Era el lugar más importante y sagrado de la tierra en el judaísmo pero fue destruido. Un repaso a lo que ha vivido ese lugar desde entonces
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¿Cómo
reaccionaríamos si alguien nos dijera que de la Basílica de San Pedro en
Roma, no quedará piedra sobre piedra? ¿No nos molestaríamos?
Aquellos
que escucharon a Jesús reaccionaron de manera similar. Después de todo, el
Templo de Jerusalén era el lugar más importante y sagrado de la tierra en el
judaísmo.
Cuando algunos hablaron del templo como adornado con piedras
preciosas y regalos, Jesús dijo:
«Días vendrán en que no quedará
piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido«.
Jesús sabía lo
que pasaría en el futuro. Habló, entre otras sobre lo que sucedió en el año 70
d. C., cuando los romanos asesinaron a miles de residentes y extranjeros de Jerusalén
y quemaron el Templo de
Jerusalén.
Desde entonces, el templo no ha sido reconstruido hasta
el día de hoy, y el culto a Dios en el judaísmo ha sido sólo en las sinagogas.
Así
ha evolucionado el lugar donde estuvo el templo
El sitio del Templo de Jerusalén ha sufrido muchos cambios a lo
largo de los siglos.
Había un templo cristiano en este
lugar.
Alrededor del año 690, los musulmanes construyeron allí un
santuario, conocido hasta el día de hoy por su cúpula
dorada. Es uno de los edificios musulmanes más antiguos. Después de La
Meca y Medina, es el tercer lugar más importante para el islam. Según la
tradición musulmana, el profeta Mahoma debía ser llevado al cielo desde una
roca que se encuentra en el centro de este edificio. De ahí el nombre de «Cúpula de la
Roca«. No es una mezquita, sino un lugar sagrado para los
musulmanes.
El muro que rodea el Templo de
Jerusalén ha sobrevivido hasta el día de hoy. Se llama el «Muro de las Lamentaciones» o el «Muro Occidental». Es un famoso lugar de oración para
los judíos.
El
templo de Jerusalén hoy
En la Iglesia católica, cada iglesia es, por analogía, como el
Templo de Jerusalén, porque en él se encuentra el lugar santísimo: el
tabernáculo, con Jesucristo en él.
¿Con qué frecuencia visito a Jesús en
la iglesia? ¿Voy solo o con mi familia?
Paweł Rytel-Andrianik
Fuente: Aleteia
