La mayoría de la gente sabe que San Jerónimo, cuya fiesta se celebró este 30 de septiembre, es famoso por traducir toda la Biblia al latín en el siglo IV., creando una edición muy leída, y que se conoce ahora como la Vulgata
![]() |
San Jerónimo escribiendo, pintura de Caravaggio, fechada entre 1605 y 1606. Crédito: Dominio Publico |
Pero probablemente menos personas
se den cuenta de lo innovador y duradero que es realmente el trabajo del santo.
La Vulgata se convirtió en la Biblia predominantemente utilizada de la Edad
Media y ha perdurado hasta el día de hoy como una traducción que, al menos, un
destacado lingüista considera una de las mejores disponibles.
“No conozco ninguna otra
traducción, ya sea antigua o moderna, tan buena como la Vulgata”, dijo a CNA
–agencia en inglés del Grupo ACI– Christophe Rico, un lingüista católico francés
que vive y trabaja en Tierra Santa.
Rico es profesor de griego
antiguo y decano de Polis - Instituto de Lenguas y Humanidades de Jerusalén,
que enseña una variedad de idiomas antiguos.
Al trabajar
con el Instituto Polis, Rico ha publicado libros para ayudar a los estudiantes a aprender a hablar y leer latín y griego. El objetivo, en parte, es permitir que aquellos que deseen
leer la Vulgata latina original puedan hacerlo.
Rico, profesor experto en griego
y latín, dice que a pesar de los más de 1.600 años transcurridos desde que fue
concluida, la traducción de la Biblia de Jerónimo –si bien no es perfecta, como
ninguna traducción lo es– ha demostrado ser asombrosamente precisa y muy
valiosa para el Iglesia.
“Si tiene dudas sobre la solidez
de una traducción moderna, vaya a la Vulgata; especialmente para el Nuevo
Testamento”, aconsejó, y agregó que la traducción del Antiguo Testamento en la
Vulgata también es “excelente”.
¿Quién fue San Jerónimo?
San Jerónimo nació alrededor del
año 340 como Eusebius Hieronymous Sophronius en la actual Croacia. Su padre lo
envió a Roma para recibir instrucción en retórica y literatura clásica.
Bautizado en el 360 por el Papa
Liberio, viajó mucho y finalmente vivió como ermitaño en el desierto de
Siria.
Más tarde fue ordenado sacerdote
y reubicado, viviendo una vida solitaria y ascética en Belén desde mediados de
la década del 380. Fue allí donde aprendió hebreo, principalmente estudiando
con rabinos judíos.
Eventualmente se convirtió en el
secretario personal de San Dámaso I.
Curiosamente, la habilidad
lingüística y una ética de trabajo admirable no son las únicas cualidades por
las que Jerónimo es conocido hoy.
También es el santo patrono de
las personas con personalidades complicadas, ya que se dice que él mismo tuvo
una, mostrando un temperamento duro y criticando mordazmente a sus oponentes
intelectuales.
Creación de la Biblia Vulgata
Contrariamente a la creencia
popular, la Vulgata no fue la primera Biblia en latín.
En la época de Jerónimo, en el
siglo IV, había una versión que ya se usaba ampliamente llamada “Vetus Latina”
(“Latín antiguo”), que en sí misma era una traducción de aproximadamente el
siglo II d. C. de la Septuaginta griega.
Además, la Vetus Latina contenía
la traducción del original griego de todos los libros del Nuevo Testamento.
Todos los libros del Nuevo Testamento se escribieron originalmente en griego,
pero el Antiguo Testamento, salvo un puñado de libros, se escribió primero en
hebreo.
Rico describió la Vetus Latina
como una “buena traducción, pero no perfecta”. En el 382, San Dámaso I
encargó a Jerónimo, quien trabajaba como su secretario, la revisión de la
traducción Vetus Latina del Nuevo Testamento.
San Jerónimo lo hizo y se tomó varios
años para revisar y mejorar minuciosamente la traducción latina del Nuevo
Testamento a partir de los mejores manuscritos griegos disponibles.
Rico dijo que durante todo el
proceso, Jerónimo corrigió ciertos pasajes y expuso los significados profundos
de muchas de las palabras griegas que se habían perdido en traducciones
anteriores.
Por ejemplo, la palabra griega
“epiousios”, que probablemente fue acuñada por los escritores de los
Evangelios, aparece en el Padrenuestro de Lucas y Mateo y, a menudo, se traduce
al inglés como “diario”.
En el Evangelio de Mateo, sin
embargo, San Jerónimo tradujo la palabra al latín como “supersustancialem” o
“supersustancial”, una alusión, como señala el Catecismo de la Iglesia
Católica, al Cuerpo de Cristo en la Eucaristía.
Todo el trabajo del santo resultó
en una “brillante mejora” sobre la Vetus Latina, dijo Rico.
Lo que San Jerónimo hizo a
continuación fue aún más ambicioso. También se dedicó a traducir todo el
Antiguo Testamento, desde su hebreo original.
Jerónimo sabía muy bien el
hebreo, señaló Rico, ya que había vivido en Tierra Santa durante 30 años y se
mantuvo en estrecho contacto con los rabinos judíos.
Jerónimo también tuvo acceso a la
Hexapla de Orígenes, una obra exegética que mostraba el texto de la Biblia en
seis versiones una al lado de la otra: Se puede encontrar el texto hebreo, una
transliteración en letras griegas del texto hebreo, la traducción de la
Septuaginta griega y otras tres traducciones griegas que se habían hecho en un
medio judío.
En un esfuerzo que finalmente
tomaría 15 años, Jerónimo logró traducir todo el Antiguo Testamento del hebreo
original, lo cual no fue una hazaña fácil dado el hecho de que el hebreo se
escribió originalmente sin el uso de vocales cortas.
Una vez completada, la Vulgata no
solo reemplazó a la Vetus Latina al convertirse en la traducción bíblica
predominante utilizada en la Edad Media, sino que también fue declarada Biblia
oficial de la Iglesia Católica en el Concilio de Trento (1545-1563).
La Vulgata ha sido revisada
varias veces a lo largo de los años, sobre todo en 1592 por el Papa Clementine
VIII (la "Vulgata Clementina"), y la revisión más reciente, la Nova
Vulgata, promulgada por San Juan Pablo II en 1979.
Además de su uso actual en la
Misa tradicional en latín, la Vulgata ha perdurado como base para la popular
traducción al inglés de la Biblia Douay-Reims.
Aunque volvió a advertir que
ninguna traducción es perfecta, Rico se apresuró a elogiar la Vulgata de
Jerónimo por su precisión y su importancia en la historia de la Iglesia.
“Para el Nuevo Testamento, no he
podido encontrar ningún error... Todo es increíble”, dijo.
Por su parte, San Jerónimo es hoy
reconocido como Doctor de la Iglesia. Vivió sus últimos días en el estudio, la
oración y el ascetismo en el monasterio que fundó en Belén, donde murió en el
año 420.
Traducido y adaptado por Diego
López Marina. Publicado originalmente en CNA.
Fuente: ACI Prensa