Hay temporadas en que todo se nos junta y sentimos que no podemos más
![]() |
Catholic Link |
Entre el trabajo, la familia, la
salud, el estudio, el grupo de oración, el apostolado… sentimos que se nos cae
la vida como arena entre los dedos. Ahí el estrés
se apodera de nosotros (y que nos cuesta manejar).
Algunos somos más sensibles al
estrés y nos llenamos de ansiedad, angustia y hasta nos dan ganar de «tirar la
toalla»; dejar todo caer y echarnos a llorar o, por lo menos, lamentarnos.
¿Cómo aprender a manejar el estrés o sobrellevarlo bien?
Los
niños, cuando tienen cerca a sus papás, se desahogan con ellos, lloran y se
quejan, hasta que les consuelan y les dan alguna solución. Porque confían en
que alguien está para ellos.
Los adultos debemos aprender
a vivirlo con nuestras herramientas, buscar ese consuelo y
esa solución dentro de nuestros recursos. ¿Cuáles podrían ser?
1. Sin culpas, solo aceptar…
Entre más tardemos en decir,
«Dios, sí, la vida se me está saliendo de las manos» no vamos a poder
sobrellevarlo. Es doloroso el duelo que conlleva aceptar que nuestros planes de
que todo estuviera «en orden»… pues no lo está.
2. Escuchar a Jesús decir «Yo no
te juzgo»
El estrés se acrecienta porque
escuchamos como si todos los involucrados nos recriminaran «Pudiste haberlo
hecho mejor» o «me fallaste».
Es Jesús, como en la vida de la
mujer adúltera, quien se tira con nosotros al piso, para levantar nuestro
rostro y decirnos «Yo no te juzgo».
3. Escuchar cómo nos sentimos
El estrés nos hace sentir que no
podemos parar, pero es necesario hacer una pausa para mirar hacia dentro y
escuchar qué sentimos.
Quizá miedo por el futuro. Pena
por no cumplir con expectativas. Amor muy grande por querer complacer a todos.
¿Qué sientes?
4. Aceptar nuestras fortalezas y
nuestras debilidades
Duele mucho no ser buenos en
algo, pero que no nos ciegue a todo lo bueno que sí hemos dado. No tendremos
5.000 panes para alimentar a la gente, pero hemos dado nuestros 5.
No seremos expertos en
matemáticas, pero somos buenos artistas… o viceversa. Somos bendición. ¿En qué
has sido bendición? ¡Dios sabe cuánto te esfuerzas!
5. Liberarnos de lo que no nos
corresponde
Hay cosas que simplemente no
podemos controlar. Como el humor de otros, sus altas expectativas sobre
nosotros, sus ritmos que no coinciden con los nuestros o cómo afrontan el
conflicto. No podremos ser dioses para los demás, aunque eso nos duela.
Confía en Dios y rechaza la
ansiedad. El mal espíritu/Satanás también se apodera de nosotros con gran
angustia y ansiedad. Eso no viene de Dios. Pidámosle su paz y su descanso.
6. Volver a Dios nuestro centro
Si mi centro es todo eso que me
angustia, obviamente me hará ver todo oscuro y sin remedio. Si Dios es mi
centro, me muestra que Él es Dios, yo criatura. Y me ayudará a sacar todo
adelante. «Nada te turbe, quien a Dios tiene, nada le falta».
Sandra Estrada
Fuente: Catholic Link