Se trata de Benito Viñes, un joven sacerdote jesuita que es el fundador de la meteorología tropical
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| David Montermoso, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons |
Mucho antes de que hubiera
actualizaciones televisadas sobre huracanes o informes meteorológicos en tiempo
real en la pantalla de nuestros smartphones, un joven sacerdote jesuita, en
Cuba, tenía la misión de predecir patrones climáticos peligrosos para salvar
vidas.
A finales de 1800 había poco
conocimiento de la ciencia detrás de las tormentas tropicales y el padre Benito
Viñes estaba decidido a hacer un cambio.
Carlos Benito José Viñes
Martorell (1837-1893) llegó a La Habana en 1870 para comenzar a trabajar en el
Colegio Jesuita local. Benito había sido destinado como director del
Observatorio Magnético y Meteorológico del Real Colegio de Belén.
Se sorprendió cuando, ocho meses
después de su llegada, golpeó un huracán y arrancó el techo de la sala del tercer
piso del Observatorio. El padre Viñes comenzó a estudiar las tormentas
tropicales desde todos los ángulos posibles, comenzando con observaciones
meteorológicas detalladas.
Primera predicción correcta
Pronto se estableció un estricto
programa de informes meteorológicos, con 10 informes diarios registrados en
función de sus observaciones del clima durante todo el día.
Estos informes por hora incluían
presión barométrica, evaporación, lluvia, temperatura, humedad relativa,
dirección y velocidad del viento y formación de nubes. En 1875, solo cinco
años después de su llegada a Cuba, Viñes hizo la primera predicción precisa de
un huracán registrada. La reputación de Viñes comenzó a crecer con su precisión
al predecir otro gran huracán el año siguiente.
En 1876, por consejo de Viñes,
los puertos locales se cerraron cuando se acercaba otro huracán monstruoso. El
capitán del velero Liberty se negó a escuchar los consejos del padre Benito y
salió del puerto. El barco se hundió, estableciendo aún más la credibilidad del
Padre en este campo de la investigación meteorológica.
Ese mismo año se inició un
proyecto para crear una red de estaciones meteorológicas en toda la zona
utilizando corredores y mensajeros a caballo, así como informes telegráficos.
Sus informes meteorológicos pronto se publicaron en las cercanas islas del
Caribe, lo que ayudó a salvar innumerables vidas.
Un científico cubano
Aunque nacido en Cataluña,
España, el jesuita Viñes se consideraba un científico cubano y se enorgullecía
de su país de adopción. Sus años de investigación científica produjeron dos
instrumentos inventados para detectar trayectorias de huracanes. También
publicó Consejos prácticos sobre los huracanes de las Indias Occidentales,
que fue traducido por la Marina de los EE. UU. y publicado por la Oficina
Hidrográfica de los Estados Unidos.
A la muerte del padre Benito en
1893, dejó un equipo de investigadores de huracanes bien capacitados para
continuar con su trabajo. El periódico local, La Lucha, publicó una edición
especial en honor a la obra de su vida.
Reconocido como un gran
científico en su día, el padre Viñes también fue conocido por ser un hombre de
gran oración y humildad. Una vez dijo: «Solo deseo ser de servicio… ni
deseo otra recompensa después de la que espero de Dios, que no sea ser de
utilidad a mis hermanos y hacer mi pequeña parte para el avance de la ciencia y
el bien de la humanidad».
A través de la observación
detallada, el mantenimiento de registros meticulosos y una gran cantidad de
investigación, Viñes se había convertido en un experto en un nuevo campo de la
ciencia. Fue tan influyente que los primeros huracanes nombrados se denominaron
Viñesa 1, Viñesa 2, etc…
Andrea Gibbs
Fuente: Aleteia






