En el discurso a la Curia Romana en Navidad, el Papa les advierte del peligro de creerse mejor que los demás y sobre los «demonios educados»
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Andrew Medichini/Associated Press/East News |
Ayer,
22 de diciembre de 2022, en la Sala de la Bendición del Palacio Apostólico
Vaticano, el papa
Francisco recibió en audiencia a los cardenales y
superiores de la Curia Romana para la presentación de las felicitaciones
navideñas.
El discurso del Papa es un llamamiento a la «conversión».
Pide de tener atención con la tentación de sentirse «seguros, que somos mejores» y
que no necesitan de la conversión:
«Nosotros corremos mayor peligro que todos los demás, porque nos
asecha el “demonio
educado”, que no llega haciendo ruido sino trayendo flores», sostuvo.
El Papa dijo «reservar las caricias para los cansados y los oprimidos», al
mismo tiempo que recordó el Evangelio que invita a «vigilar», y a encontrar la
valentía de «afligir a los consolados».
En este sentido, el Papa les advirtió de la urgencia de la
conversión, para no confundirla con un «engaño del
demonio» y para que busquen aquella, verdadera, «don del
Espíritu».
Luego
les advirtió sobre la violencia que se ejerce en las relaciones cotidianas:
«La
benevolencia es elegir siempre la modalidad del bien para relacionarnos entre
nosotros. No existe sólo la violencia de las armas; existe la
violencia verbal, la violencia psicológica, la violencia del abuso de poder, la
violencia escondida de las habladurías»
«Ante el Príncipe de la Paz, que viene al mundo, depongamos toda
arma de cualquier tipo. Que ninguno saque provecho de la propia posición o del
propio rol para mortificar al otro». Pues, la misericordia también es aceptar que el
otro pueda tener sus límites.
Navidad
Al final, el Papa dirigió su más sentido mensaje de Navidad a los
curiales: «Dios
se hizo niño, y este niño, al hacerse grande, se dejó clavar en la cruz. […] En
el perdón obra siempre la omnipotencia de Dios. Que la gratitud,
la conversión y
la paz sean
entonces los dones de esta Navidad».
El Obispo de Roma llegó en silla de ruedas al aula. Dos árboles de
Navidad a los lados del estrado central desde donde el pontífice realizó su
discurso, mientras en el fondo del escenario se pudo admirar una imagen de la Sagrada
Familia.
El marco del discurso del Papa, señalado por el Decano del
Colegio Cardenalicio, cardenal Re., la guerra en Ucrania y
las otras guerras en África y Oriente Próximo, las consecuencias de la pandemia
del Covid, la promulgación de la Constitución Praedicate Evangelium, entre
otros temas.
«¡Les deseo a todos una feliz Navidad! Y una vez más
les pido que no se olviden de rezar por mí. ¡Gracias!»,
concluyó.
A
continuación, los puntos claves del discurso del Papa sobre la conversión:
En primer lugar, el papa Francisco pidió «mirar nuestra vida a
partir de esta luz especial» a los pies del Niño del pesebre. Pues, dijo, la
Navidad «no es la luz de la gloria de este mundo».
«Él elige la pobreza», así, del mismo modo «cada uno de nosotros
está llamado a volver a la esencialidad», sin lo «superfluo y
que puede volverse un impedimento en el camino de santidad».
En segundo lugar, Francisco instó a examinar la propia existencia,
pero el punto de partida es «la memoria del bien» recibido.
También ser capaces de dar un nombre al mal que hemos vivido o
sufrido. «Ser conscientes de nuestra pobreza sin serlo también del amor de
Dios, nos aplastaría». Es una invitación a la «gratitud».
Dar gracias por las cosas ocurridas este año, pero lo más
importante: «Nuestra conversión, que nunca es un discurso acabado», afirmó el
Papa.
«Lo
peor que nos podría pasar es pensar que ya no necesitamos conversión, sea a
nivel personal o comunitario.»
«Convertirse
es aprender a tomar cada vez más en serio el mensaje del Evangelio e
intentar ponerlo en práctica en nuestra vida», añadió.
Para el Papa no se trata «de tomar distancia del mal, sino de
poner en práctica todo el bien posible».
Y dice: «Ante el Evangelio seguimos siendo siempre como niños que
necesitan aprender. Creer que hemos aprendido todo nos hace
caer en la soberbia espiritual».
El Papa advirtió que «lo contrario a la conversión es el fijismo».
Esto lo dijo después de recordar «la conversión que nos dio el Concilio
Vaticano II».
El Papa alertó sobre «fijismo», es
decir, «la
convicción oculta de no necesitar ninguna comprensión mayor del Evangelio».
«Es
el error de querer cristalizar el mensaje de Jesús en una única forma válida
siempre». Además afirmó que «la herejía verdadera no consiste sólo en predicar
otro Evangelio, sino también en dejar de traducirlo a los
lenguajes y modos actuales».
Alertó del problema de olvidar que tras la conversión el mal
vuelve más fuerte.
La conversión «impulsa al mal a evolucionar, a volverse
cada vez más insidioso, a enmascararse de manera nueva para que nos cueste
reconocerlo. Es una verdadera lucha», observó el Papa.
El Papa dijo que el mal crece y el diablo vuelve disfrazado de
bondad. «Nuestro primer gran problema es confiar demasiado en
nosotros mismos, en nuestras estrategias, en nuestros programas».
Entonces, invita: «no tenemos que confiar en nosotros mismos, sino
sólo en el Señor». «Algunas caídas, también como Iglesia, son una gran llamada
a volver a poner a Cristo en el centro».
Entonces, el Papa pide: «denunciar el mal» y «optar
por una conversión». «La simple denuncia puede hacernos creer que hemos
resuelto el problema, pero en realidad lo importante es hacer cambios, de
manera que no nos dejemos aprisionar más por las lógicas del mal, que muy a
menudo son lógicas mundanas».
En este sentido, instó a practicar la vigilancia. Pues,
Jesús describe la necesidad de esta atención sobre nosotros mismos y sobre la
Iglesia cuando narra del demonio que sale de una casa y vuelve con otros siete
para hacer más desorden en casa. (Lc 11,24-26).
Atención con la rigidez, la cerrazón
o la presunción de ser mejores que los demás…El Papa
recordó que en el siglo XVII aconteció el famoso caso de las monjas de Port
Royal, para ilustrar la «cerrazón intransigente». En este sentido,
afirmó: «De
Madre Angelica y de sus monjas se decía: “Puras como ángeles, soberbias como demonios”. El
Papa recordó que en el siglo XVII aconteció el famoso caso de las monjas de
Port Royal, para ilustrar la «cerrazón intransigente». En
este sentido, afirmó: «De Madre Angelica y de sus monjas se
decía: “Puras
como ángeles, soberbias como demonios”.
El Papa recordó que en el siglo XVII aconteció el famoso caso de
las monjas de Port Royal, para ilustrar la «cerrazón intransigente». En
este sentido, afirmó: «De Madre Angelica y de sus monjas se
decía: “Puras
como ángeles, soberbias como demonios”.
«Habían expulsado al demonio, pero volvió siete veces más fuerte
y, bajo
apariencia de austeridad y rigor, había llevado consigo la rigidez y la
presunción de ser mejores que los demás. El demonio
expulsado vuelve siempre…».
Somos ovejas – dice el Papa – que en cualquier momento nos hemos
alejado de Dios. «Son pecados
que nos han humillado» por gracia de Dios.
Pero, el Papa advierte que los servidores de la Iglesia deben
tener una atención especial para no caer en la tentación de sentirse «seguros, que
somos mejores, que ya no nos tenemos que convertir.»
«Nosotros
corremos mayor peligro que todos los demás, porque nos asecha el “demonio educado”,
que no llega haciendo ruido sino trayendo flores», afirmó.
«Si a veces digo cosas que pueden sonar duras y fuertes, no es
porque no crea en el valor de la dulzura y de la ternura, sino porque es bueno
reservar las caricias para los cansados y los oprimidos, y encontrar la
valentía de “afligir a los consolados».
Así, el Papa citó a don Tonino Bello: «Porque a veces su
consolación es sólo el engaño del demonio y no un don del Espíritu».
El Pontífice rememoró la martirizada Ucrania, pero también a los
«tantos conflictos que están teniendo lugar en diversas partes del mundo». Dijo
también no «declarar “santa” una guerra».
«Allí donde reina la muerte, la división, el conflicto, el dolor
inocente, nosotros no podemos más que reconocer a Jesús crucificado»,
agregó.
Asimismo, citó las palabras de Dietrich Bonhoeffer, que en la
cárcel donde estaba prisionero escribía: « Cristo nació en un establo, porque no hubo
sitio para él en la hospedería, esto lo comprende un preso mucho mejor que
cualquier otra persona, y para él significa una auténtica buena nueva».
«Mientras sufrimos por los estragos que causan las guerras y la
violencia, podemos [ …] extirpar de nuestro corazón toda raíz de
odio y resentimiento respecto a los hermanos y las hermanas que viven junto a
nosotros».
Benevolencia, la misericordia y el perdón
son la medicina que tenemos para construir la paz, insistió.
Santos a base de intentos….
Por último, indicó que el perdón significa conceder siempre otra
oportunidad, es decir, comprender que uno se hace santo a base de intentos.
Pues, Dios no se
cansa de perdonar, somos nosotros que nos cansamos de perdonar.
«Toda
guerra, para que se extinga, necesita del perdón. De lo
contrario, la justicia se convierte en venganza, y el amor sólo se reconoce
como una forma de debilidad».
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia