Es la primera vez que monseñor David Martínez de Aguirre, obispo dominico del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, une en matrimonio a una pareja de nativos
Detrás en el centro, monseñor David Martínez de Aguirre y delante Luzmila y Adán. A ambos lados, sus hijos, entre ellos Noé |
A
los 20 años, Luzmila Vega escapó del hacendado que la esclavizaba junto a
varios de sus hermanos machiguengas del alto Urubamba. Eran los años cincuenta
del siglo XX y en la Amazonía sur del país se mantenían los rezagos esclavistas
de la llamada época del caucho.
Según
cuenta su hijo Noé Pacaya, Luzmila servía a un patrón llamado Epifanio Pereira,
del que se sabe muy poco, según los libros. Adán, padre de Noé, vivió una
historia similar. Originario de Kochiri (La Convención), vio de cerca lo que
fueron los shirongamas, indígenas que servían a los hacendados en la
captura de mujeres y niños para esclavizarlos o venderlos.
Adán
no pudo ser vendido, en parte por la relación que uno de sus tíos tuvo con un
shirongama, cuenta su hijo. «Tocaron a otros machiguengas para venderlos como
esclavos en Atalaya, pero nunca llegaron a tocar a mi padre». Adán no habla
castellano y Luzmila lo habla muy poco, por lo que su hijo es quien
habitualmente cuenta la historia de ambos, sellada en la unión del matrimonio,
apenas el día después de la Navidad. Todo fue muy rápido. El mismo día se
bautizaron, se confirmaron y, finalmente, se casaron.
No
estaba previsto lo último, pero los hijos presentes, que mantuvieron oculto
dicho sacramento de los oídos del obispo que oficiaba la ceremonia sumaria,
tenían ya listos los anillos. Adán y Luzmila llevan 50 años juntos y lo que hoy
hace particularmente especial su historia es que, junto a varios representantes
de comunidades nativas, compartirán espacio con el Papa Francisco, en la visita
que realizará a Puerto Maldonado el 19 de enero. Según Paula Franco,
responsable de la visita del Papa al Coliseo Madre de Dios –uno de los cuatro
lugares que este visitará en la ciudad–, la pareja se encontrará muy cerca del
altillo desde donde el Papa se dirigirá a cerca de cuatro mil nativos.
«Mientras
el Papa dé su discurso, y también escuche la intervención de algunos nativos,
un grupo de ellos se encontrará recreando las actividades cotidianas propias de
una comunidad, como el tejido, la preparación del masato y el uso de algunos
instrumentos musicales», explica Franco. El vínculo de Luzmila con la fe
católica surge luego de escaparse de su captor, cuando es acogida por una
misión de la Iglesia que le ofrece seguridad y un lugar de trabajo. Por aquellos
años, cuenta Noé, los misioneros se trasladaban largas distancias con el fin de
pacificar y decirle a la gente que tienen derechos como personas que son.
«Ellos [los misioneros] decían: tú tienes derecho, nadie te puede vender».
Pese
a las presiones que los religiosos de aquel tiempo le hacían para que se case
pronto, Luzmila encontraba la forma de evadir. Más tarde, conoció a Adán, y por
consejo de un familiar y luego también por otras presiones fue entregada a él,
relata Noé. Transcurrieron los años y solo hasta hace muy poco, fue la misma
pareja la que pidió casarse. Entonces Noé, quien fue seminarista católico,
habló con monseñor David Martínez de Aguirre, obispo dominico del Vicariato
Apostólico de Puerto Maldonado, para llevar a cabo la ceremonia, aunque sin
poner una fecha fija.
Cumplidos
los primeros sacramentos, en la pequeña capilla de la misión religiosa de San
Jacinto, y con fondo de luces del típico nacimiento de Jesús, Adán y Luzmila
formalizaron su unión, «eso sí, el consentimiento lo han hecho en su idioma»,
dice Martínez de Aguirre vestido de cushma para la ocasión. «Se han dicho el
uno al otro que se quieren y que se van a acompañar el resto de sus vidas igual
que lo vienen haciendo ahora», agrega. En la ceremonia estuvieron cuatro de sus
hijos y algunos nietos.
Es
la primera vez que Martínez de Aguirre une en matrimonio a una pareja de
nativos. Se instaló en la misión del Kirigueti (cerca al río Urubamba) el año
2002 y desde entonces que conoce a la pareja y mantienen una relación de amistad.
Noé estudio Turismo en la ciudad, con el tiempo se fue a vivir a una zona
cercana a Puerto Maldonado y le pidió a sus padres que vinieran desde
Kirigueti. Hoy viven en un lugar llamado Estación machiguenga, un albergue
donde reproducen las formas de vida de su pueblo.
Dominicos
Fuente:
Alfa y Omega