Este domingo, antes del rezo del Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre el pasaje evangélico en la que Jesús devuelve la vista a un ciego de nacimiento e invitó a los fieles si saben ver el bien y ser agradecidos por los dones recibidos
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Papa Francisco. Crédito: Vatican Media |
Ante unos 25 mil fieles reunidos
en la Plaza de San Pedro, el Pontífice explicó que el milagro obrado por Cristo
no fue bien recibido por varias personas y grupos.
“En primer lugar, están los
discípulos de Jesús, que ante el ciego de nacimiento se preguntan si la culpa
es de sus padres o suya”, indicó.
El Papa Francisco señaló que “es
cómodo buscar un culpable, en lugar de plantearse preguntas más exigentes,
como, por ejemplo: ¿qué significa para nosotros la presencia de este hombre?,
¿qué nos pide a nosotros?”.
Sin embargo, “una vez curado, las
reacciones aumentan. La primera es la de los vecinos, que se muestran
escépticos: ‘Este hombre siempre ha sido ciego: ¡no es posible que vea ahora,
no puede ser él!’.
También está la reacción de los
escribas y de los fariseos, quienes objetan que haya sido sanado “en sábado,
contra la ley”. “Para ellos es inaceptable, sería mejor dejarlo todo como
antes”, dijo el Santo Padre.
“Finalmente están los padres del
hombre sanado. Ellos tienen miedo, temen a las autoridades religiosas y no se
pronuncian”, señaló el Pontífice.
Desde el balcón del Palacio
Apostólico, el Papa Francisco explicó que “en todas estas reacciones, emergen
corazones cerrados frente al signo de Jesús, por varios motivos: porque buscan
un culpable, porque no saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque
están bloqueados por el miedo”.
Indicó que sólo el hombre que era
ciego reacciona bien ante el don recibido de Cristo, testimoniando de forma
sencilla al decir “era ciego y ahora veo”. Era una persona que durante su vida
había sufrido el desprecio y la marginación y ahora, “libre en el cuerpo y en
el espíritu, da testimonio de Jesús: no inventa nada y no esconde nada”.
“Ahora, curado, ya no teme esas
actitudes de desprecio, porque Jesús le ha dado plena dignidad: en sábado,
delante de todos, le ha liberado y le ha donado la vista sin pedirle nada, ni
siquiera un gracias, y él da testimonio”, señaló el Papa Francisco.
En ese sentido, el Pontífice
invitó a los fieles a reflexionar sobre esta escena y preguntarse: “¿Qué
posición tomamos?, ¿qué hubiéramos dicho entonces? Y, sobre todo, ¿qué hacemos
hoy? Como el ciego, ¿sabemos ver el bien y ser agradecidos por los dones que
recibimos? ¿Testimoniamos a Jesús o difundimos críticas y sospechas? ¿Somos
libres frente a los prejuicios o nos asociamos a los que difunden negatividad y
chismes?”.
“¿Estamos felices de decir que
Jesús nos ama y nos salva o, como los padres del ciego de nacimiento, nos
dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Y también, ¿cómo acogemos
las dificultades y los sufrimientos de los demás, como maldiciones o como
ocasiones para hacernos cercanos a ellos con amor?”, cuestionó.
El Papa Francisco animó a pedir
“la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios y de ver las
diferentes circunstancias de la vida, también las más difíciles de aceptar,
como ocasiones para obrar el bien, como hizo Jesús con el ciego. La Virgen nos
ayude en esto, junto a San José, hombre justo y fiel”.
Por Eduardo Berdejo
Fuente: ACI Prensa