El pontífice explica que protestar ante Dios es una forma de orar y denuncia a quienes juzgan a las víctimas demostrando “fariseísmo e hipocresía”
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| Antoine Mekary | ALETEIA |
“Nos hará bien ponernos en la
escuela de Job, para vencer la tentación del moralismo delante de la
exasperación y al abatimiento por el dolor de haberlo perdido todo”,
expresó el Papa durante la audiencia general del miércoles, 18 de mayo de 2022,
en la Plaza de San Pedro.
El papa Francisco recuerda que
Job, personaje bíblico, pierde todo en su vida: dinero, hijos, familia, y
salud. Adolorido por las llagas, recibe a sus amigos, pero ellos le juzgan.
Francisco legitimó hoy el derecho de la víctima del mal a reclamar a Dios.
En su predicación, expone que
Dios reprende a los amigos de Job que suponían que sabían todo, de Dios y del
dolor.
Los amigos de
Job “terminaron juzgándolo con sus esquemas preconcebidos. ¡Dios nos guarde de
este pietismo hipócrita y presuntuoso!”.
“Dios nos guarde de esa
religiosidad moralista y esa religiosidad de preceptos que nos dan una cierta
presunción y nos llevan al fariseísmo e hipocresía”, afirmó el Papa dejando las
hojas de su discurso y mirando en varias direcciones al público presente.
“En la vida a menudo, como se
dice, “llueve sobre mojado”. Y algunas personas se ven abrumadas por una suma
de males que parece verdaderamente excesiva e injusta”.
En este sentido, el Papa dijo
admirar la firmeza de fe y de amor de “los padres con niños discapacitados
o en quien vive una enfermedad permanente o al familiar que está al
lado…Situaciones a menudo agravadas por la escasez de recursos
económicos”.
Asimismo, recuerda el dolor colectivo.
“Es lo que ha sucedido en estos años con la pandemia del Covid-19 y lo que está
sucediendo ahora con la guerra en Ucrania”.
¿Podemos justificar estos
“excesos” como una racionalidad superior de la naturaleza y de la
historia?¿Podemos bendecirlos religiosamente como respuesta justificada a las
culpas de las víctimas, que se lo han merecido? No podemos”.
“Existe una especie de derecho de
la víctima a la protesta, en relación con el misterio del mal, derecho que Dios
concede a cualquiera, es más, que Él mismo, después de todo, inspira”.
En su discurso, el Papa ha
continuando el ciclo de catequesis sobre la vejez. Además, centró su reflexión
en el tema: Job. La prueba de la fe, la bendición de la espera (Lectura: Job
42,1-6.12.16).
La protesta que escucha
Dios
“Hay gente que a menudo se me
acerca y me dice: “Pero, padre, yo he protestado contra Dios porque he tenido
este problema o aquel […]”.
Francisco dijo que protestar ante
Dios es una forma de orar: “Cuando los niños y los jóvenes protestan ante los
padres se trata de una forma de llamar su atención y que les cuiden”.
“Si tú tienes en el corazón
alguna llaga, algún dolor y tienes ganas de reclamar a Dios, reclama a Dios.
Dios te escucha, Dios es Padre, no se asusta de nuestra oración que reclama. Él
entiende”.
El Papa insiste en orar con
libertad: “Sé libre cuando rezas, no encarceles tu oración en los esquemas
preconcebidos. La oración tiene que ser espontánea…como la de un hijo con el
padre que le dice todo lo que le sale de la boca porque sabe que el Padre lo
entiende”.
El “silencio” de Dios, en el
primer momento del drama, significa esto. Dios no va a rehuir la confrontación,
pero al principio deja a Job el desahogo de su protesta. Quizás, a veces,
deberíamos aprender de Dios este respeto y esta ternura.
“A Dios no le gusta esa
enciclopedia de explicaciones y reflexiones que hacen los amigos de Job. Eso es
“jugo de lengua” que no es justo. Es esa religiosidad que explica todo, pero el
corazón sigue frío. A Dios no le gusta esto”.
El Papa explicó que a Dios le
gusta más la protesta de Job, el silencio de Job.
El ejemplo de los ancianos
Por otro lado, explicó que los
ancianos —que ya han atravesado muchas pruebas a lo largo de su vida—, saben
convertir el dolor por las pérdidas en espera confiada de las
promesas de Dios.
El Papa instó a aprender del
testimonio de los ancianos: Un tesoro insustituible para que la comunidad pueda
aprender a afrontar las dificultades y el exceso de mal.
Por último, el Papa saludó a los
peregrinos. “Los invito a releer el libro de Job, y a dejarnos interpelar por
su testimonio”.
Job aunque tuvo que atravesar
numerosas pruebas y sufrimientos, nunca dejó de elevar su oración al Padre.
“Unámonos también nosotros a esa súplica, y pidamos al Señor que aumente y
fortalezca nuestra fe. Que Dios los bendiga. Muchas gracias”.
El Papa lució hoy sonriente y
atento. Antes de la audiencia, Francisco saludó a los fieles y peregrinos
presentes desde el papamóvil, en el cual permaneció sentado a causa del dolor
en su rodilla derecha.
Francisco hizo subir al papamóvil
a un grupo de niños y niñas alegres por la experiencia y le acompañaron en el
trayecto entre los corredores de la plaza de San Pedro. Bendijo a los niños en
brazos y besó y bendijo a muchos de ellos. La audiencia general terminó
con la oración del Padre Nuestro en latín.
Ary
Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia






