Durante la Santa Misa podemos encontrarnos con el rezo de dos credos diferentes: el apostólico y el niceno
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Dominio público |
Y es porque
en la Iglesia tenemos dos maneras de rezar el credo, que no significa que sean
credos distintos, si no más bien, que existen dos formatos. Por un lado tenemos el 'Credo Apostólico' que
es el más común y también más corto, y además está el 'Credo Niceno' que es
algo más largo. Vienen a ser los mismos y a expresar lo mismo, aunque el credo
niceno es más detallista y hace más hincapié en alguna cuestión.
EL CREDO APOSTOLICO
El credo
apostólico se llama de esta manera porque quiere resumir la esencia
de lo que los apóstoles transmitieron al mundo. Es lo más
importante y el resumen de lo que emana del evangelio y las cartas de la
Sagrada Biblia. No encontrarás el texto de forma literal entre sus páginas,
pero vienen a ser el 'himno' de la fe católica. Eso en lo que creemos.
El credo apostólico dice así:
“Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único
Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios, Padre Todopoderoso, y desde allí va a venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de
los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida
eterna. Amén”.
EL CREDO NICENO
El credo
niceno nació en el siglo IV, como respuesta a la
herejía arriana. Se formuló durante los conclilios de
Niceno y de Constantinopla, y quisieron remarcar la fe en la Santísima
trinidad, que Arrio había puesto en cuestión. Este hombre puso en duda la
divinidad de Cristo y es por ello que se explaya más en la parte de Jesucristo
y del Espíritu Santo.
El credo niceno dice así:
“Creo
en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo
lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de
Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza
del Padre, por quien todo fue hecho. Que por nosotros, los hombres, y por
nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de
María, la Virgen, y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día
según las Escrituras, y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre, y
de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá
fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que
habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa católica y
apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén”.
Fuente: ECCLESIA