Manos Unidas y Misiones Salesianas alertan sobre esta lacra que afecta a más de 160 millones de niños en el mundo
Un niño trabaja en un horno de ladrillos en Afganistán el 23 de mayo. Foto: AFP/Sanaullah SEIAM |
Más de 160 millones de niños y
niñas en todo el mundo están sometidos al trabajo infantil, un fenómeno sobre
el que cada 12 de junio alerta la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
al convocar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
«No nos referimos aquí a esas
tareas que forman parte de la madurez de la infancia, sino al horror que
suponen esas escabrosas e inhumanas ocupaciones que vemos a diario, que atentan
contra la dignidad de los niños y niñas», denuncia Fidèle Podga, coordinador
del departamento de Estudios de Manos Unidas.
«Estamos hablando de esclavitud
infantil, no de trabajo infantil, ese dulce eufemismo políticamente correcto
que se utiliza para no generar indignación», aclara Podga en la campaña de este año difundida por la ONG de la Iglesia
católica en España.
Para Podga, «pese a innumerables
tratados, leyes, congresos, programas, movilizaciones y otros tantos eventos,
bien sea a nivel internacional como de naciones, no se ha conseguido aún
terminar con el flagelo del trabajo infantil, sino que el número de niños y
niñas dedicados a tareas que no les corresponden por su edad está aumentando,
sobre todo con motivo de la pandemia».
Se estima que, a día de hoy, 160
millones de niños y niñas están en situación de trabajo infantil, lo que
representa uno de cada diez niños en todo el mundo. Aunque repartidos por todo
el planeta, estos pequeños esclavos se encuentran sobre todo en África, con 72
millones de afectados.
El coordinador del departamento
de Estudios de Manos Unidas explica que recurrir a su mano de obra casi
gratuita, vulnerable y descartable es la mejor manera de reducir los costes de
producción y permite maximizar todavía más los ya existentes beneficios
empresariales. «Hablamos eufóricamente de los muy lucrativos negocios del
cacao, del café, del té o de la soja —afirma—, sin recordar que esos productos
salen del sector agrícola que representa el 70 % de los niños en situación de
explotación infantil. Hablamos también de las ganancias del servicio doméstico,
del turismo —sobre todo el sexual—, o de la actividad manufacturera, olvidando
que pertenecen al sector servicios que explota al 20 % de la población
infantil», denuncia Podga, para referirse, después a los «sustanciosos
beneficios relacionados con el oro y los diamantes de las joyas, el litio y cobalto
de las baterías o el coltán de los teléfonos, sin tener presente que provienen
de ese sector industrial que esclaviza a un 10 % de menores».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega