Christine cuenta que María estuvo con ella hasta que llegó a la Iglesia: «La Eucaristía lo es todo»
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Como protestante, Christine siempre tuvo aversión hacia María: nunca pudo pensar que siempre había estado junto a ella, esperándola como a "una hija amada" |
Desde su infancia, la caribeña de Miami Christine Lerin fue educada en una familia pentecostal de
raíces cubanas, pero no llegó a "conocer a Dios" hasta los once años,
cuando sufrió el traumático
divorcio de sus padres. A raíz del dolor, comenzó un turbulento camino
junto al que sería su marido que le llevaría a ser plenamente consciente de que
la fe no era nada de lo que le habían contado. Especialmente a través de la Virgen María,
que sin saberlo, siempre se mantuvo a su lado.
"Ve a la
Iglesia": sumida en el sufrimiento, una insistente voz le repetía esta
consigna desde sus adentros cuando a los 11 años vio a su familia quebrada.
Christine cuenta a Cambio de Agujas que
al principio, en lugar de alejarse de su fe, "Dios fue como un refugio" durante tres años en los que
la iglesia era como su segundo hogar.
Pero como ella misma constata, la ausencia de una comunidad con la que
vivir la fe le hizo alejarse poco a poco de la fe que siempre practicó.
Cuando quiso darse cuenta, había dedicado su vida por completo a
las drogas, el alcohol y
las relaciones,intentando huir del dolor provocado por el divorcio de sus
padres.
Un voto de seis meses para
redimirse de su pasado
Habiendo tocado fondo, con 25 años, decidió regresar a la iglesia
y asumir un voto: "Durante
seis meses, no saldría con ningún hombre".
Sin embargo, durante su promesa, conoció a un joven, Daniel, en un grupo de estudio bíblico.
No tardaron en enamorarse y concluido aquel espacio de tiempo, se dirigió
buscando su papel en la vida en las Escrituras. Concretamente, a Isaías: "No se dirá de ti
jamás `abandonada´ ni de tu tierra se dirá jamás `desolada´, sino que a ti se
te llamará `mi complacencia´ -hefziba,
en hebreo- y a tu tierra `desposada´".
Recuerda que, cuando leyó este pasaje, sintió como una paz la
inundaba por completo: "Sentí como Dios me decía que olvidase mi pasado, que me haría una persona
nueva, que me había perdonado y que tenía una nueva identidad, ser `su
deleite´, hefzi-bá".
Desde ese momento, se sucedieron en su vida una serie de cambios y
"casualidades" a las que años más tarde solo le encontraría la
explicación de la Providencia.
Inexplicables
"causalidades": de una boda repentina a premoniciones
La primera, su relación con Daniel.
"Me pidió la
mano el primer día que salimos y en tres meses nos casamos",
relata.
Sin embargo, Christine quería dedicarse por completo a su
ministerio protestante y tener hijos era la última de sus intenciones.
Por eso empezó a ver que nada encajaba cuando repentinamente tuvo
un profundo deseo de ser
madre y no tardó en ver crecer a su familia con Samuel y, poco
después, con una niña.
Una noche, la madre de Dani, que no era creyente, soñó que la niña
nacía ahogándose y avisó rápidamente a la partera como si se tratase de una
premonición: en efecto, la
niña estaba ahogándose con el cordón umbilical. Y todo sucedió el
mismo día en que Christine escuchó una voz decir: "Hefzibá nacerá hoy".
Lo que no sabía -y tampoco pretendía hacerlo, dada su aversión
hacia la Virgen- fue que el nombre que le daría a su hija, el de Hefzibá que
aparecía en Isaías 62, era una
de las alegorías de la Virgen María.
Por eso tuvo una inexplicable calma ante los acontecimientos:
"Nació sin respirar, pero no dudé. Sabía que esta niña tenía una promesa del Señor, sabía
que iba a vivir". Paradójicamente, al leer tiempo después su cuaderno
de notas, Hefzibá nació el mismo día que Christine renació a la vida como el
"deleite" del que hablaba Isaías, un 2 de marzo.
Convencidos pentecostales... en un grupo
católico
Ambos sucesos sanaron interiormente a Christine, pues junto con el
divorcio de sus padres siempre sintió que fue un error y una hija no querida
por sus padres. Ahora, la joven madre sabía que "Dios tenía un plan"
y que su "renacer", el voto de castidad, su matrimonio, el deseo de
tener hijos o incluso los sueños de su hija no podían ser casualidad.
"Mi alma sanó en mi interior", afirma.
Pero aquel "plan de Dios" no acababa ahí.
Christine y Daniel, asiduos miembros de grupos de oración y
estudio de la Biblia, cayeron
por casualidad en un grupo de estudio católico.
"Como protestantes, vivimos con la idea en la cabeza de que
los católicos son idólatras y no son creyentes", relata. Sin embargo, lo
que vio allí era completamente distinto.
"Podía ver que todos eran creyentes de verdad, veía a Dios obrar en ellos y en
sus oraciones y habiendo formado parte de muchos grupos de oración,
algo muy diferente presidía el de católicos. Era como si Dios diese respuesta a
la oración. Después de eso, nadie me podía decir que los católicos no eran nuestros hermanos en Cristo",
admite.
Aquel suceso cambió por completo el planteamiento del matrimonio,
que comenzó a investigar el catolicismo. Incluso a regañadientes, Christine fue
a visitar al exprotestante converso Scott Hahn.
"Nunca seré
católica"
"Le dije a Dani que nunca sería católica, pero él empezó a investigar la fe y
los padres de la Iglesia y empezó a observar muchos errores en el
protestantismo sobre el origen de la Iglesia.
La enésima e inexplicable "casualidad" tuvo lugar tras
mudarse a Jacksonville (Florida), cuando todos los papeles y ministerios que el
matrimonio había llevado a cabo como protestantes comenzaron a ser difíciles,
sin una comunidad conocida y sin dejarles ejercer su labor.
"No entendíamos nada, todo era muy raro… hasta que un día mi esposo me dijo que ya no se identificaba
como protestante ni con lo aprendido sobre Martín Lutero",
explica.
Por aquel tiempo, el matrimonio recibía lo que creían -"no
como los católicos", matiza- que era la comunión en su propia casa, pues
"como muchos protestantes", también ellos "tenían hambre de la Eucaristía", mientras su
marido se debatía entre pasar a formar parte de la iglesia ortodoxa o la
católica.
Y Christine llegó a una conclusión. "Si yo seguía siendo
protestante y él seguía otro camino iba a dividir mi hogar y mi familia y no quería que mis hijos
estuviesen sin el Señor. Así que rezando, le dije a Dios que iría donde
Daniel fuese, pero que nos guiase a la verdadera Iglesia, porque no sabíamos
cuál era", relata.
"Una riqueza
indescriptible"
Finalmente, Daniel y Christine no tardaron en recibir junto a sus
hijos las clases de iniciación cristiana y formarse como católicos. Fue así
como, leyendo a Scott Hahn, comprendió que Hefzibá era uno de los nombres dados a María en el
Antiguo Testamento.
"Hefzibá [por la experiencia y por mi hija] siempre había
estado tanto en mi corazón, cuando supe aquello no supe que decir ni ahora
puedo explicar cómo me siento. En un tiempo en que no quería saber nada de María ella ya estaba ahí llamándome,
diciéndome: `Tú eres mi hija y te amo´".
Cuenta que de no haber sido por aquel conjunto de
"revelaciones" le habría sido imposible creer en María y en la
Iglesia, pero hoy sabe que "quiere hasta a los protestantes, aunque ellos
no la correspondan". "Por eso yo no la pude negar más", añade.
Poco después, sus hijos se bautizaron y sin si quiera conocer el Hogar de la Madre, la familia pasó a formar parte de él.
"La fe
católica me ha dado una riqueza que no puedo describir con palabras.
Lo es todo. Tienen la Eucaristía, que es comida para el alma y te da la gracia
que necesitas", concluye.
Fuente: ReL