El Monasterio de la Conversión de Sotillo de la Adrada, en la sierra de Ávila, les dio una sorprendente acogida
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Monasterio de la Conversión |
El
artista ucraniano Andrey Babotenko, pintor de iconos religiosos y muralista,
de 43 años, era uno de ellos. Pocos días antes de la invasión rusa, había
comprendido lo que estaba por llegar, pues tenía noticia de primera mano sobre
el agrupamiento de tropas rusas en la frontera con su país.
Por desgracia, sus peores previsiones se convirtieron en realidad:
Járkov su ciudad natal, quedaría destruida al convertirse en feroz campo de
batalla.
A finales de febrero, en el segundo día de la contienda, Andrey
tomó uno de los últimos aviones procedentes de Moscú y aterrizó en Madrid. Pocas
semanas después, logró que se unieran a él su esposa y sus cuatro hijos.
Situación desesperada
Pero, ¿cómo encontrar una casa en un país desconocido para los
cuatro hijos? ¿Cómo poder dar una educación cristiana, artística y académica
como la que recibían sus hijos, en buena parte adolescentes, en Ucrania?
La respuesta fue inesperada y usted ya ha adivinado la respuesta:
uno de los monasterios de vida contemplativa con el más sorprendente
crecimiento en vocaciones en Europa, el Monasterio de la Conversión de Sotillo de
la Adrada, en la sierra de Ávila, les dio una sorprendente acogida.
De este modo, Andrey y su esposa, Natalya, junto a sus cuatro
hijos, de entre 18 y 6 años, se convirtieron en los huéspedes del monasterio:
la familia se alojó en una pequeña casa construida en uno de los costados de la
vivienda de la comunidad y la hospedería que regenta la Orden.
La experiencia fue sorprendente, tanto para las religiosas, que no
podían imaginar los talentos de esta familia, como para los refugiados
ucranianos que han encontrado una acogida que nunca hubieran podido
imaginar.
La prensa ha quedado impresionada, como lo testimonian artículos
que El Independiente ha
dedicado a estos protagonistas.
¿Cómo comunicar?
«Recuerdo muy bien el día que llegaron y cómo fueron bajando del
coche, con sus mochilas», confesaba a la prensa la madre Carolina Blázquez,
priora del monasterio.
Y añadía: «Nuestra mayor preocupación era saber cómo nos íbamos a
comunicar con ellos y cómo venían. Y ha sido una gracia grandísima
conocerlos».
Cuando el idioma se convertía en una barrera lingüística, Google
Translator solucionó muchos problemas.
Acogida humana, espiritual y
artística
Andrey logró encontrar trabajo en Madrid. Pintor con amplio
conocimiento de la tradición iconográfica ortodoxa, fue invitado a unirse al equipo de artistas
rusos, ucranianos y armenios que están dando vida a los frescos de la catedral
ortodoxa rusa de Madrid.
Natalya, en cambio, permaneció durante meses con sus hijos en el
monasterio. Fue así como las religiosas agustinas descubrieron que sus
huéspedes tienen extraordinarios talentos musicales.
De hecho, la familia Babotenko ha creado una auténtica orquesta.
Varios estudiaban en el conservatorio en Ucrania. María, de 18 años, toca
el contrabajo; Simeón, de 14, el acordeón; Nina, de 12, el violín; y Olga, la
pequeñita de 7, se encarga de la percusión.
Con frecuencia, la familia ofreció conciertos a las monjas. Al
inicio, lo hacían cómo prácticas de conservatorio, pero poco a poco se fueron
acostumbrando a interpretar música para la comunidad de agustinas. De hecho,
ahora han aprendido música religiosa que han podido aprender de las hermanas.
La madre Carolina ha explicado a la prensa que la convivencia de
la comunidad con la familia logró un auténtico equilibrio y respeto mutuo, en
el que el arte ha establecido puentes.
La hospedería y el trabajo artesanal (madera, cuero, costura,
pintura, cerería, diseño gráfico…) son sus las dos fuentes principales de
ingresos de esta comunidad monástica.
El taller de las monjas se convirtió en una oportunidad genial
para que los muchachos de la familia Babotenko puedan crecer en sus
cualidades artísticas.
Los muchachos pudieron recibir clases de pintura en el monasterio.
De hecho, en este monasterio algunas hermanas también tienen mucho talento
artístico.
Las religiosas de este monasterio sorprenden por la gran cantidad
de nuevas vocaciones que están atrayendo a la vida contemplativa.
Semillero de vocaciones a la vida
contemplativa
La comunidad es muy reciente: surgió en 1999, cuando algunas de
las religiosas salieron del monasterio de San Ildefonso de Talavera para
iniciar esta aventura espiritual.
Hoy han constituido la Federación de Monjas Agustinas de la
Conversión de san Agustín, compuesta actualmente por tres monasterios: además
del Monasterio de la Conversión en Sotillo, el Monasterio de la Encarnación
(Lima, Perú) y el Monasterio de la Madre del Buen Consejo (New Lenox, Estados
Unidos); además de dos Fraternidades en Misión en Carrión de los Condes, en el
Camino de Santiago, y en el Monasterio de Montefiolo (Rieti, Italia).
Entre las religiosas hay hermanas de, prácticamente, todos los
continentes: América Norte, Centro (Costa Rica) y Sur (Perú y Colombia); Asia
(Yemen); África (Kenia) y Europa (España, Alemania, Hungría, Polonia e
Irlanda).
Una nueva vida en Madrid
Ahora la relación ha tenido que cambiar, pues con el inicio del
año escolar en septiembre la familia ha optado por trasladarse a Madrid, donde
los cuatro hijos han regresado a las clases por primera vez desde febrero.
La Delegación de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española,
dirigida por el sacerdote Xabier Gómez, se ha movilizado para que la familia
pueda encontrar un lugar digno en la capital española.
Lo ha logrado gracias a la ayuda de la Mesa de la
Hospitalidad de la Archidiócesis de Madrid, que contactó a Cáritas Madrid,
consiguiendo una vivienda.
Con la oración en Ucrania
Babotenko y su peculiar orquesta quieren esperar en el futuro. La
guerra en Ucrania ha provocado doce millones de desplazados, entre los que se
cuentan cinco millones de personas que se han visto obligados a abandonar el
país.
España, reconoce la familia, les ha acogido con los brazos
abiertos, en particular las hermanas agustinas, pero eso no quita que su tierra
y miembros de su familia hayan quedado atrás, en Ucrania.
Todos los días rezan para que las bombas dejen espacio nuevamente
a su vida con su gente.
Matilde Latorre
Fuente: Aleteia