Si el año que terminó lo hemos
puesto en la Misericordia de Dios, pongamos en su Providencia el año que
acabamos de estrenar
Terminamos un año, y nos invita el tiempo a reflexionar, a dar gracias por
todos los beneficios que se nos ha dado. Ha sido un año con dificultades y
situaciones difíciles que nos han hecho crecer como personas y como cristianos,
porque Dios siempre nos da las cosas que necesitamos para que crezcamos, para
que maduremos. Han sido 365 días que han tenido sus amaneceres y sus
atardeceres, y todo ha tenido su encanto.
Gracias a Dios porque ha sido bueno con nosotros y por ello estamos contentos.
Pongamos en sus Manos misericordiosas el año que terminó, de todo aquello que
hicimos mal, o cuando dejamos de hacer el bien. Todo lo hemos de poner en la
misericordia de Dios, nuestras heridas, nuestros resentimientos, nuestras
envidias, nuestra pereza para hacer el bien, nuestro orgullo frente a la
vida... dejemos en Dios todo aquello que nos ató, aquello que nos esclavizó, y
caminemos con la libertad de los hijos de Dios al encuentro del nuevo año que
acabamos de estrenar.