La humildad es una virtud que todos valoramos, y ciertamente deseamos, pero en el proceso de buscarla nos topamos con diversas maneras de verla
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En ocasiones, estas maneras de
percibirla se tornan erróneas, por este motivo quiero compartir contigo cinco
tips o consejos para identificar una falsa humildad y saber cómo
aventurarnos en la tarea de purificarla, no sin antes recordar el significado
de la palabra «humildad».
¿Cómo se define la humildad?
El Catecismo de la Iglesia
Católica, nos trae una referencia de la cual podemos partir para dar una somera
definición sobre esta virtud, «La humildad nos hace reconocer que
nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera
revelar», es decir a los pequeños (Mt 11, 25-27) (CEC 2779). En otras
palabras, la humildad es una virtud necesaria para poder conocer al
Padre y se hace imposible este conocimiento si no es por medio de su Hijo
Jesucristo.
Jesús nos hace un fuerte llamado
a ser como niños para poder alcanzar el Reino de los Cielos, por tanto, el humilde es quien
reconoce la necesidad de ser sencillo, «pequeño», y estar confiado en la
ayuda del Espíritu Santo. Teniendo el concepto claro, ¡pasemos a los tips!
1. ¿Haces oración? ¿Cómo es esa
oración?
Hacerte estas dos preguntas,
puede servirte como «termómetro espiritual» para medir tu capacidad de ser
humilde, porque quien hace oración, se reconoce necesitado y confía en la
bondad y misericordia de Dios. Quien se mantiene alejado o
abandona la oración, cae en el peligro de confiar solo en sí mismo y creerse
autosuficiente. En otras palabras, a una persona que aparta la oración de su
vida, se le dificulta mucho más llegar a ser humilde, pues el encuentro con el
Padre nos lleva a sentirnos pequeños y necesitados de su ayuda.
La solución a esto, comienza con
un examen de conciencia en el que reconozcas tus
falencias pero al mismo tiempo, reconozcas la misericordia de Dios en tu vida.
De este modo, podrás comprender que el camino espiritual exige un crecimiento
de nuestra poquedad, nuestra humildad.
2. ¿Buscas que valoren y
reconozcan tus acciones?
Buscar constantemente el
reconocimiento de los demás, crea en nosotros la necesidad de sentirnos
halagados y elogiados todo el tiempo. Esto nos va a llevar hacia un camino
tormentoso en el cual, si no tengo la valoración de los demás, no me es posible
ser feliz, se me dificulta soportar el día a día.
Ante esto, podrías trabajar en tu
autoestima. Para lograrlo es fundamental reconocer que aquellas acciones que
realizas, logros que alcanzas, metas que superas… no necesitan de la
calificación o aprobación de los demás, todas tus acciones deben encaminarte a
encontrar la felicidad y estima propia.
3. ¿Eres agradecido?
Actualmente existe una necesidad
inmensa de que todo se nos sea reconocido y agradecido. Pero poco se insiste en
la importancia de ser agradecidos con los demás, con Dios y con nosotros
mismos. Quien camina en la humildad, comprende la importancia de agradecerlo
todo, por más pequeña que sea la bondad que hayamos recibido, esta siempre es
digna de agradecimiento.
4. ¿Haces obras de caridad?
Quien es humilde, es capaz de
donarse a sí mismo y ofrecerse a ayudar en el crecimiento y la conversión de
otros. Quiero recordarte algo, cuando vamos por la vida viendo a los demás como
una multitud de «otros», se hacen más pesadas las dificultades, pero si por el
contrario busco hacer de esos «otros», un «nosotros», todo se hace un poco más
llevadero, la carga se hace más ligera. ¿Por qué sucede esto? porque
comprendemos que necesitamos de los demás, no solo para realizarnos como
personas, sino para ser felices.
5. ¿Reconoces la necesidad de
pedir a Dios esta virtud?
Así como es necesario pedir a
Dios que aumente nuestra fe, también es necesario reconocer que el crecimiento
en esta virtud es constante y continuo. Por tanto, necesitamos siempre pedirle
que nos asista en el camino y que por su Gracia, aumente en nosotros la
capacidad de ser humildes y sabernos necesitados de Él y de los demás.
¿Te falta humildad? ¡Tranquilo! a
todos nos falta crecer en esta bella virtud en distintos niveles. La humildad
hace noble al hombre y aunque muchas veces encontremos conceptos sobre la
humildad que no son más que falsas ilusiones, te quiero invitar a iniciar un
camino de purificación y fortalecimiento desde la sencillez de tu corazón.
Por último, recuerda que humilde no
es quien pasa múltiples necesidades y carencia de bienes, no, humilde es
quien da cabida a Dios en su corazón y se confía en su benevolencia. ¡Ánimo!
la aventura apenas comienza.
Si constantemente te preguntas
qué puedes hacer para aumentar tu fe, te invito a participar en la conferencia
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herramientas que te ayudarán a encontrar el mejor medio para acercarte un poco
más a Dios y adquirir esta gracia para renovar tu vida.
Por P. Mauricio Montoya
Fuente: Catholic Link