instagram, está el
contraste entre Eva, la madre caída de la humanidad, y María, la nueva Eva que
triunfa, un tema presente en el arte católico bajo muchas formas. Otro tema
mariano que le gusta es María
como "escalera de Jacob", un camino al Cielo, que trata a veces
el arte bizantino.
"Veinte años después, aún proceso todo eso a nivel profundo.
Mucho del arte que hago viene de esas experiencias. Hago cosas de arquitectura,
arte contemporáneo con escenas marianas, arte figurativo... supongo que
necesitaba que me pegaran en la cabeza con toda esa belleza, ir allí una y otra
vez", añade sonriente.
P. J. Ginés
Fuente: ReL