18 – Junio. XI Domingo del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Mateo 9, 36 –
10, 8
Comentario
El Evangelio de hoy comienza con
la compasión de Jesús. Al ver a aquellos hombres, quiere lo mejor para ellos y,
al comprobar que van sin rumbo, les ofrece lo mejor que tiene: Dios mismo. Esa
compasión le mueve a actuar en favor de las personas que tiene delante.
Jesús toma la iniciativa y elige
a los apóstoles para llevar a Dios al mundo entero. Pide orar para que Dios
envíe obreros a su mies. Con esta enseñanza de Jesús, nos queda claro que el
protagonista de la salvación es Él, no nosotros; que los medios más importantes
para llevar a los corazones la fe no son los medios humanos, sino los
sobrenaturales. Lo primero no es poner en marcha actividades apostólicas,
hablar, escribir, moverse de un lado a otro del mundo. Lo primero es orar. San
Josemaría, siguiendo esta enseñanza de Jesús, escribía “Primero, oración;
después, expiación; en tercer lugar, muy en "tercer lugar", acción”1. El apostolado
solo será eficaz si se fundamenta en la oración, en la unión de amor con Dios.
¿Y quiénes son esos obreros que tanta falta hacen? Todos los cristianos:
laicos, sacerdotes, religiosos... Todos estamos llamados por Dios a llevar al
mundo entero la buena noticia de la salvación.
Jesús hace partícipes a los doce
de su misión. Cuando los escoge les llama “apóstoles” que significa enviados,
pues los envía a realizar lo que él mismo hizo desde el inicio de su vida
pública: curar enfermos, resucitar muertos, sanar leprosos, expulsar demonios.
Eran tareas que sobrepasaban con mucho las posibilidades humanas de aquellos
doce hombres, la mayoría de ellos pescadores, sin una especial preparación.
¿y cuál es el contenido del
mensaje que Jesús da a los discípulos? El Reino de Dios. Dios cree tanto en la
instauración del Reino de los cielos y en la redención de los corazones
humanos, que “se atreve”, por decirlo así, a contar con los apóstoles para llevarla
a cabo. Al igual que los apóstoles, tu y yo también estamos involucrados en
esta misión. Dios espera nuestra libre respuesta y cooperación para que el
Reino sea una realidad.
Jesús también cuenta con
nosotros, hoy, ahora, sin esperar a un momento más propicio, en el que nos
sintamos más preparados y mejor dispuestos, cosa que nunca sucederá, porque
nunca seremos dignos embajadores de su mensaje de salvación. Hemos de decir que
sí, ya, ahora, cuando Él pasa y nos lo pide: y sobre nuestra generosidad, ya
sabe Dios formar a un apóstol, eficaz y fiel.
Tomás Trigo
Fuente: Opus Dei