Este sábado 2 de septiembre, el Papa Francisco escuchó conmovido el testimonio de la Iglesia misionera en Mongolia en la Catedral de los Santos Pedro y Pablo en la capital, Ulán Bator
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| Mongolia. El Papa Francisco saluda a joven sacerdote que fue ayudado por las misioneras de la Caridad en su vocación | Vatican Media |
“No tenemos
muchos libros de catequesis en nuestra lengua, pero tenemos muchos misioneros
que son libros vivientes”, contó al Papa una operadora pastoral durante su
encuentro con los obispos, sacerdotes, misioneros, consagrados, consagradas y
agentes pastorales de Mongolia.
Se trata
de un viaje apostólico (del 31 de agosto al 4 de septiembre)
para confirmar en la fe a la "pequeña y vivaz" comunidad católica,
pero también para apoyar a los misioneros, al clero en general, y su labor
caritativa y evangelizadora.
La visita del
Papa Francisco es señal de esperanza en una región donde “la tierra es muy
‘rocosa’ y a veces parece no permitir ninguna infiltración. No da frutos
fácilmente”. Así lo dijo una misionera ante el Pontífice.
Sin embargo,
hay frutos; hay cerca de 1.500 bautizados (en comparación con sólo 14 en 1995,
después de la hegemonía comunista, atea), de una población total de tres millones
y medio de habitantes.
En su discurso, el Papa Francisco reiteró que la Iglesia en
Mongolia "nace" de un mandato de amor, "de una Iglesia
pobre, que se apoya sólo sobre una fe genuina".
Al final del
encuentro, el Santo Padre instó a continuar esta vocación misionera: “Sigan
haciéndolo cultivando la comunión. Llévenlo a cabo en la sencillez de una vida
sobria, a imitación del Señor, que entró en Jerusalén sobre un mulo y que
se despojó incluso de sus vestiduras en la cruz”.
“Estar juntos y apoyarnos mutuamente es de gran ayuda”
En el primer
testimonio, la Hermana Salvia Mary Vandanakara, M.C., agradeció al Santo
Padre por su presencia.
Ella compartió
la experiencia en Mongolia de las Misioneras de la Caridad. Estas misioneras se
dedican a cuidar a los niños con discapacidades, atender a los enfermos y
ancianos abandonados, acoger a las personas sin hogar y ayudar a las familias
necesitadas. Su objetivo es mostrar el valor de todas las personas a los ojos
de Dios y devolverles su dignidad y valor humano.
La Hermana
Salvia Mary Vandanakara enfatizó la importancia de la fe y de la devoción a la
Virgen María, en especial de “la Madre Celestial” en su labor.
La misionera de la Caridad compartió su propia experiencia en Mongolia desde 1998, cuando la Iglesia comenzaba a establecerse en la región.
Asimismo,
describió cómo enfrentaron desafíos como el clima extremadamente frío y la
falta de infraestructura educativa para los niños. “Estar juntos y apoyarnos
mutuamente es de gran ayuda”, aseveró. Sin embargo, perseveraron y lograron
brindar educación a los jóvenes, incluso ayudando a un joven a convertirse en sacerdote,
el P. Peter Sanjaajav.
“Santo Padre,
estoy seguro de que Su visita dará una cosecha abundante”.
En el segundo
testimonio, precisamente, el P. Sanjaajav expresó su gratitud por la
visita del Sucesor de Pedro y resaltó la importancia de la cercanía de Dios en
la vida de las personas. “Este encuentro nos hace comprender que Dios ama a su
pueblo, está junto a las personas, junto a nosotros los mongoles”, afirmó el
sacerdote.
“Tenemos muchos
misioneros que son libros vivientes”
En el tercer
testimonio, Rufina Chamingerel, una operadora pastoral, relató su conversión al
catolicismo a los 19 años, cuando era estudiante, y su dedicación a ayudar a la
iglesia a crecer en Mongolia. Describe el desafío de aprender el "idioma
católico" y la importancia de los operadores pastorales y catequistas en
la comunidad.
“Escuchamos con
frecuencia de los misioneros que el papel de los operadores pastorales y
catequistas mongoles es muy importante. En mi opinión, somos muy afortunados
porque no tenemos muchos libros de catequesis en nuestra lengua, pero tenemos
muchos misioneros que son libros vivientes”, afirmó la operadora
pastoral.
Rufina
agradeció al Papa Francisco por nombrar Cardenal al obispo Giorgio Marengo y
cómo esto ha suscitado preguntas y curiosidad en la comunidad católica en
Mongolia. Subrayó el impacto positivo del Sínodo en la comprensión de la
Iglesia y las parroquias en Mongolia.
Los testimonios
reflejaron la profunda fe y dedicación de la comunidad católica en Mongolia.
Para asistir a esta comunidad, hay un obispo, 25 sacerdotes (incluyendo dos
mongoles), 6 seminaristas, más de 30 religiosas, cinco religiosos no sacerdotes
y 35 catequistas. Los trabajadores pastorales provienen de alrededor de treinta
nacionalidades diferentes.
No obstante,
persiste el desafío de continuar anunciando el Evangelio en la sociedad
mongola, donde, debido a las largas décadas de ateísmo estatal durante el
régimen comunista, el 39% de la población aún se declara no religiosa.
Por Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: ACI
Prensa






