Ni siquiera los campos para refugiados están al seguro, ni siquiera los que cuentan con protección internacional, también allí han entrado soldados y han masacrado mujeres, ancianos y niños
El
padre Daniele Moschetti, comboniano, explica las razones del conflicto. «El
embargo sobre la venta de armas no es aplicado, no le conviene a nadie». La
guerra y la tragedia humanitaria en el país que el Papa querría visitar. El
papel de al Qaeda y de las superpotencias
La
visita del Papa quedó sin fecha fija, debido a todos los peligros en una crisis
que empeora cada vez más. Sudán del Sur vive un periodo complejo y terrible:
una guerra civil desastrosa, millones de prófugos, poblaciones extenuadas.
¿Quién lo habría pensado?
Todo
comenzó en 2011 con la declaración de independencia, la separación del sur
cristiano y animista con una minoría musulmana sin radicales, del norte árabe,
cuna de un islam agresivo que consideraba África como un territorio de
conquista, por lo menos en las intenciones de su líder, el autócrata Omar al
Bashir. En 2011, el poder pasó a manos de Salva Kiir, presidente de etnia
dinka, y del vicepresidente Riek Machar, de etnia nuer.
Sin
embargo, en explotó un nuevo conflicto entre ambos líderes y sus respectivos
grupos étnicos; el vicepresidente Machar fue acusado de haber organizado un
golpe de Estado. El poder en la actualidad está en manos de los grupos armados
dinka del presidente Kiir, pero los rebeldes nuer dan batalla, aunque sean
menos y cuenten con menos armas y patrocinio internacional (detrás de la guerra
étnica de fachada se puede advertir la voluntad predatoria de algunos grupos de
poder).
Pero
simplificando no se explica todo: ahora en el país hay por lo menos entre 7 y 8
grupos armados activos, los intereses de los países vecinos y de las grandes
potencias del mundo favorecen el tráfico de armas y la guerra, aunque decenas
de etnias y gran parte de la población no querían el conflicto. Entonces, ¿por
qué se combate? Por el petróleo, naturalmente, pero también por el agua y por
las tierras vírgenes que nunca han sido cultivadas (40 años de conflictos con
breves periodos de relativa paz han contribuido para dejar casi intacto este
tesoro).
Los
recursos son la maldición de África, o por lo menos de algunos países, explicó
a Vatican Insider el padre Daniele Moschetti, que durante seis años (hasta
diciembre del año pasado) fue el Superior de los misioneros combonianos en
Sudán del Sur. Además cuenta con una larga experiencia en África (y no solo):
pasó 11 años en Kenya, un año en Palestina y, dentro de pocos meses, con otros
misioneros, comenzará a trabajar con otros misioneros en las Naciones Unidas,
tratando de dar voz al sur del mundo.
Según
Amnistía Internacional, «en Sudán del Sur se está verificando una de las crisis
humanitarias más graves de los útlimos tiempos: hay casi un millón de
desplazados en la región de Equatoria, mientras siguen sin castigo los
asesinatos de civiles y los abusos contra mujeres y niñas». Según el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), «el número
total de personas que han huido de Sudán del Sur hacia las regiones vecinas es
de 1,6 millones. La nueva tasa de personas en fuga es alarmante y representa un
peso difícil de sostener para una región que es considerablemente más pobre y
cuyos recursos se están agotando rápidamente. Nadie, entre los países vecinos,
es inmune. Los refugiados huyen hacia Sudán, Etiopía, Kenya, la República
Democrática del Congo y la República Centroafricana. Casi la mitad de las
personas que huyen ha llegado a Uganda, en las regiones septentrionales del
país la situación ahora es crítica». Y también están los millones de
desplazados internos, mientras gran parte de la población sufre el
hambre.
Padre Moschetti, el
marco del país es alarmante...
Hoy
la situación es bastante catastrófica. Estamos a seis años exactos de la
independencia y en Yuba (la capital, ndr.) no hubo celebraciones oficiales,
como sucedía en el pasado; por otra parte, estamos frente a una desbandada de
conjunto: hay un “crack” financiero muy grave, la banca central ya no tiene
dólares, la inflación ha llegado al 900%; para comprender qué significa podemos
comparar con Italia, en donde la inflación es del 1%. El valor del dinero local
no tiene ningún peso, todo proviene del extranjero, todo lo que se come, lo que
se usa. Debido a la guerra que comenzó el 15 de diciembre de 2013 y después de
los enfrentamientos que se verificaron el año pasado en Yuba, en julio,
justamente hace un año, más han abandonado el país: embajadas, organizaciones
no gubernamentales, voluntarios...
Pero ahora hay
organismos internacionales y misioneros, ¿no?
Muchas
organizaciones se fueron después de los enfrentamientos de hace un año, aunque
la mayor parte ha vuelto. Pero todavía tienen dificultades, porque el gobierno
no logra garantizar la seguridad para los agentes humanitarios presentes, para
los misioneros. Dicen: “Nosotros no garantizamos la seguridad de los
operadores, de los misioneros”, porque después son atacados y asesinados. Y
esto se da particularmente en zonas a las que están llevando comida y
medicinas; por ello se aprovechan de esta situación para decir que no tienen
posibilidades para proteger a nadie. Traducido significa: “No damos luz verde
para llevar comida y agua a estas zonas porque falta la seguridad”. Se trata de
una manera terrible para poner de rodillas las zonas en las que naturalmente
están los rebeldes, pero también la población.
Aunque la guerra haya
vuelto en 2013, el conflicto tiene raíces más antiguas...
Es
un conflicto muy complejo. Hay que comenzar con la independencia de Sudán, en
1956. El país antes era una colonia inglesa. Desde aquella época había un grupo
de sudsudaneses que podía independizarse del norte, pero los ingleses dejaron
todo en manos del gobierno de Khartoum, que comenzó con el proceso de
islamización. Como consecuencia, todos los misioneros, católicos y
protestantes, fueron expulsados en 1964. Y justamente este proceso provocó la
movilización de Estados Unidos. Sudán del Sur, el objetivo de alcanzar su
independencia, siempre ha puesto de acuerdo a los republicanos con los
demócratas en los Estados Unidos, que invirtieron miles de millones de dólares
desde los 70 y 80 hasta ahora. Todas las administraciones estadounidenses han
apoyado al SPLM (Sudan People’s Liberation Movement), es decir el ejército de
rebeldes que luchaba contra Cashir, criminal internacional (que llegó al poder
con un golpe de Estado en 1984, ndr.), pero nadie quiere capturarlo
verdederamente.
Entonces, el
fundamentalismo islámico ha influido en esta historia...
En
tiempos de George W. Bush, Sudán estaba en la “lista negra” de países, porque
desde allí partió, entre otros, Osama Bin Laden. Él formó a los primeros grupos
militares, terroristas, exactamente en Khartoum. Los primeros ataques ideados
por Osama Bin Laden y llevados a cabo por al Qaeda no fueron contra las Torres
Gemelas de Nueva York, sino en contra de las embajadas estadounidenses de
Nairobi (Kenya) y de Dar Es Salaam (Tanzania), el 7 de agosto de 1998 (224
fueron las víctimas y hubo unos 4 mil heridos). El primer ataque, pues, fue en
África, dentro del continente y no fuera de él. La respuesta fueron bombardeos
estadounidenses en Khartoum. Entonces, Sudán siempre ha estado en la “lista
negra” y está sometido a un embargo. La parte meridional del país, que forma
parte del África negra (el norte es árabe, ndr.), es mitad cristiana. Después
hay un 7-8% de musulmanes no fundamentalistas y el resto son animistas.
¿La independencia de
Sudán del Sur tenía espectadores interesados?
Sí.
Museveni, presidente de Uganda (que es un gran aliado de Estados Unidos), así
como Kenya se vieron favorecidas por el proceso de independencia. Pero todos
los países que tienen fronteras con Sudán del Sur tienenn grandes intereses. El
país cuenta con enormes recursos, no se trata solo de petróleo (en este momento
es el tercer yacimiento de África), también hay agua y tierras vírgenes, porque
el país vivió 40 años de guerra (de 1956 a 2005, entre Khartoum y los
independentistas del Sur, ndr.), con intervalos por un total de diez años con
relativa paz. Pero durante la década de los 70 surgió una especie de “fiebre
del petróleo”. Era la época de la austeridad en Europa, del ahorro de
combustible.
Así,
cuando la OPEP (los países árabes) dijo “Ya basta, ya no hay petróleo para
ustedes”, comenzaron las grandes búsquedas de nuevos yacimientos, y se
encontraron los de Sudán del Sur. Desde ese momento comenzó la segunda guerra
interna. Era 1983. En general, podemos decir que, por una parte estaban las
grandes transnacionales europeas y estadounidenses que querían explotar los
nuevos recursos; por otra, el gobierno de Khartoum que no quería deshacerse de
lo que consideraba suyo. Al mismo tiempo, el gobierno sacaba la riqueza de las
regiones meridionales para desarrollar el norte, pero sin hacer lo mismo con el
sur, que quedó sin escuelas y en absoluta pobreza.
Por ello comenzó la lucha
por la independencia del sur, guiada por el SPLM, hasta los acuerdos firmados
el 9 de enero de 2005 en Nairobi, cuando se eligió a un vicepresidente negro (y
esta era una novedad importante) para todo Sudán: John Garang, dundador del
SPLM, que en ese entonces no quería la separación del sur, al que, como sea, se
le dio cierta autonomía.
Pero en 2011 Sudán se
divide...
Hoy
celebramos una independencia que el principal líder de Sudán del Sur, Garang,
no quiso nunca; por el contrario, Salva Kiir y otros grupos militares apoyados
por Estados Unidos siempre habían querido que el sur se separara del norte. De
cualquier manera, la unidad del país era una vía para la islamización de
África. Detrás de este conflicto hay un poco de todo: petróleo, agua, potencial
desarrollo agrícola. Y después están todos los intereses de los países que lo
rodean y que tienen menos recursos. Es como el Congo, que es el país más rico
del mundo en cuanto a recursos, pero, desgraciadamente, es uno de los más
pobres. Estas riquezas se convierten en maldiciones, no en bendiciones para el
pueblo, sino para que se enriquezcan las élites. De hecho, todos los que ahora
están en el poder son militares que han dejado el uniforme y guardan millones
de dólares en sus cuentas de Estados Unidos, Inglaterra u otros sitios. Sus
familias viven fuera del país.
Y ustedes, los
misioneros, ¿logran todavía trabajar en el país?
Nosotros
estamos en Sudán del Sur desde la época de Daniele Comboni, nuestro fundador,
que llegó en 1858; nacimos en misión, y nos consideramos parte integral de esta
historia, de este pueblo. Nunca nos hemos ido, solo cuando nos han expulsado,
pero siempre hemos vuelto y hemos caminado junto a estos pueblos, pasando de
las esclavitud, primero, a las guerras, el colonialismo, la islamización y
ahora a los nuevos conflictos civiles y por el petróleo. Hemos perdido dos
misiones en los últimos años, de 2013 a 2017, porque llegaban todos: los del
gobierno, los rebeldes. Dos misiones importantes para nosotros, en las que
hacíamos formación humana y espiritual, pero todo fue destruido debido a la
lucha entre los del gobierno y los rebeldes. La gente escapó.
Solo
en Uganda hay un millón de prófugos, y muchos en la zona más fértil, en la
provincia de Equatoria, en donde las etnias locales no querían la guerra de
ninguna manera. Pero la presión del gobierno y de la etnia dinka, que ahora
tiene el poder económico y militar, ha empeorado la situación. En Sudán todavía
hay cientos de miles de prófugos, en Etiopía casi un millón, en Kenya alrededor
de medio millón. En estos meses me encuentro en Italia y veo que se habla sobre
la emergencia de los migrantes, cosa que me hace enojar y reír al mismo tiempo.
Los países africanos se están haciendo cargo de millones de personas.
¿Cuáles potencias
extranjeras tienen mayores intereses en Sudán del Sur?
Estadounidenses,
ingleses, franceses, chinos, rusos y grandes multinacionales tienen intereses
en Sudán del Sur. Se ha pedido 4 o 5 veces la introducción del embargo de las
armas, pero países como Rusia o China están en contra y, directa o
indirectamente, obstaculizan esta medida. Hay que tener en cuenta que el
gobierno de Sudán del Sur en 2014 gastó mil millones de dólares en armas e
hipotecó pozos de petróleo, que en este momento no han abierto todavía; están
malbaratando el país para tener armas y aplastar la rebelión, no piensan para
nada en el futuro ni en la gente.
El
Papa Francisco tenía que ir en octubre a Sudán del Sur, en compañía del
arzobispo de Canterbury Justin Welby, primado anglicano, pero la visita quedó
sin fecha por motivos de seguridad. Pero sería un viaje importantísimo, porque
las Iglesias están haciendo un gran trabajo y son las únicas instituciones
creíbles; la comunidad internacional primero le dio crédito al gobierno y
después a los rebeldes. El único bastión son las Iglesias, que, entre otras
cosas, hacen un gran trabajo de “lobbying advocacy” y de información, porque
las partes en conflicto no quieren que se sepa lo que está sucediendo en el
país, para poder seguir adelante con atrocidades nunca vistas, ni siquiera en
el conflicto con los árabes (el conflicto por la independencia del norte costó
millones de muertes). Se necesita que la comunidad internacional cobre una
mayor conciencia. Ni siquiera los campos para refugiados están al seguro, ni
siquiera los que cuentan con protección internacional, también allí han entrado
soldados y han masacrado mujeres, ancianos y niños.
FRANCESCO
PELOSO
CIUDAD
DEL VATICANO
Fuente: VaticanInsider