Santa Teresa a menudo reflexionaba sobre la frase "El mundo es tu barco, no tu hogar" para sobrellevar la soledad de la vida
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MYCHELE DANIAU | AFP |
La vida de Santa Teresa de Liseiux no siempre fue fácil, y aunque
a menudo estaba rodeada de amigos y familiares amorosos, a menudo se sentía
sola y luchaba contra la depresión.
Estos sentimientos de soledad se produjeron en su infancia, así
como durante su tiempo en el monasterio.
Ella explica en su autobiografía Historia de un alma que
de niña era tímida y no tenía muchos amigos. Sentía que Jesús era su único
amigo.
Tenía que ir dos veces por semana al convento, y
debo confesar que me costaba, era muy tímida. No se trataba del cariño que
sentía por mis queridas, sino que, como dije antes, no tenía entre ellas
ninguna amiga especial, con quien hubiera podido pasar muchas horas como otras
antiguas alumnas. Así que trabajaba en silencio hasta el final de la lección, y
luego, como nadie me hacía caso, iba a la tribuna en la Capilla hasta que papá
venía a buscarme para llevarme a casa. Aquí, durante esta visita silenciosa, me
encontraba con mi único consuelo, porque ¿no era Jesús mi único Amigo?
Una frase consoladora
Era en esos momentos cuando recordaba una frase de un poema que su
padre, san Louis Martin, le enseñó de niña.
Teresita escribe: “Es cierto que en estos períodos de soledad a
veces me sentía triste, y solía consolarme repitiendo esta línea de un hermoso
poema que papá me había enseñado: “El mundo es tu barco, no tu hogar”.
Curiosamente, está citando incorrectamente un poema de Alphonse de
Lamartine, titulado “Reflexión”. En él escribe: “El tiempo es tu barco, no tu
hogar”.
Sin embargo, esta frase mal citada le dio mucho consuelo,
como explica en su autobiografía.
«El símbolo de un barco siempre me deleita y me
ayuda a soportar el destierro de esta vida… Cuando mis pensamientos discurren
de esta manera, mi alma se pierde como en el infinito. Me parece ya
tocar la Costa Celestial y recibir el abrazo de Nuestro Señor. Me parece ver a
la Santísima Virgen que viene a mi encuentro, con mi padre y mi
madre, mis hermanitos; y me imagino disfrutando de las verdaderas alegrías familiares
por toda la eternidad«.
Con esto en mente, es fácil ver cómo esta frase consoló a santa Teresita
y cómo podría ayudarnos a “soportar el destierro de esta vida”.
No olvidemos que algún día todas nuestras lágrimas serán enjugadas
y seremos abrazados por todos nuestros seres queridos en la vida eterna
venidera.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia