El Pontífice propone tres claves para que las cofradías no se replieguen en si mismas, caigan en la nostalgia del pasado o en la cerrazón
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Antoine Mekary | Aleteia |
El
papa Francisco pidió proteger la herencia de las cofradías. Se trata de una
realidad que cierne la religiosidad popular vivida por mas de 20.000 cofradías solo en Europa,
presente en más de 20 países, con más de 6 millones de fieles.
«Por eso les animo a cultivar con compromiso creativo y dinámico
su vida asociativa y su presencia caritativa». Lo dijo el Papa Francisco al
recibir en audiencia esta mañana, 16 de enero de 2023, en el Palacio Apostólico
Vaticano, a los representantes de la Confederación de Cofradías de las Diócesis
de Italia.
Las cofradías en Italia representan unas tres mil doscientas
hermandades registradas -y otras tantas existentes pero no registradas- y dos
millones de miembros. Una realidad que nació en el Jubileo del año 2000 y que
en el próximo Jubileo de 2025, festejará su 25 aniversario.
El Pontífice les instó a dejarse animar por el Espíritu Santo y
caminar juntos: «como lo hacen en las procesiones» y llevar una «vida
comunitaria».
«Que la riqueza y la memoria de vuestra historia no se conviertan
nunca en motivo de repliegue sobre vosotros mismos, de celebración nostálgica
del pasado, de cerrazón ante el presente o de pesimismo ante el futuro, sino que
sean un fuerte estímulo para reinvertir hoy vuestro patrimonio espiritual,
humano, económico, artístico, histórico e incluso folclórico, abiertos a los
signos de los tiempos y a las sorpresas de Dios».
Fue con esta fe, dijo el Papa, y esta apertura con la que nacieron
las fraternidades. «Sin esta fe y esta apertura, no estaríamos hoy aquí, tan
numerosos, para dar gracias al Señor por tanto bien recibido y
realizado».
A continuación, les invitó a articular su camino en torno a tres
ejes fundamentales: «seguir las huellas de Cristo, caminar juntos y proclamar
el Evangelio».
En primer lugar, seguir las huellas de Cristo. Les exhortó a
cultivar la centralidad de Cristo en sus vidas, en la escucha cotidiana de la
Palabra de Dios, en la organización y participación regular en los momentos
formativos, en la asistencia asidua a los sacramentos, en una intensa vida de
oración personal y litúrgica.
Asimismo, les invitó que sus antiguas tradiciones litúrgicas y
devocionales estén animadas por una ferviente vida espiritual y un compromiso
concreto de caridad.
Además, les pidió que no tengan miedo de actualizar estas
tradiciones para que sena comprensibles y accesibles a todos, incluso para los
alejados.
«La historia de las Cofradías ofrece a la Iglesia una experiencia
secular de sinodalidad, que se expresa a través de instrumentos comunitarios de
formación, discernimiento y deliberación, y a través de un vivo contacto con la
Iglesia local, los Obispos y las Diócesis.
Que sus concilios y asambleas -como les pidió su amado Papa
Benedicto XVI- no se reduzcan nunca a reuniones puramente administrativas o
peculiaristas; que sean siempre y sobre todo lugares de escucha de Dios y de la
Iglesia, y de diálogo fraterno, caracterizados por un clima de oración y de
sincera caridad. Sólo así podrán ayudaros a ser realidades vivas y a encontrar
nuevos caminos de servicio y evangelización.»
El Papa ofreció una tercera dimensión: caminar para anunciar el
Evangelio, dando testimonio de fe y caridad. Ayudar a los hermanos y hermanas,
«especialmente de las nuevas pobrezas de nuestro tiempo, como muchos de
vosotros habéis demostrado en este tiempo de pandemia.»
La piedad popular
Respecto a la piedad popular, el Papa invitó a leer y aplicar un
texto «sólido y útil» también sobre la «religiosidad popular», es decir «EVANGELII
NUNTIANDI«, de Pablo VI:
«La religiosidad popular, hay
que confesarlo, tiene ciertamente sus límites. Está expuesta frecuentemente a
muchas deformaciones de la religión, es decir, a las supersticiones. Se queda
frecuentemente a un nivel de manifestaciones culturales, sin llegar a una
verdadera adhesión de fe. Puede incluso conducir a la formación de sectas y
poner en peligro la verdadera comunidad eclesial. Pero cuando está bien
orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos
valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden
conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se
trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos
de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y
constante».
Y citando a Benedicto XVI:
«Que sus concilios y asambleas
-como les pidió su amado Papa Benedicto XVI- no se reduzcan nunca a reuniones
puramente administrativas o peculiaristas; que sean siempre y sobre todo
lugares de escucha de Dios y de la Iglesia».
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia