En la homilía, el Santo Padre se dirigió en especial a los sacerdotes, quienes ayer también celebraban su día, y les dio algunos consejos
En
la Misa Crismal
que presidió en la mañana del Jueves Santo, el
Papa Francisco aseguró que “la Buena Noticia es la perla preciosa del
Evangelio. No es un objeto, es una misión"
“Todo
lo que Jesús anuncia, y también nosotros, sacerdotes, es Buena Noticia. Alegre
con la alegría evangélica: de quien ha sido ungido en sus pecados con el aceite
del perdón y ungido en su carisma con el aceite de la misión, para ungir a los
demás”.
El
Papa aseguró que “al igual que Jesús, el sacerdote hace alegre al anuncio con
toda su persona. Cuando predica la homilía, –breve en lo posible– lo hace con la
alegría que traspasa el corazón de su gente con la Palabra con la que el Señor
lo traspasó a él en su oración. Como todo discípulo misionero, el sacerdote
hace alegre el anuncio con todo su ser”.
Durante
la celebración, los sacerdotes renovaron las promesas hechas en el momento de
la Sagrada Ordenación y después se procedió a la bendición de los santos oleos:
para los enfermos, los catecúmenos y el crisma.
“La
Buena Noticia puede parecer una expresión más, entre otras, para decir
‘Evangelio’: como buena nueva o feliz anuncio. Sin embargo, contiene algo que
cohesiona en sí todo lo demás: la alegría del Evangelio. Cohesiona todo porque
es alegre en sí mismo”.
Francisco
pidió no separar 3 “gracias” que contiene el Evangelio: “su Verdad –no
negociable–, su Misericordia –incondicional con todos los pecadores– y su
Alegría –íntima e inclusiva–".
“Nunca
la verdad de la Buena Noticia podrá ser sólo una verdad abstracta, de esas que
no terminan de encarnarse en la vida de
las personas porque se sienten más cómodas en la letra impresa de los libros”.
Sobre
la misericordia destacó que “nunca la misericordia de la Buena Noticia podrá
ser una falsa conmiseración, que deja al pecador en su miseria porque no le da
la mano para ponerse en pie y no lo acompaña a dar un paso adelante en su
compromiso”.
Y
sobre la alegría dijo que “nunca podrá ser triste o neutro el Anuncio, porque
es expresión de una alegría enteramente personal”.
“Las
alegrías del Evangelio –lo digo ahora en plural, porque son muchas y variadas,
según el Espíritu tiene a bien comunicar en cada época, a cada persona en cada
cultura particular– son alegrías especiales. Vienen en odres nuevos, esos de
los que habla el Señor para expresar la novedad de su mensaje”.
Por
último, señaló a los sacerdotes 3 “odres nuevos” en los que “la Buena Noticia
cabe bien, no se avinagra y se vierte abundantemente”.
El
primero, el de las bodas de Caná, en el que “María es el odre nuevo de la
plenitud contagiosa”. “Su plenitud contagiosa nos permite superar la tentación
del miedo: ese no animarnos a ser llenados hasta el borde, esa pusilanimidad de
no salir a contagiar de gozo a los demás”.
El
segundo “es aquella vasija que –con su cucharón de madera–, al pleno sol del
mediodía, portaba sobre su cabeza la Samaritana. Refleja bien una cuestión
esencial: la de la concreción”.
El
tercero “es el Odre inmenso del Corazón traspasado del Señor: integridad mansa,
humilde y pobre que atrae a todos hacia sí”. “De él tenemos que aprender que
anunciar una gran alegría a los muy pobres no puede hacerse sino de modo
respetuoso y humilde hasta la humillación. No puede ser presuntuosa la
evangelización. No puede ser rígida la integridad de la verdad”, señaló el
Papa.
Por Álvaro
de Juana
Fuente:
ACI Prensa






