En pleno siglo XXI, muchos católicos desconocen que, además de los diez mandamientos, la Iglesia católica tiene cinco leyes que ayudan a cuidar la vida espiritual
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Propongamos un escenario ficticio: saliendo de Misa a
alguien se le ocurrió preguntar a una joven pareja: ¿saben cuáles son los
mandamientos de la Iglesia? «¡Ah, creo que sí!, pero ¿todavía se practican?»,
dijo él. Pero la respuesta de ella fue más contundente: «No los
recuerdo, ¿a poco existen esos mandamientos?»
Aunque esta conversación no se ha realizado, escenas como
esta se dan cada vez con más frecuencia, porque con el paso de los años, las
nuevas generaciones que aún acuden al catecismo simplemente memorizan la
información para pasar un examen que les permita hacer la primera comunión y
después no vuelven a repasarlos.
Pues bien, los mandamientos de la Iglesia son cinco leyes
que dan seguimiento a los diez mandamientos de la ley de Dios. Jesucristo
dejó su enseñanza a los Apóstoles y les dio potestad para que, a través de la
Iglesia, de la que son fundamento, promulgaran las leyes necesarias que
corroboraran sus enseñanzas.
La Sagrada Escritura dice que nuestro Señor fue muy claro al
ordenar: «El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a
ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me
envió» (Lc 10, 16).
Los cinco mandamientos de la Iglesia
Entrando en materia, mencionaremos cada uno (CIC § 2041-2043):
1. Oír misa entera los domingos y demás fiestas de precepto y
no realizar trabajos serviles
2. Confesar los pecados una vez al año
3. Recibir el sacramento de la Eucaristía al menos por
Pascua
4. Abstenerse de comer carne y ayunar en los días
establecidos por la Iglesia
5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades
Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, «El carácter
obligatorio de estas leyes positivas promulgadas por la autoridad eclesiástica
tiene por fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en el espíritu de
oración y en el esfuerzo moral, en el crecimiento del amor de Dios y del
prójimo» (CIC § 2041).
Es decir, que la santa Madre Iglesia no nos restringe con
ellos, por lo contrario, vela para que sus hijos tengan por lo menos un
acercamiento a los sacramentos, al dominio de sus instintos, a la vida dentro
la comunidad cristiana y a la libertad del corazón para ser generoso con sus
bienes.
Por nuestro bien, vale la pena recordarlos y, sobre todo,
llevarlos a la práctica.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia






