El Santo Padre recibió en audiencia a los directivos y jugadores del Real Club Celta de Vigo, en España
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El
Santo Padre recibió en audiencia a los directivos y jugadores del Real Club Celta de Vigo, en España |
En su discurso, les recordó la
importancia de recuperar siempre la historia poética y desarrollar el espíritu
de sana aventura así como de hospedaje fraterno.
Para el Papa Francisco, reunirse
con un club de fútbol gallego evoca tantas experiencias que como argentino
vivió en su propia carne. Lo contó él mismo en su discurso al
recibir, en la mañana de este lunes 10 de julio, a los directivos y futbolistas
del Real Club Celta, de
Vigo, ciudad de la costa noroeste de España. El equipo está celebrando el
primer centenario de su fundación.
El Pontífice recordó que muchas
veces repitió que el deporte es motivo y ocasión para redescubrir y
fomentar muchos valores de nuestra sociedad. El Santo Padre hizo presente que
los colores de la camiseta del cuadro son los de la Virgen Inmaculada y también
los de la camiseta argentina, "casi como si nuestra Madre se hubiese
querido engarzar entre las dos orillas de este gran océano que más que
separarnos, nos ha unido para que no la olvidemos", acotó.
Francisco comentó que Don Carlos
Mouriño Atares, el Presidente del club, le decía, en una carta, que también él
tuvo que cruzar el Atlántico para formar una familia; como tantos otros,
seguramente contempló en la lejanía esa bandera blanquiceleste que desde la
capitanía del puerto de la Coruña los despedía. "Y esta es la historia de
tantos migrantes que llegaron a Argentina", agregó espontáneamente,
apartándose del texto escrito.
"Un pedacito de su corazón
quedó allí esperándolo. No fue el único que lo dejó, y de alguna manera
podríamos decir que el corazón de la humanidad está conformado por todos esos
pedazos que quedándose y yéndose nos recuerdan en lo más íntimo que estamos
todos unidos; que somos todos peregrinos en este tempestuoso mar de
la existencia". "Bueno, a veces no es tan tempestuoso",
puntualizó.
Una tierra que no se cierra al
hermano que llega como peregrino
Continuando sus comentarios sobre
los colores del club, el Papa manifestó:
"Y si el azul que da color a
su escudo muestra su confianza en la protección de la Virgen, la cruz de
Santiago se alza como estandarte de victoria en la batalla de la vida. También
la cruz, al recordar su patria gallega, la vincula con Europa y, en ella, a
toda la cristiandad, que desde tiempo inmemorial, tanto tiempo, peregrina tras
las huellas del primer Apóstol que derramó su sangre por Cristo".
Respecto al profundo sentido del
emblema que con tanto orgullo este equipo ha defendido, el Santo Padre constató
que "a veces nos pasa que trabajamos tanto, luchamos, queremos ser
felices, ganar, demostrar lo que valemos, pero absorbidos por defender
nuestros colores, nos olvidamos de lo que significan". Por este motivo,
los animó a recuperar siempre la historia poética y, como ya ha asegurado en
otras ocasiones en su Pontificado, resaltó la relevancia de las raíces.
"Ellas son las que nos dan el sentido, las vuestras nos hablan de una
tierra que no se cierra al hermano que llega como peregrino, y a unas gentes
capaces de dejarlo todo para lanzarse a afrontar las más altas empresas",
aseveró. "Espíritu de sana aventura y espíritu de hospedaje
fraterno", adicionó el Pontífice.
El otro, más que un oponente
digno de respeto, es siempre un amigo bienvenido
"Si nuestro juego y nuestra
vida, coherentes entre sí, dan ese ejemplo, seremos capaces de trasmitir, no la
pasión a unos colores que excluyen, sino el amor a lo que representan",
sostuvo Francisco.
El Papa aludió a las banderas
blanquicelestes y al camino del Apóstol, "que nos hacen capaces de
atravesar océanos y unir continentes", esperando la corona de justicia que
el Señor va a otorgar a cuantos esperan en Él.
Antes de terminar su alocución,
el Sucesor de Pedro reivindicó el valor amateur del deporte, subrayando que,
cuando este se pierde, se transforma "en una cosa comercial o simplemente
aséptica, sin pasión". Por consiguiente, los alentó a conservar la mística
de amateur.
Sebastián Sansón Ferrari - Ciudad
del Vaticano
Vatican News