18.3.18

CENIZAS DE DIFUNTOS DEBEN ESTAR EN LUGAR SAGRADO, RECUERDA OBISPO

“Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma"

El Obispo de Aguascalientes (México), Mons. José María de la Torre Martín, recordó que las cenizas de los difuntos cremados no pueden esparcirse ni conservarse en las casas, sino que deben colocarse en un lugar sagrado como un cementerio o una iglesia.

Según informó el diario mexicano El Heraldo el 9 de febrero, el Prelado afirmó que “las cenizas y los fragmentos óseos no se pueden conservar en casa porque con ellos se priva a la comunidad católica de recordar al difunto, deben llevarse a un cementerio o templo”, que son lugares sagrados adecuados para este propósito. 

El Obispo precisó que “el cuerpo muerto no es propiedad privada de los parientes, es más bien un hijo de Dios que forma parte del pueblo de Dios. Tenemos que superar este pensamiento individualista”.

“Hay personas que siguen esparciendo las cenizas en agua, tierra y aire, pero deben estar conscientes de la prohibición que hay en este sentido”, lamentó.
Mons. de la Torre recordó así las nuevas normas del Vaticano sobre la sepultura de difuntos y la conservación de las cenizas, establecidas por la Congregación para la Doctrina de la Fe en octubre de 2016.

Las normas prohíben explícitamente algunas prácticas ampliamente difundidas en la actualidad entre los católicos, como la conservación de las cenizas en el hogar, esparcir las cenizas del difunto en el mar o usarlas para confeccionar recuerdos.

Las cenizas, explica la instrucción Ad resurgendum cum Christo, deben “mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente”.

La instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe resalta asimismo que la Iglesia no puede permitir “actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte”, que algunos consideran “como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de reencarnación, o como la liberación definitiva de la ‘prisión’ del cuerpo”.

Estas creencias son contrarias a la doctrina católica que tiene como núcleo la resurrección.

“Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: ‘La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella’”, subraya la instrucción.

Fruente: ACI


¡SÍGUENOS EN NUESTRAS REDES SOCIALES! 
facebook twitter