El Papa Francisco recordó que sin oración “uno no se sostiene ni sabe a dónde ir” y aseguró que es “en la oración fiel y perseverante, particularmente en la Adoración, cuando todo adquiere armonía, cuando uno capta más claramente sus objetivos
![]() |
Imagen referencial. El Papa bendice el rosario de una peregrina. Foto: Vatican Media. | |
En la mañana de este lunes 18 de
septiembre, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a los participantes en los
encuentros promovidos por los Rogacionistas del Corazón de Jesús y las Hijas
del Divino Celo, conocidos como la “familia del Rogate”, cuyo carisma se
centra en la oración por las vocaciones y el testimonio de caridad.
Al dirigirse a ellos durante la
audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre destacó que la
oración por las vocaciones está “en la raíz de vuestra misión específica en la
Iglesia”.
Tomando el ejemplo de San Aníbal,
el fundador de la Congregación, quien recibió la iluminación de su vocación
ante el Santísimo, el Pontífice afirmó que “cuando uno se pone dócil y humilde
ante Dios, recibe a menudo una comprensión concreta del sentido de su vida”.
Para el Papa Francisco, “es en la
oración fiel y perseverante, particularmente en la Adoración, cuando todo
adquiere armonía, cuando uno capta más claramente sus objetivos, encontrando en
el Señor la fuerza y la luz para realizarlos según sus designios”.
Por ello, el Santo Padre remarcó
que “sin oración, uno no se sostiene ni sabe a dónde ir” y enfatizó la
importancia de mantener “un diálogo prolongado con el Señor cada día, y luego
una invocación a Él antes de cada momento importante, de cada reunión, de cada
decisión”.
Según recordó el Papa Francisco,
San Aníbal “se dio cuenta de que lo primero que había que hacer era rezar,
ciertamente no para persuadir a Dios de que enviara pastores, como si no se
preocupara de su pueblo, sino para dejarse sobrecoger cada vez más por la
visceralidad de su amor paternal y maternal: para aprender, rezando, a ser
sensible a las necesidades de sus hijos”.
Más tarde, el Santo Padre les
invitó a ser “especialistas de Dios”, no tanto “como estudiosos de técnicas,
estadísticas y teorías, por muy útiles que éstas sean también, sino más bien de
esa sabiduría que se madura haciendo primero los ‘callos en las rodillas’ y
luego ‘en las manos’. Ser especialistas, es decir, en las artes de la oración y
de la caridad”.
“Manos unidas ante Dios —continuó
el Pontífice— y manos tendidas a los hermanos. Manos unidas y manos tendidas:
así es como os convertís en especialistas de Dios. Esta es vuestra
misión”.
Por último, les animó a seguir
mostrando la belleza “de una vida gastada por amor” y a ayudar a decir “sí” a
todos los jóvenes a quienes el Señor llama y necesitan testigos creíbles y
guías.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI Prensa