El 14 de septiembre, los fieles bonilleros salen a las calles a venerar la imagen de este crucifijo de madera
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| Cruz de El Bonillo (Albacete, España). Crédito: EWTN |
Desde hace casi 4 siglos, el 14 de septiembre, los fieles de El
Bonillo (Albacete, España), salen a las calles a venerar la imagen de este
crucifijo de madera que, según la tradición, viajó desde Roma hasta el corazón
de Castilla la Mancha, obrando milagros a su paso.
El 14 de septiembre de cada año, la Iglesia Católica celebra la fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz.
Según la tradición, Santa Elena, madre del emperador Constantino,
durante un peregrinaje en Tierra Santa, descubrió los fragmentos de la
verdadera Cruz.
El 14 de septiembre del 326 d.C. Elena entregó la reliquia
al obispo de Jerusalén, que alzándola ante los fieles les invitó a
adorarla.
Aunque la fiesta de la Exaltación de la Cruz se celebra
universalmente en toda la Iglesia, las
iglesias locales viven este día de manera muy diferente, en función de su
propia historia, cultura y de la devoción popular.
Es el caso de la fiesta del Santísimo Cristo de los Milagros de El
Bonillo, (Albacete, España). Desde hace casi 4 siglos, el 14 de septiembre, los fieles
bonilleros salen a las calles a venerar la imagen de este crucifijo de
madera que, según la tradición, viajó desde Roma hasta el corazón de Castilla
la Mancha, obrando milagros a su paso.
La historia de este viaje extraordinario empieza el 8 de julio de
1623. En Roma, el Papa Gregorio XV está muriendo y antes de exhalar su último
aliento, entrega a su director espiritual, un franciscano del Bonillo, un
crucifijo de madera de nogal pintada al óleo.
Entrevistado por EWTN, el P. Juan Molina Rodenas, Párroco de la
Iglesia de Santa Catalina del Bonillo, explicó que “el Santísimo Cristo de los Milagros es la
Cruz de celda que tenía el Papa Gregorio XV en el cabecero
de su cama y tras su muerte pasó al franciscano que lo estaba atendiendo
espiritualmente”.
Durante su estancia en el Bonillo, el franciscano Fray Pedro
Carralero se hospedó tres días en casa de Anton Diaz, un humilde agricultor, y
como signo de agradecimiento le regaló el crucifijo.
Años después, el 4 de marzo de 1640, Anton Diaz estaba amasando harina en su
casa. Al mirar
hacia la imagen de Cristo colgada en la habitación vio que esta sudaba.
Consciente de que no había humedad y no hacía calor, se dirigió al convento de
los agustinos de la ciudad para contarles lo sucedido.
Tras comprobar que el sudor se encontraba solo en la figura del
Cristo y no en la Cruz, ni detrás de la misma, la llevaron a la Iglesia de
Santa Catalina De El Bonillo donde la colocaron en el altar mayor bajo llave.
Pasaron dos semanas, y a pesar del frío, el sudor no se había secado.
Después de este primer prodigio, siguieron numerosos milagros
atribuidos a la intercesión de la Santa Cruz y finalmente, en abril de 1641, la
Diócesis de Toledo los aprobó y desde entonces se encuentra expuesto en la
Iglesia del Bonillo, meta de continuos peregrinajes.
Este es solo un ejemplo de las múltiples expresiones populares que confluyen en la devoción
universal de los cristianos a la Cruz, donde la miseria humana
y la misericordia de Dios se encuentran, dando inicio a la Historia de la
Salvación.
Fuente: ACI Prensa






