3 – Mayo. Martes. Santos Felipe y Santiago, apóstoles
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Evangelio según san Juan 14, 6-14
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me
conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú:
“Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en
mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en
mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en
mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en
mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al
Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
Comentario
En primer lugar, conviene quizás
resaltar que la afirmación de nuestro Señor — “Nadie va al Padre si no es a
través de mi” — puede escribirse también con términos positivos: “Todo el mundo
puede ir al Padre a través de mi”. Pensemos también en otra frase con las
mismas características gramaticales, redactada en forma negativa. “Sin mí no
podéis hacer nada” (Jn 15, 5), lo que quiere decir que “con él podemos hacerlo
todo”. No se trata solamente de cuestiones lingüísticas que presentan siempre
sin duda un gran interés. Se trata de comprender a fondo los consejos del
Señor, para ponerlos así en práctica más fielmente.
La primera frase del evangelio de
hoy es la respuesta de Jesús a Tomás, el cual no había entendido bien una de
sus revelaciones: “Y adonde yo voy, ya sabéis el camino” (Jn 14, 4). Gracias a
las dificultades de comprensión de Felipe, disponemos de una nueva precisión,
interesante al extremo, para seguir la orientación fundamental de nuestra vida
en la tierra. El objetivo final es la vuelta a la casa paterna. Dios nos ha
creado y a él hemos de volver si somos fieles. Por eso, sin duda, Jesús da
estas indicaciones: él es el Camino, el único, que lleva al Padre.
San Josemaría se esforzó siempre
en su vida de piedad en seguir un itinerario; lo aconsejó también a todos los
que le pedían una orientación para su vida espiritual. Porque Jesús nos dice
que él es el “Camino” y que, si recurrimos a él y lo tratamos, él nos conducirá
al Padre. A Dios Padre, para resaltar así su paternidad y, al mismo tiempo,
nuestra filiación. Siempre nos aconsejó que busquemos en todo y para todo el
fundamento sólido de la filiación divina. No sólo en momentos determinados de
la vida, por ejemplo, cuando llegan las contradicciones y las dificultades,
sino también en nuestra vida de cada día.
Así nos lo dice en una de sus
homilías: “Pues lo mismo sucede en la conducta del buen hijo de Dios: se
alcanza también —sin que se sepa cómo, ni por qué camino— ese endiosamiento
maravilloso, que nos ayuda a enfocar los acontecimientos con el relieve
sobrenatural de la fe; se ama a todos los hombres como nuestro Padre del Cielo
los ama y —esto es lo que más cuenta— se obtiene un brío nuevo en nuestro
esfuerzo cotidiano por acercarnos al Señor. No importan las miserias, insisto,
porque ahí están los brazos amorosos de Nuestro Padre Dios para levantarnos”
(“Amigos de Dios” n° 146)
Pidamos a san Felipe y a Santiago
el Menor que nos ayuden a conocer aún mejor a nuestro Señor Jesucristo, para que
él nos conduzca al Padre, ya en este mundo. Pidamos también a la Virgen María
que nos ayude a dar una vez más el primer paso para tratar con la mayor
intimidad posible a su Divino Hijo, en su Santa Humanidad.
Alphonse Vidal
Fuente: Opus Dei