El
mayor fruto es que mi alma esté llena de Dios
![]() |
Stefanolunardi | Shutterstock |
Jesús habla de la importancia de los
frutos. Y dice algo evidente que no quiero olvidar: “No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni
árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se
cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos”.
El fruto que doy es el que me
corresponde por mi originalidad. Jesús no me pide que dé un fruto que no
tenga que ver conmigo.