¿La
sangre de este santo napolitano tiene valor profético?
San Genaro, obispo de la Iglesia
católica, muerto mártir en el año 305, es el patrón de Nápoles. Su festividad
es el 19 de septiembre (fiesta de su martirio), y en este día, además de en el
primer domingo de mayo (fiesta de su traslado reunificando sus diversas
reliquias), así como el 16 de diciembre (fiesta de su patrocinio sobre la
ciudad), se espera que el pueblo vea la licuefacción (el paso de sólido a
líquido) de su sangre, recogida en una ampolla relicario. Otros momentos donde
se espera ocurra son las visitas de los papas a la ciudad.
La verdad es que se trata de dos ampollas
selladas herméticamente que desde el siglo XVII están en un relicario de plata.
La más pequeña tiene solo algunas manchas en las paredes del vidrio, teniendo
la mayor alrededor de unos 60 ml de sustancia, y es a la que nos referimos en
este artículo, pues es de la que trata el proceso de cambio de propiedades de
su contenido. La licuefacción llevaría la masa apelmazada rojiza parda reseca
contenida en el vidrio hasta un líquido rojo más carmesí.
El fenómeno parece que viene dándose
desde 1389, o esto es lo que la crónica más antigua recoge, no sabiéndose si
pudiera haber ocurrido antes. Ciertamente que los datos refieren que ocurría al
principio una vez al año, luego dos y finalmente tres, como hoy viene siendo.
Se
considera que si en alguno de esos días no se produjera ante las oraciones de los
fieles que rezan por su licuefacción, algo malo ocurriría, ya sea una guerra,
una gran tragedia, una erupción volcánica (recordemos que el Vesubio está en la
provincia italiana de Nápoles), o una catástrofe natural de otro tipo.
El pasado día 16 de diciembre la sangre
no se licuó. Vincenzo De Gregorio, canónigo encargado en la catedral de Nápoles
de la custodia del relicario, llamó a la tranquilidad y a no pensar en
desgracias o calamidades, sino a tener fe y a rezar a Dios en confianza.
Recordemos que cuando el papa Francisco
besó la ampolla el 25 de julio del año pasado, 2015, la sangre, sólida, se
licuó, si bien parcialmente. No obstante, no ocurrió en la visita de Juan Pablo
II en el año 1979, ni de Benedicto XVI en el 2007. Sabemos que anteriormente,
con el papa Pío IX sí se licuó, corriendo el año 1848.
¿Qué
dice la Iglesia?
La Iglesia afirma dos cosas.
Por un
lado dice que el paso de sólido a líquido no entra dentro de la categoría de
milagroso, es
decir, no supone una alteración de la norma natural esperada como ley
físico-química o natural de la Creación. Cosa distinta es lo que puedan pensar
muchos napolitanos, como es de esperar.
En segundo lugar afirma sobre las
supuestas catástrofes o no, según no se produjera o sí la licuefacción, que
éste no es el parecer de la Iglesia, sino lo que dice la tradición de muchos
fieles, en especial los mismos napolitanos. La
Iglesia no usa y no alienta ni pretende alentar este tipo de métodos para el
conocimiento de acontecimientos futuros, universales o locales, formas
supersticiosas de intentar conocer el futuro cercano.
La Iglesia confía en Dios y se apoya
en la virtud teologal de la fe y la esperanza, que reposan en la Providencia de
Dios, y por ellas sabe y afirma ante el mundo que Dios es Padre y somos hijos
suyos, amándonos infinitamente.
Las promesas de salvación dadas por
Jesucristo a su Iglesia están en su Resurrección y en que la Iglesia, asistida
por el Espíritu Santo, no se verá derrotada por ningún poder maligno natural o
satánico.
Cosa distinta, hablando de
acontecimientos futuros, es la posibilidad de revelaciones particulares cuyos
criterios de veracidad siempre apuntan a profundizar en la fe cristológica
custodiada en la Iglesia. En todo
caso, la licuefacción de sangre alguna, aunque sea de un santo, no es criterio
para conocer acontecimientos que puedan sobrevenir o no.
Sin duda que un estudio de desgracias
locales, ya en Nápoles, en Italia, o en el resto de Europa o del mundo, por
ejemplo, de terremotos, como los pasados de 2016, entre ellos el que ha
derruido la basílica de san Benito (y eso que la sangre se licuó al pasado
año), o de guerras y tragedias, ayudaría a ver que las correlaciones no
muestran demasiada conexión (por ejemplo, el elenco de muertes en guerras
realizado por el investigador de Oxford Max Roser desde el 1400, o del mismo
autor para catástrofes naturales, que tenemos en https://ourworldindata.org).
¿Por
qué se produce el fenómeno?
Antes de responder digamos que este
fenómeno no es único, pues similar mezcla tenemos en España con la sangre de
san Pantaleón de la Iglesia del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Y
no son los únicos lugares.
Si respondemos ya a la pregunta lo más
probable es que se trate de lo que en la ciencia de la Química se denomina
mezcla tixotrópica o fluido pseudoplástico o no-newtoniano, los cuales cambian
de viscosidad al ser sometidos a esfuerzos mecánicos de cizalla, rompiendo su
estructura sólida, y tras pasar por un tiempo de disminución de viscosidad (de
horas o incluso días), acabar en el estado fluido.
Los investigadores Michael Epstein y
Luigi Garlaschelli, aplicando conocimientos alquímicos conocidos por los monjes
desde el siglo XIV replicaron en el año 1992 una mezcla similar a la sangre
napolitana de san Genaro, de aspecto sanguíneo, tratándose de un gel
tixotrópico de hidróxido de hierro (FeO(OH)). Es
decir, que se trataría de un fenómeno totalmente natural, si bien no típico con
los habituales fluidos con los que tratamos las personas en el día a día, los
fluidos newtonianos.
Un análisis espectrofotométrico de
absorción molecular, espectrometría de fluorescencia y la dispersión inelástica
tipo Raman, entre otras pruebas –que a día de hoy no se han permitido de manera
amplia y profunda- ayudarían a conocer al completo la composición de la mezcla
del relicario y contribuirían a entender mejor su comportamiento, sin duda
ayudando mejor a conocer la belleza de las diversas mezclas químicas que Dios
ha creado en los diferentes compuestos que existen en la Creación,
posibilitando llamar milagro a lo que verdaderamente es, y causas naturales a
la belleza continua de las leyes y fenómenos de la Naturaleza creada por Dios.
VICENTE JARA
Fuente: Aleteia