Un lustro después del fallecimiento de Paloma Gómez Borrero, que tuvo lugar el 24 de marzo de 2017, su sobrina Pilar todavía se sigue emocionando cuando la recuerda
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Paloma Gómez Borrero junto a san Juan Pablo II. Foto: Libros.com |
Este jueves se cumplieron cinco
años desde que Paloma Gómez Borrero se volvió a encontrar con su gran amigo el
Papa Juan Pablo II, al que acompañó como corresponsal en sus innumerables
viajes apostólicos por todo el mundo. «Me los imagino a los dos juntos en el
cielo, junto con mi madre y mi tío Alberto -marido de Paloma-, que también han
fallecido en estos años. Me encomiendo mucho a ellos», confiesa Pilar
Gómez-Borrero, sobrina de Paloma –y periodista como su tía–, a la que pudo
acompañar en sus últimos días en la tierra.
«Cuando la ingresaron,
lógicamente no sabíamos que le quedaban 14 días de vida. Pero como tenía que
estar en el hospital pues salió la idea de que empezara a relatar sus muchas
anécdotas para que yo las recogiera en una grabadora». Paloma, sin
embargo, se murió el 24 de marzo de 2017 sin haber culminado la
obra. Tras el fallecimiento, «pensé en recuperar el proyecto que habíamos
comenzado juntas, pero como terapia, o para sobrellevar tanta tristeza, más que
para otra cosa». Entonces, «comencé a recopilar todas las anécdotas que sabía,
así como sus intervenciones, para hacer un libro simpático, ameno, en el que
fuera ella misma la que contara las historias, porque era una experta en este
campo», asegura su sobrina.
De entre todas
ellas, que están recopiladas en el libro Si vas a Roma, llama a Paloma (Libros.com), Pilar considera que la más completa es la
que ocurrió cuando falleció en Roma el entonces prelado del Opus Dei, el hoy beato
Álvaro del Portillo. «El periodista Alfredo Urdaci estaba en casa de mi tía en
ese momento y se fueron los dos para allá». Después de informar de lo sucedido,
«un guardia de seguridad les informó de que la prensa se debía ir ya, pero ella
se dio cuenta de que estaba el médico personal del Papa por allí, y otra
persona del círculo cercano de Wojtyla», por lo que era muy probable que
apareciera por allí el Santo Padre. «Y contestó: “No, no, no, yo me quedo”. “No
me eche, que usted sabe que lo bueno viene ahora”». El policía aceptó, pero
instó a Urdaci a que se marchara. «En ese momento, mi tía le podría haber
dicho: “Bueno, tú vete que luego te lo cuento”. Pero no. Agarró del brazo a
Alfredo y le espetó al de seguridad: “No se va, es mi hijo y es muy devoto”».
La historia, según Pilar Gómez-Borrero, habla de la rapidez mental que tenía la
que fue la primera mujer corresponsal de Televisión Española. «Pero lo que más
me gusta es la parte humana, el “o nos quedamos los dos o no se queda ninguno”.
Paloma era una mujer excepcional».
El suceso describe bien cómo era
Paloma: «Transparente, alegre, divertida, trabajadora incansable… Se desvivía
por los demás, aunque no conociese de nada a la persona que en ese momento le
estaba pidiendo un favor», asegura Pilar, que todavía hoy se sigue emocionando
cuando recuerda a su tía. Y no es para menos. «Es verdad que yo desde pequeñita
ya quería ser periodista y, a esa edad, no entendía bien quién era ella en el
mundo de la comunicación. Pero me ha influido muchísimo. De hecho, pude hacer
unas prácticas en Radio Vaticana porque me las consiguió Paloma. De ella lo he
aprendido todo».
El libro se publicó en 2018 y todos los beneficios se destinan íntegramente a la Fundación Pequeño Deseo. «Conocía a la directora y me pareció muy bonito donárselos a ellos para que siguieran cumpliendo los deseos de niños enfermos», concluye Pilar Gómez-Borrero. La idea es financiar los deseos de aquellos niños que sueñen con ir a Roma a conocer al Papa.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega