13 – Mayo. Viernes de la IV semana de Pascua o Bienaventurada Virgen María de Fátima
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Evangelio
según san Juan 14, 1-6
No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde: «Yo soy el camino y la
verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Señor indica dos remedios para el turbamiento. Él sabe que, en la vida, la peor ansiedad, el turbamiento, viene de la sensación de no tener fuerzas, del sentirse solos y sin un punto de referencia ante lo que nos sucede. Esta angustia, en la que a la dificultad se le añade mayor dificultad, no la podemos superar solos. Porque la liberación del turbamiento pasa por la confianza. Encomendarse a Jesús, dar el “salto”. Y esta es la liberación de la angustia. Y Jesús ha resucitado y está vivo precisamente para estar siempre a nuestro lado. Tomó nuestra humanidad sobre sí mismo para llevarla más allá de la muerte, a un nuevo lugar, al Cielo, para que allí donde está Él, estuviéramos también nosotros. Pero, ¿cómo podemos llegar al Paraíso? ¿Cuál es el camino a seguir? Esta es la frase decisiva de Jesús. Lo dice hoy: «Yo soy el camino» (v. 6). Jesús es el camino para subir al cielo: tener una relación abierta con Él, imitarlo en el amor, seguir sus pasos. (Regina Caeli, 10 mayo 2020)
Fuente: Vatican
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