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Estatua del Padre Pío. Créditos: RiccardoT - Wikimedia Commons (CC BY 3.0) |
Si bien San Pío de Pietrelcina es
recordado por todo lo bueno que hizo a lo largo de su vida, por sus muchos
milagros, por los santos estigmas que recibió o por ser un gran confesor, no
todos conocen que fue el impulsor del nacimiento de los grupos de oración que
conocemos hoy.
Los grupos de oración fueron
queridos y concebidos por los hermanos menores capuchinos con el fin de unir
las almas en la oración a través del rezo del Santo Rosario, así como la unión
de la comunidad con la asistencia a Misa y la frecuencia sacramental.
En 1947, por invitación del Padre
Pío, comenzaron a formarse los primeros grupos de oración, siendo estos, en un
primer momento, un apoyo a la Casa Sollievo della Sofferenza (Casa para el
Alivio del Sufrimiento) en la localidad de San Giovanni Rotondo (Italia).
La
formación de estas nuevas comunidades fue una respuesta la petición de rezar
por la paz que el Papa Pío XII encomendó a los fieles, a medida que se acercaba
la Segunda Guerra Mundial.
Padre Pio Prayer Groups USA informa de que, más adelante,
estas comunidades de fieles tomaron “una forma más estable” y se convirtieron
“en los precursores de los grupos de oración que conocemos hoy”.
Un día, el Dr. Guglielmo
Sanguinetti, uno de los principales colaboradores del Padre Pío en la
construcción de la Casa Sollievo della Sofferenza, escuchó al santo decir:
“Empecemos a hacer algo. Vamos a ponernos manos a la obra. Seamos los primeros
en responder al llamamiento de nuestro Sumo Pontífice”.
El 5 de mayo de 1966, con ocasión
del décimo aniversario de la inauguración de la Casa Sollievo della Sofferenza,
el Padre Pío se dirigió a los grupos de oración y les dijo que
ellos eran “las posiciones avanzadas de esta ciudadela de la caridad, viveros
de fe, fogatas de amor, en las cuales Cristo mismo está presente cada vez que
se reúnen para la oración y el Ágape Eucarístico”.
“La oración es esa fuerza
conjunta de todas las almas buenas que mueve el mundo, que renueva las
conciencias, que sostiene la ‘Casa’, que conforta a los que sufren, que cura a
los enfermos, que santifica el trabajo, que eleva la asistencia sanitaria, que
da fuerza moral y resignación cristiana en el sufrimiento humano, que extiende
la sonrisa y las bendiciones de Dios sobre todo abatimiento y debilidad”,
continuó el santo de los estigmas.
Finalmente, el Padre Pío los
incentivó a que nunca dejaran de orar. “Oren mucho hijos míos, oren siempre sin
cansarse jamás, porque es justamente a la oración a quien yo confío esta Obra,
que fue querida por Dios y que continuará a sostenerse y a prosperar gracias a
la ayuda de la Divina Providencia y al contributo espiritual y a la caridad de
todas las almas que oran”, concluyó.
El 31 de julio de 1968, meses
antes de que el Padre Pío falleciera, la Santa Sede nombró un director general
para los grupos de oración. Años más tarde, el 4 de mayo de 1986, se informó de
que la Santa Sede había aprobado el Estatuto de los Grupos de Oración del Padre
Pío.
Estos nuevos estatutos
confirmaron los principios y objetivos básicos que el Padre Pío estableció
desde sus inicios, es decir, que los grupos deben distinguirse por su fidelidad
a la Iglesia, al Papa y a los obispos y que siempre deben apuntar a una
formación cristiana integral a través de la oración y la caridad generosa hacia
los que sufren.
“Deben estar unidos y nunca deben
cansarse de hacer el bien, ser obedientes y respetuosos con la Jerarquía, y ser
firmes y perseverantes en su compromiso”, fueron las palabras del Padre
Pío a Giancarlo Setti, a
quien le confió la dirección de los grupos de oración en los años 70 del siglo
XX.
Fuente: ACI Prensa