17.8.23

EVANGELIO DEL DÍA

 17 – Agosto. Jueves  de la XIX semana del Tiempo Ordinario

Misioneros digitales católicos MDC

Evangelio según san Mateo 18, 21 — 19, 1.

Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». 

Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Comentario

¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano o hermana? ¿Hasta siete veces? Jesús responde a la pregunta de Pedro con palabras de misericordia y perdón que van más allá de la lógica humana.

Pedro se anticipó en cierto modo a la respuesta de Jesús. El número siete no significa un número exacto; simbolizaba para el pueblo judío, en aquella época, la perfección, la abundancia y la plenitud. En otras palabras, Pedro está sugiriendo que debemos perdonar a nuestro hermano siempre, dentro de lo razonable.

La respuesta de Jesús es mucho más generosa: debemos perdonar siempre a nuestro hermano, pero absolutamente siempre, pase lo que pase. La cuidadosa formulación de Pedro se muestra, de hecho, demasiado estrecha. Es una lección sobre el amor y un gran corazón.

Jesús lo explicó con una historia sobre dos siervos. El primero debía una cantidad enorme, 10.000 talentos, que era el salario anual de 10.000 trabajadores. Movido por la misericordia, el señor del primer siervo le perdonó. Por supuesto, el rey es Dios Padre, que nos perdona todo.

Pero ahora Jesús nos dice qué hacer con un hermano necesitado de perdón. Pues el deudor perdonado se encuentra con un compañero de trabajo, que le debía cien denarios, es decir, el salario diario de cien trabajadores. No lo perdona, sino que lo mete en la cárcel. El deudor al que se le habían perdonado 10.000 sueldos anuales no fue capaz de perdonar 100 jornales. Mientras que Dios es compasivo y bondadoso con nosotros, nosotros somos mezquinos y exigentes con los que nos rodean.

Lo que tengo que perdonar a mi hermano es poco comparado con lo que Dios me ha perdonado, es más, si fuéramos conscientes de ello, es poco comparado con lo que Jesús me perdona cada día. Como observa el Rey, “¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti?” Y revoca su perdón.

Puede ser difícil perdonar. Aun así, el perdón está en el corazón del Evangelio, es nuestra forma de vida. Jesús vivió, murió y resucitó para ofrecernos el perdón de Dios. Primero, lo recibimos, luego estamos llamados a hacer posible que otros lo experimenten también. Así, el círculo del amor de Cristo se extiende cada vez más para abarcar a más personas, a más hermanas y hermanos, a más ovejas perdidas, y a otro y otra.

Perdonar así requiere caridad, requiere humildad y oración. Nuestra fe católica es también el evangelio del amor, y sólo la caridad sin límites y sin condiciones puede perdonar. 

Andrew Soane  

Fuente: Opus Dei


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