Ahora que Francisco está impulsando una reforma del Opus Dei, demostraron algo que siempre han tenido
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Hector Razo | Opus Dei Communications Office |
«¿Qué trabajo es mejor: el intelectual o el manual? Aquel que se
haga con más amor de Dios».
San Josemaría Escrivá
Recuerdo aquella tarde de 1996 cuando
el Opus Dei llegó a mi país, Panamá. Alquilaron una antigua
casona justo enfrente de donde yo vivía. Los tuve de vecinos 10 años.
En esos días era toda una novedad. Había un hermoso oratorio que
invitaba a la oración, con el Santísimo en el Sagrario.
Solía pensar: «Eres mi vecino Jesús»
Escribo estas palabras con gratitud. Mi esposa
Vida suele decir: «Es de bien nacidos ser agradecidos». Y yo estoy agradecido
por tanto que aprendí con mis amigos de Opus Dei.
¿Qué es el Opus Dei?
Si buscas en internet lo que es el Opus Dei te aparece enseguida:
«El Opus Dei
(del latín Obra de Dios) fue fundado el 2 de octubre de 1928 por Josemaría
Escrivá de Balaguer.
La misión del Opus
Dei consiste en ayudar a los cristianos a vivir de acuerdo a la fe y
contribuir a la evangelización de la sociedad, especialmente mediante el
trabajo cotidiano que comprende tanto el trabajo profesional como los deberes
ordinarios del cristiano».
En pocas palabras, te enseñan a santificarte en medio de tu
trabajo como un profesional y con tus actividades más sencillas en lo
cotidiano.
«¿Quieres ser santo? Cumple el pequeño deber de cada
momento: haz lo que debes y está en lo que haces».
San
Josemaría Escrivá
Una
vez leí sobre un médico al que san Josemaría le pidió que lo ayudara a crear la
facultad de medicina en una nueva universidad.
Al terminar de fundarla el santo le dijo: «Te pedí que
te santificaras, fundando la facultad de medicina».
Amor a la Misa y a Jesús
sacramentado
Solía pedir: «Amad la misa. Amad la
Misa».
Uno de los pensamientos de san Josemaría que más me gusta tiene
que ver con la sagrada comunión. A menudo lo recuerdo y pienso en ello, sobre
todo en misa, minutos antes de la comunión:
«Vamos a recibir al Señor. Para
acoger en la tierra a personas constituidas en dignidad hay luces, música,
trajes de gala. Para albergar a Cristo en nuestra alma, ¿cómo debemos
prepararnos? ¿Hemos pensado alguna vez en cómo nos conduciríamos si sólo se
pudiera comulgar una vez en la vida?»
¡Cuánto amor a Jesús Sacramentado!
Me hace pensar en un vídeo que vi de un sacerdote en la santa
Misa, en medio de la consagración se estremece.
«Dios nos espera cada día»
Mientras fuimos vecinos, me gustaba mucho cruzar la calle y pasar
ratos allí acompañando a Jesús.
Conversaba a menudo con sus sacerdotes, siempre alegres, con las
palabras justas. Mis hijos pequeños aprovecharon la piscina de aquella
casona y se bañaron a gusto.
La invitación
constante a la santidad los marcaba.
«En un laboratorio, en el quirófano de
un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el
taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del
trabajo… Dios nos espera cada día».
San Josemaría Escrivá
Aprendí…
Aprendí a ver en ellos la importancia
de estudiar y conocer a fondo nuestra santa religión, la necesaria fidelidad a
la Iglesia y al Papa, y sus anhelos de mostrarnos la santidad en lo
cotidiano haciendo lo que nos corresponde con amor.
A mí me gustaba tener largas conversaciones con sus sacerdotes,
porque veía en ellos un anhelo de santidad y
tenían sana
doctrina.
«Ten relaciones públicas y privadas
con el Señor. Búscalo para todo. Acércate al Padre del cielo, dile que lo
quieres, díselo cariñosamente muchas veces al día. Mientras estás con las
oraciones públicas en la tierra, relaciones públicas del cielo».
San Josemaría Escrivá
Obediencia y fidelidad
Ahora que Francisco está impulsando
una reforma del Opus Dei, demostraron,
como siempre lo han hecho, su fidelidad a la Iglesia y al Papa, Vicario de
Cristo, aceptando todas sus indicaciones con humildad.
La obediencia siempre es grata a Dios y nos trae mejores tiempos.
El que ha leído la vida de san Pío de Pieltrelcina comprobará el
valor de la obediencia a nuestros superiores, aunque las ordenes sean
incomprensibles. Bien decía el padre Pío:
«Donde no hay obediencia,
no hay virtud; donde no hay virtud, no hay bondad; donde no hay bondad, no hay
amor; donde no hay amor, no hay Dios; y sin Dios no hay Paraíso».
Recuerdo
una vez que trasladaron a un sacerdote muy estimado y fui a despedirme.
Le expresé mi inconformidad por la decisión de ese traslado a otro país. Sonrió
amablemente y con profunda humildad me respondió: «Dios sabe
más».
¿Te parece si hoy rezamos por ellos? Pido a
Dios por mis amigos del Opus Dei y por toda nuestra santa Iglesia católica. Su
diversidad nos ayuda a recordar que somos hijos del Altísimo y que nuestra
Patria está en el cielo.
¡Dios te bendiga!
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia