Escribe en el prólogo del
libro: Poder y Dinero
Antoine Mekary | Aleteia | I.Media |
¡Que
la iglesia no se meta en los bolsillos de los fieles y repare, ocasionalmente,
tras el mal uso del poder y del dinero conciencias rotas! Nada de eso, por
el contrario, el Papa quiere que los hombres y las mujeres de hoy ‘cooperen’ en
todos los aspectos del ‘plan’ de Dios: “trabajo, producción, distribución
y consumo de bienes y servicios”.
“Primero
como cristiano simple, luego como religioso y como sacerdote, luego como Papa,
creo que las cuestiones sociales y económicas no pueden ser ajenas al mensaje
del Evangelio”, escribió el Papa en el prólogo del libro “Poder y Dinero. La
justicia social, según Bergoglio de Michele Zanzucchi, ed. Cittá Nuova y publicado
este 11 de abril de 2018.
“La
economía es un componente vital para toda sociedad, determina en buena parte la
calidad de la vida e incluso de la muerte, contribuye a que la existencia
humana sea digna o indigna”.
Por
esta razón, el Papa confirma que desde las primeras semanas de su pontificado,
ha pedido tratar “cuestiones relacionadas con la pobreza y la riqueza, la
justicia y la injusticia, las finanzas saludables y la perversa”.
Evangelio no es utopía
En
línea con sus predecesores, el Sucesor de Pedro, se pone “en la escucha de los
actores en el escenario mundial, desde los trabajadores a los empresarios,
políticos, dando voz, en particular, a los pobres, los rechazados, los que
sufren”.
“La
Iglesia, al difundir el mensaje de caridad y la justicia del Evangelio, no
puede permanecer en silencio frente a la injusticia y el sufrimiento”.
Exhortó
a unirse a millones de personas que dicen no a la injusticia, de manera
pacífica, trabajando por una mayor equidad.
“En
todas partes hay personas que dicen sí a la vida, a la justicia, a la
legalidad, a la solidaridad. Muchas reuniones confirman que el Evangelio no es
una utopía sino una verdadera esperanza, también para la economía”, escribe.
“Dios
no abandona a sus criaturas a merced del mal. Por el contrario, los invita a no
cansarse de colaborar con todos por el bien común”.
“Cuando
hablo y escribo sobre el poder de la economía y de las finanzas quiero hacer un
llamamiento para que los pobres sean mejor tratados y para que la injusticia
disminuya”.
Comercio de armas
En
particular, el Papa reitera que se deje de ganar dinero, lucrar, con el
comercio de las armas que pueden desatar guerras, “que, además de los muertos y
de los pobres”, “aumentan los fondos de pocos, fondos a menudo impersonales y
más grandes de los presupuestos de los estados que los albergan, fondos que
prosperan en la sangre inocente (…).”
También
instó a oponerse al pensamiento único que crea más descartados. “Todos, como
enseña la Escritura, pueden arrepentirse, convertirse, convertirse en testigos
y profetas de un mundo más justo y solidario. (…)”.
Francisco
dijo que el mundo creado a los ojos de Dios es bueno. “El pecado ha manchado y
continúa manchando la bondad original, pero no puede borrar la impronta de la
imagen de Dios presente en cada hombre”.
Por
lo tanto, invitó a tener esperanza: “estamos viviendo una era difícil, pero
llena de oportunidades nuevas y sin precedentes”.
“No
podemos dejar de creer que, con la ayuda de Dios y juntos, lo repito juntos,
podemos mejorar nuestro mundo y reanimar la esperanza, tal vez la virtud más
preciada de hoy”.
Dios
en el medio del mundo, “en las fábricas, en las empresas y en los bancos, así
como en los hogares, en las favelas y en los campos de refugiados. Podemos,
debemos esperar”.
Economía y mercados poco
claros
La
economía y los mercados mundiales se mueven en la “ambivalencia”. Por un lado,
el Obispo de Roma admite las cosas buenas en la economía porque nunca antes
“miles de millones de personas” han encontrado el “bienestar, los derechos, una
mejor salud y mucho más”.
Pero,
al mismo tiempo, advierte del papel de la “economía” y de “los mercados” en la
“explotación de los recursos, el aumento de las desigualdades y el deterioro
del planeta”.
Por
ende, pide una “evaluación ética” y “espiritual” que debe “ser capaz de avanzar
en esta ambivalencia” y contextos complejos.
Francisco
manifiesta esperanza y pragmatismo por un mundo que es “capaz de lo mejor y de
lo peor”. “Siempre lo ha sido, pero hoy los medios técnicos y financieros han
amplificado el potencial para el bien y el mal”, añadió.
Opulencia y pobreza
aumentan
Asimismo
citó sus experiencias durante su viajes por el mundo para indicar el
desequilibrio de la opulencia en algunas partes del planeta y la miseria en
otras.
Denuncia
la “paradoja de una economía globalizada que podría alimentar, tratar y dar
cabida a todas las personas” […], “pero que – según lo indicado por algunas
estadísticas preocupantes – concentrada en las manos de muy pocas personas, la
misma riqueza que es prerrogativa de la mitad de la población mundial”.
“He
descubierto – continuó – que el capitalismo desenfrenado de las últimas décadas
ha ampliado aún más la brecha que separa a los más ricos de los más pobres,
generando nueva precariedad y esclavitud”.
Sistema financiero
deshumanizado
El
Papa acusa al sistema financiero de crear la concentración actual de la riqueza
y atentar contra un sistema económico basado en la proximidad.
“En
la era de la globalización, hay muchos obstáculos: las instituciones
financieras y las compañías multinacionales” que por su tamaño afectan a las
“economías locales y dificultan a los Estados” en su obrar a favor del
desarrollo de las poblaciones.
Por
otro lado, “la falta de regulación y controles adecuados favorece el crecimiento
del capital especulativo, que no está interesado en inversiones productivas a
largo plazo, sino que busca ganancias inmediatas”.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia