En la Iglesia católica no hay
equipos, somos un equipo: lo cantan los jóvenes de Hakuna
¿Te acuerdas de la escena de la Bella Durmiente en la que las hadas se pelean por el color del vestido de la joven princesa, rosa-azul, rosa-azul?
No
sé si empezó la discusión Flora o Fauna, o tal vez era Primavera, porque eso da
igual; no es algo en lo que pierda el tiempo el enemigo.
Pero
la realidad es que mientras gastaban el tiempo y la energía discutiendo entre
ellas, «pedaleando en seco», indicaban al enemigo (el cuervo de Maléfica) por
dónde podía entrar y hacer daño realmente.
¿Cuántas
veces dentro de la Iglesia podemos encontrarnos enraizados en peleas que nos
hacen pedalear en seco?
¿Cuántas veces utilizamos nuestras varitas también para discutir por cuestiones que no se diferencian en nada al “rosa-azul”, mostrando al enemigo, que no es precisamente un cuervo, por dónde entrar?